La civilización judeocristiana, “extraordinario hallazgo semántico e ideológico” 

La civilización judeocristiana, “extraordinario hallazgo semántico e ideológico” 

Tomado de https://vientosur.info/

mediapart

 La expresión ha pasado al lenguaje cotidiano, pero se trata de una “impostura”, juzga la historiadora Sophie Bessis en el pequeño libro de sensibilización que dedica a la “civilización judeocristiana” y que acaban de publicar las ediciones Les Liens qui libèrent.

La autora de L’Occident et les autres. Histoire d’une suprématie (Occidente y los demás. Historia de una supremacía) (La Découverte, 2000) y de Je vous écris d’une autre rive. Lettre à Hannah Arendt (Le escribo desde otra orilla. Carta a Hannah Arendt) (Elyzad 2021) sitúa su obra con genio vivo, a veces rápida, pero convincente, en una pseudonormalidad sospechosa. A saber: “la forma en que el binomio judeo-cristiano no despierta ninguna pregunta, ya que la yuxtaposición de estos dos adjetivos parece obvia”.

Señalando que el concepto de judeocristianismo resulta casi inexistente fuera de Occidente, incluso en espacios donde el cristianismo está muy extendido, como en América del Sur, la investigadora considera que “este extraordinario hallazgo semántico e ideológico, uno de los más operativos de nuestro tiempo, puede colocarse en la categoría de “verdades alternativas”.

Para diseccionar lo que contiene la expresión de fraudulento, la investigadora comienza por hacer su genealogía, que resulta relativamente reciente. Hasta el cambio de la década de 1980, Europa se representó inicialmente como una civilización grecolatina. Una filiación que comparte, con la de judeocristiana que le sucedió, la preocupación por excluir a Oriente de la herencia europea sobre la base del supuesto monopolio civilizatorio que tiene Occidente.

Una etapa esencial de este proceso consiste en aceptar que los judíos, vistos durante mucho tiempo como “orientales” y “levantinos”, se hayan convertido en europeos. Aunque esto no implicara aún “que el judaísmo y/o la judeidad se erigieran como constituyentes centrales de la civilización europea y más ampliamente occidental”.

Para Sophie Bessis, fue necesario, para anexar el judaísmo a los “orígenes cristianos de Europa”, el reconocimiento tardío de la especificidad del hecho genocida contra los judíos “y por lo tanto el comienzo de la formulación de una culpabilidad o al menos de una responsabilidad colectiva de las y los europeos”. Mientras que, en la posguerra inmediata, se habla principalmente de los «deportados» de los campos nazis, sin especificar qué categorías de personas fueron allí enviadas. 

Una forma de que Occidente “se lave de su crimen”

Después de la Segunda Guerra Mundial, para restaurar una supuesta superioridad civilizacional socavada por la puesta a la luz del día de la maquinaria de muerte nazi, Europa se embarca en dos estrategias complementarias.

La primera, explica la autora, consistió no solo en impulsar la creación del Estado de Israel, sino en «defender casi incondicionalmente su política expansionista». Según la investigadora, “para que Occidente pueda restablecer esta superioridad moral de la que ha hecho su prerrogativa exclusiva pero que el nazismo había hecho más que minar, era necesario y todavía es necesario que Israel no solo sea el heredero de la víctima, sino víctima él mismo por toda la eternidad. Tenía que ser definitivamente inocente y que nunca, fueran cuales fueran sus acciones, pasara al campo de los verdugos. Es con esta condición como Occidente consideró que podía lavarse de su crimen”.

La segunda estrategia consistió en “popularizar el término judeo-cristiano” para convertirlo en “la base de la civilización occidental”. Una operación, sin embargo, delicada.

Además de la larga historia de la violencia contra los judíos cometida en tierra cristiana que era necesario borrar, era necesario excluir al Islam de la revelación abrahámica y pretender constituir un universal que expulsaría de su horizonte a uno de los tres monoteísmos.

Y esto, mientras que “lejos de ser una nueva religión que no tiene relación con las que la precedieron, el Islam se sitúa en una evidente continuidad con las corrientes espirituales de la época de su nacimiento, arraigada en una cultura común que implica profundas afinidades con diversas corrientes del cristianismo y del judaísmo”, escribe Sophie Bessis.

Una operación que no se ha podido hacer sin travestir la historia. El ejemplo más llamativo que da la investigadora es el de la famosa Canción de Roland donde, “para las necesidades del cristianismo, los vascos fueron oportunamente transformados en sarracenos, combatidos por el intrépido héroe en las estribaciones pirenaicas”.

Como en espejo, esta construcción completa de una alianza supuestamente profunda y antigua entre el cristianismo y el judaísmo se ha visto reforzada por el desarrollo, en Oriente, del tema de una «conspiración judeocristiana» marcada en particular por la creación del Estado de Israel, percibido como un cuerpo extraño instalado por la fuerza en la tierra del Islam. Tema que se ha convertido en “un elemento central del discurso antioccidental en toda la región”, señala Sophie Bessis.

Sin embargo, este proceso, continúa la historiadora, no es solo una reacción al espejo tendido por Occidente. El mundo árabe-musulmán lo utilizó “para expulsar de sí mismo su parte judía. La designación del judeocristiano como hecho cultural exclusivamente occidental ha permitido enterrar en él al judeo-árabe y al judeo-musulmán, censurar la existencia histórica del judaísmo oriental y tratar de borrar sus huellas de las memorias colectivas”, hasta llegar a formas estructurales de “antisemitismo de Estado” como en Argelia.

Sophie Bessis parece considerar difícil ver una salida de la impostura que constituye el “objeto judeo-cristiano”. “Demasiado conveniente para demasiada gente como para desaparecer del paisaje, sirviendo durante algunas décadas para ocultar, poseer y excluir, ciertamente todavía tiene un futuro por delante”, escribe. Lo que no le impide considerar necesaria la destrucción del binomio, si no se quiere “hacer incurables las fracturas de hoy”. 

Joseph Confavreux es periodista.

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur 

(Visited 1 times, 1 visits today)

Tomado de https://vientosur.info/