El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
En días pasados asistí a la representación del Bhagavad Gita, en la carpa geodésica, en la CDMX, lo que nos permite recordar a El Mahabharata y distintas adaptaciones.
- Jean Claude Carrière
Canal 22, en sus inicios, cuando allí hacían maravillas José María Pérez Gay y Fernando Solana Olivares -el equipo fundador-, compró series maravillosas, como Berlinalexanderplatz, basada en la novela de Alfred Döblin, dirigida por Rainer Werner Fassbinder y El Mahabharata, dirigida por Peter Brook (ambas series, por cierto, están en Youtube al alcance de su curiosidad y su deseo, amigos de Morfemacero).
Vi la adaptación de Carrière, de una brillantez que no atenta contra la profundidad de la obra. Por su parte, el texto es un poema de enorme belleza. Veamos una pequeña muestra: “Las hermanas Vinata y Kadrú, cuando la noche hubo comenzado a disiparse, hacia la mañana, al salir el Sol, apresuradas e impacientes corrieron por la ribera… Allí vieron el mar, inmenso receptáculo de las olas; el mar de aguas profundas; el mar con su gran ruido, poblado de peces y de ballenas, de tiburones, de animales innumerables, espantosos, horribles y de variadas formas, de tortugas y cocodrilos: el mar terrible cuyo clamor asusta, infranqueable por sus remolinos profundos, que llevan el miedo al corazón de las criaturas; el mar, removiéndose en sus orillas por la acción vigorosa del viento, encrespándose por el furor de su agitación, acercándose, retirándose y removiendo sus innumerables ondas; el mar, lleno de olas que se hinchan cuando la Luna crece, la mina más rica de pedrerías; el mar, que produjo la concha de Khrisna”.
En 1989 apareció La gran novela india, de Shashi Tharoor, obra ganadora del Booker Prize, en la que el autor traslapa la eterna pelea entre los Pándavas y los Kúravas a la lucha entre los Gandhi y los Nehru. Brillante ejercicio que superpone dos épocas y que describe los conflictos perennes y ancestrales entre el Dharma, por un lado, y la ambición, el egoísmo y la falta de compasión, por el otro.
- El juego de dados
Intrincado es el pensamiento de la India, al mismo tiempo matemático y espiritual.
Una de las escenas más impactantes de la obra es la del juego de dados. Es evidente que Yudhistira está siendo engañado por unos dados cargados. Comienza a perder todo. Sus hermanos le dicen que se detenga. No lo hace. No quiere intervenir en el karma de quien lo engaña; no quiere generar karma para él; aunque lo pierda todo. Quiere estar del lado del Dharma. Recordemos que para el hinduismo el Dharma representa las conductas que están de acuerdo con el orden que hace posible la vida y el universo; es un recto modo de vivir.
- Reestablecer el Dharma
El Mahabharata es una narración con tintes más que épicos, éticos. De un lado está el recto modo de vivir, la búsqueda del Dharma: del otro, la ambición y el egoísmo. Cuando Duryodhana, ante la pregunta de Khrisna de si lo escoge o prefiere su ejército, decide contar con el apoyo de esos miles de guerreros. Arjuna, por el contrario, decide elegir a Khrisna. Y el Dios les dice (en la adaptación): “Cada quien recibirá lo que escogió”. De eso se trata el Karma… “causa y consecuencia”. Cada acción, buena o mala, genera su Karma…
Al final de la obra, Vyasa, el escritor a quien Khrisna -encarnación del dios Vishnu- le pidió que escribiera el poema El Mahabharata, lo termina y lo entrega a la humanidad. La escritura, las letras, que dan fe, impiden el olvido y recuperan la memoria; desde su lúcida belleza, mantienen la esperanza ante el caos y el horror que inundan el mundo.
Ante un mundo de cabeza, donde prevalecen el odio, la violencia, el narcicismo y la falta de bondad y de empatía, nos corresponde reestablecer el Dharma, hacer nuestra pequeña parte por apoyar y sostener el orden que hace posible la vida y el universo. Esa es y será nuestra resistencia.
Tomado de https://morfemacero.com/
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