Hace cinco años, Donald Trump, enfrentando la reelección, predijo que una presidencia de Biden haría caer el mercado de valores. Irónicamente, los principales índices tuvieron un buen desempeño bajo Biden. Sin embargo, el regreso de Trump a la Casa Blanca ha estado acompañado de una significativa caída del mercado.
Desde la presentación de una controvertida política de aranceles comerciales, el S&P 500 ha caído un 5,5%, el Nasdaq un 5,4%, el Dow Jones más de 2.000 puntos (5,1%) y el Russell 2000 un 4,6%. El Nasdaq ha bajado un 22% desde su máximo de diciembre, y el S&P 500 está un 17% por debajo de su pico de febrero. Esto no es un evento de un solo día; el S&P experimentó su peor día desde los primeros días de la pandemia de COVID-19 el día anterior al anuncio de los aranceles.
Si bien los mercados fluctúan por diversas razones, el momento y la escala de esta caída se correlacionan directamente con las políticas y la retórica de Trump. Él ha culpado a los «países globalistas», una afirmación desestimada como absurda incluso antes de la caída actual del mercado. Esto es particularmente irónico dada las repetidas afirmaciones de Trump durante la presidencia de Biden de que el éxito del mercado se debía únicamente a la anticipación de su regreso. Consistentemente promocionó el mercado de valores como el indicador final de la salud económica, prometiendo un «auge económico de Trump» tras su reelección.
Las afirmaciones anteriores de Trump sobre el éxito del mercado durante su primer mandato, citando los máximos previos a la pandemia, ahora contrastan fuertemente con la realidad actual. Sus recientes declaraciones, incluida una predicción de febrero de un mercado de valores «excelente», se contradicen directamente con la continua disminución. Incluso llegó a aconsejar que no se siguiera el mercado en absoluto, una declaración que ignora la obvia conexión entre sus políticas y las pérdidas actuales. Para colmo de males, se ha visto a Trump jugando al golf en Florida en lugar de abordar la agitación económica. La situación actual pone de manifiesto una importante desconexión entre las promesas de Trump y las consecuencias económicas reales de sus acciones.
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