La visión del presidente Donald Trump para el Kennedy Center choca dramáticamente con la realidad. Desde que asumió la presidencia de la junta directiva del Kennedy Center en febrero de 2025, Trump ha supervisado un período tumultuoso marcado por despidos de personal, cancelaciones de funciones y un anuncio de programación estancado. Su deseo declarado de presentar espectáculos como «Cats», «El violinista en el tejado» y «El fantasma de la ópera» enfrenta numerosos obstáculos, incluida la falta de producciones itinerantes disponibles y los contratos sindicales existentes. El despido de estos obstáculos por parte de Trump como fácilmente solucionables («Vamos a arreglar eso») subraya una desconexión entre sus pronunciamientos y las realidades prácticas de la administración artística.
Las acciones del presidente ya han tenido consecuencias significativas. La muy esperada función de «Hamilton» ha sido cancelada, lo que representa una pérdida financiera sustancial para el Kennedy Center. Otros artistas y organizaciones están buscando lugares alternativos, creando un efecto dominó en la escena artística de Washington D.C. Esta agitación se produce a pesar del estado financiero aparentemente saludable del Kennedy Center, con un presupuesto de 268 millones de dólares y un superávit de 6 millones de dólares, según las declaraciones de impuestos disponibles públicamente. Si bien se reconoce cierto mantenimiento diferido, la afirmación de «tremendo deterioro» parece exagerada.
Las renovaciones propuestas por Trump, que abarcan «los asientos, la decoración, todo», serán financiadas por el Congreso. Sin embargo, su visión no es la única que compite por la influencia. El miembro de la junta Paolo Zampolli, un magnate inmobiliario de Nueva York, ha propuesto una remodelación fastuosa del Kennedy Center, que incluye un restaurante Cipriani y una rampa para barcos. Esta visión, dirigida a atraer a la élite de Washington, contrasta con la audiencia más amplia a la que suele atender el Kennedy Center: trabajadores federales, cabilderos de ONG y líderes sindicales, muchos de los cuales ahora están considerando boicotear las funciones en protesta por la toma de control de Trump.
La programación propuesta también es incongruente con la audiencia establecida del Kennedy Center. La selección de musicales familiares como «Cats» y «El violinista en el tejado» sugiere una falta de comprensión de la programación típica del Centro y las preferencias de su audiencia. Esto se destaca aún más por la eliminación inexplicable de la producción de «1776» de 2023, un musical innovador con un elenco diverso, del sitio web del Kennedy Center.
Las acciones de Trump, caracterizadas por una serie de decisiones impulsivas y una falta de consideración por las limitaciones prácticas, están creando una crisis significativa en el Kennedy Center. Su visión, alimentada por el deseo de una revisión «hagámoslo grande de nuevo», parece cada vez más desligada de la historia de la institución, su público y las realidades de la gestión artística. El futuro del Kennedy Center bajo su liderazgo sigue siendo incierto y profundamente disputado.
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