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Quien haya caminado alguna vez cerca del Mercado Hidalgo en la colonia Doctores, sabe que el calor y el bullicio pueden convertir el recorrido en una travesía desértica. Pero justo cuando se cree que el sol ha ganado la batalla, aparece un pequeño refugio con barriles verdes y cantineros con delantal, listos para servirte un elixir dorado y ligeramente burbujeante: hablamos de la legendaria Tepachería El Oasis.
Desde 1960, esta tepachería ha sido un verdadero oasis para sedientos citadinos, comerciantes, turistas y estudiantes que buscan algo más que un simple refresco. Porque este tepache no es cualquier tepache. No solo es piña fermentada; es una mezcla secreta, perfeccionada a lo largo de tres generaciones, que incluye tamarindo, manzana, naranja y un toque de magia heredada. Tres días de fermentación en barriles de roble blanco le dan ese sabor inconfundible que equilibra lo dulce, lo ácido y lo refrescante en cada sorbo.
El ritual de fabricar y servir tepache en la Tepachería El Oasís
Aquí, tomar tepache es un ritual. Primero, pides tu tarro y observas cómo destapan una olla gigante, donde un bloque de hielo navega tranquilamente en la bebida ámbar. Si eres tradicionalista, lo tomas en vidrio, pero si andas de prisa, te lo llevas en una infalible bolsa de plástico con popote. Y si la sed es monumental, puedes salir con un bidón de seis litros, listo para compartir… o para garantizar tu propio abastecimiento personal.
Elías Santiago, quien lleva más de 35 años tras la barra, jura que el mejor maridaje es un buen taco de suadero, unas gorditas o unas flautas. Y la verdad es que tiene razón. Nada como ese choque de sabores entre lo crujiente y grasoso de la comida y lo fresco y frutal del tepache para entender por qué esta bebida es, como dice Don Adolfo León, el alma de la ciudad servida en un tarro.
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Un tepache de la Tepachería El Oasís más un taco de suadero
Pero más allá del sabor, lo que hace especial a El Oasis es que es un vestigio de otra época. En un mundo donde las tepacherías han ido desapareciendo, este lugar sigue firme, resistiendo la modernidad con la misma receta que enamoró a abuelos, padres e hijos. Y aunque algunos creen que el tepache es «cosa de clase baja», basta recordar que esta bebida se remonta a tiempos prehispánicos, cuando los aztecas y mayas la ofrecían en sus rituales. Hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo el brindis perfecto para los dioses y para nosotros, los simples mortales que buscamos un respiro en la jungla de asfalto.
Así que la próxima vez que el calor te haga dudar de tus decisiones de vida, ve a la Doctores, pide un tepache bien frío y deja que El Oasis haga su magia. Porque en cada sorbo hay historia, hay tradición y, sobre todo, hay un recordatorio de que las mejores cosas de la vida siguen estando en los mercados.
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–>Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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