En un momento en el que todo se descontrola en el Este, en el que se forjan alianzas tan perversas como el dúo Donald Trump y Vladimir Putin, y en el que nuestros dirigentes abogan por el rearme, hemos querido dedicar un tiempo a reflexionar sobre ello. Con Gilbert Achcar, especialista en relaciones internacionales y profesor de la Universidad de Londres, debatimos sobre las formas de apoyar a Ucrania al tiempo que rechazamos una guerra a gran escala. (Entrevista de Gaëlle Desnos)
Bajo el mandato del presidente Trump, Estados Unidos amenaza con retirarse del Viejo Continente. A Rusia no le faltan ambiciones imperiales. La guerra en Ucrania se prolonga desde hace más de tres años. Y los europeos están bajo presión. Cómo analizas la situación?
En efecto, se trata de una gran convulsión. La invasión rusa de Ucrania en 2022 había dado inicialmente a la OTAN un vigor renovado. Pero este renacimiento puede interpretarse ahora como el canto del cisne de una organización que lleva una década en declive. Sin embargo, subraya cruelmente la dependencia de Estados Unidos en este conflicto. Y esto preocupa tanto a los europeos como a los ucranianos.
Por parte rusa, desde hace tres años, este inmenso país con los considerables recursos militares heredados de la Unión Soviética —el único ámbito en el que la URSS rivalizaba realmente con Occidente— todavía no ha conseguido hacerse con todos los territorios anexionados en Ucrania. No se trata de una derrota, ya que las tropas rusas siguen avanzando a paso de tortuga, pero está claro que no es una victoria.
Sería absurdo plantearse seriamente una invasión rusa de Europa.
En cuanto a la amenaza rusa a Europa, recordemos que la Unión Europea (UE) tiene más de tres veces la población, más de diez veces la economía y tres veces el gasto militar, incluido el Reino Unido, que Rusia — a pesar del hecho de que Rusia está directamente involucrada en una guerra a gran escala y por lo tanto en plena capacidad, a diferencia de Europa. En estas condiciones, sería absurdo plantearse seriamente una invasión rusa de Europa.
Y sin embargo, según Emmanuel Macron, existe una «amenaza existencial por parte de Rusia».
La idea planteada por Emmanuel Macron es más bien una maniobra política destinada a posicionar a Francia como líder estratégico y protector exclusivo de Europa. Este posicionamiento halaga su papel presidencial al tiempo que beneficia directamente a la industria militar francesa. Pero esta retórica es peligrosa porque nos acerca precisamente a los peligros que dice prevenir.
Pero es cierto que la Rusia autoritaria de Putin está aumentando sus injerencias: ciberataques, intentos de influir en las elecciones de los países europeos… Y al otro lado de Europa, los países bálticos temen por sus fronteras.
Moscú está llevando a cabo una guerra psicológica y una campaña de desinformación. Pero la mejor opción sería una respuesta equivalente: una campaña para aclarar las cosas, dirigida al pueblo ruso. Como potencia imperialista, Rusia ambiciona sin duda los países bálticos. Pero Putin se quemó los dedos en Ucrania. Incluso en el caso de una retirada estadounidense, sabe que no dispone de recursos suficientes para enfrentarse a Europa sobre el terreno.
Otro argumento esgrimido para justificar el rearme europeo es que reduciría nuestra dependencia de Estados Unidos.
Eso es cierto. Y visto así, parece positivo. Tanto más cuanto que la administración estadounidense da un giro político cada vez más preocupante y multiplica sus injerencias apoyando abiertamente a la extrema derecha europea.
Pero el argumento es hipócrita. En primer lugar, porque los que más hablan de deslocalizar la producción a Europa son los países que ya tienen una industria armamentística avanzada, como Francia. Para ellos, ¡es una bendición! En segundo lugar, las inversiones anunciadas no sustituirán las armas estadounidenses por material europeo. En realidad, prescindir de componentes procedentes de Estados Unidos no se hace en un dos por tres. Así que estos fondos se utilizarán principalmente para aumentar la producción.
Por último, el término «rearme» es en sí mismo problemático. Sugiere falsamente que Europa está desarmada, lo que dista mucho de ser cierto: cada país gasta ya una media del 2% de su Producto Interno Bruto en defensa; Polonia y los países bálticos aún más.
Un enfoque verdaderamente progresista consistiría en trabajar por un desarme mundial sincronizado, como propugnan unos cincuenta Premios Nobel de las Ciencias Naturales [Véase el llamamiento de la campaña «Dividendo de la Paz», publicado en 2021 en el sitio web demilitarize.org], para invertir en la lucha contra el calentamiento global y la pobreza.
Más que una invasión, lo que me preocupa es la posibilidad de un enfrentamiento nuclear.
¿Está Europa cruzando una línea roja que podría llevar a un enfrentamiento más directo con Rusia?
La escalada retórica y la carrera armamentística aumentan las tensiones y el riesgo de incidentes en una u otra frontera. Un error en la trayectoria de un misil o una violación accidental del espacio aéreo podrían descontrolarse rápidamente.
Pero, más que una invasión, es la posibilidad de un enfrentamiento nuclear lo que me preocupa. Ante sus dificultades en Ucrania, Putin ya ha amenazado varias veces con utilizar su arsenal nuclear. Sabe que su país es la primera potencia nuclear mundial. En cambio, la potencia nuclear europea se limita a los arsenales de Francia y Gran Bretaña. No es suficiente para competir. Putin podría utilizar armas nucleares tácticas (con un impacto más limitado), creyendo que ninguno de sus adversarios se atrevería a una respuesta estratégica (capaz de destruir zonas enormes). Cuando se trata de disuasión nuclear, es sobre todo Rusia la que actúa como disuasora.
Usted ha pedido un referéndum en los territorios ucranianos anexionados para que la población pueda decidir su propio destino. ¿Puede decirnos algo más?
El derecho internacional prohíbe la adquisición de territorio por la fuerza, algo que Rusia hizo en Crimea en 2014 y en el este de Ucrania en 2022. Pero la situación sobre el terreno es compleja. En estas regiones, los rusoparlantes y los rusos tienen a veces un sentimiento más fuerte de pertenencia a Rusia que a Ucrania. En Crimea, por ejemplo, no hubo una resistencia popular notable cuando entraron las fuerzas rusas. Para evitar nuevos derramamientos de sangre, estoy pues a favor de un referéndum de autodeterminación, organizado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, con garantías y basado en el censo electoral de las poblaciones presentes antes de la invasión.
En concreto, las tropas rusas tendrían que retirarse a sus bases mientras dure el proceso y ser sustituidas por tropas de la ONU. No sería realista exigir que regresaran a las fronteras antes de 2022 o 2014: tal escenario sería inaceptable para Rusia e impediría una solución política del conflicto a largo plazo. Por último, el despliegue de observadores internacionales garantizaría la transparencia del escrutinio. En mi opinión, ésta es la única manera de evitar el rencor que puede conducir al irredentismo a largo plazo. Este enfoque es democrático y conforme al derecho internacional.
¿Cómo podemos mantener una postura crítica hacia la OTAN y, al mismo tiempo, mostrar una solidaridad activa con las víctimas ucranianas de los bombardeos?
Creo que el primer paso es reconocer la legitimidad de los ucranianos para defender su país y apoyarles. Reconocer y apoyar su derecho a armarse. No oponerse a la entrega de armas defensivas. Y subrayo la palabra «defensivas»: se trata de todas las armas «anti»: antimisiles, antitanques y antiaéreas. Por último, ejercer presión internacional para que se organice un referéndum de autodeterminación para las regiones del este de Ucrania y Crimea.
Yo añadiría que ya es hora de dejar de ignorar al elefante en la habitación: China. China mostró muy pronto su apoyo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Pero Washington prefirió ignorar esta mano tendida y acusar inmediatamente a China de estar aliada con Rusia. Hoy se celebran negociaciones en Arabia Saudí entre Rusia, Estados Unidos y Ucrania. Volodymyr Zelensky está aislado, bajo presión para que acepte unas condiciones de paz que son mucho peores que las de que he mencionado. Como gran importador de hidrocarburos, China no tiene ningún interés en que este conflicto se prolongue, y podría ser un aliado importante para animar a los actores a volver a la mesa de la ONU.
9/04/2025
Gaëlle Desnos
Traducido por César Ayala del original en francés localizado en https://cqfd-journal.org/Pour-un-desarmement-mondial .
Tomado de https://vientosur.info/
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