En medio de los renovados llamamientos del presidente Trump a la adquisición estadounidense de Groenlandia, el vicepresidente JD Vance y la segunda dama Usha Vance realizaron una controvertida excursión de un día a la base de la Fuerza Espacial de EE. UU. en Pituffik, Groenlandia. La visita de Vance, marcada por su comentario: «¿Cómo estamos? Hace un frío que pela aquí; ¡nadie me lo dijo!», se enmarcó como un intento de posicionar a EE. UU. como una alternativa de seguridad superior a Dinamarca.
En una conferencia de prensa, Vance criticó la gobernanza de Dinamarca en Groenlandia, alegando una inversión insuficiente tanto en su pueblo como en su infraestructura de seguridad. Declaró: «Nuestro mensaje a Dinamarca es muy simple: no han hecho un buen trabajo con el pueblo de Groenlandia». Esto se hizo eco de sus críticas similares a los líderes europeos durante una visita reciente.
Sin embargo, este mensaje cayó en oídos sordos. Las repetidas afirmaciones de Trump sobre el control estadounidense de Groenlandia, «de una forma u otra», han provocado protestas generalizadas, con groenlandeses manifestándose contra la influencia estadounidense. Reuters informó de estas protestas como algunas de las más grandes en la historia del territorio, con carteles como «Que Estados Unidos se vaya» y «Yanquis, a casa». Una encuesta de enero reveló que una gran mayoría de los groenlandeses se oponen a unirse a Estados Unidos.
La visita de los Vance estaba inicialmente prevista como un viaje más extenso de tres días para Usha Vance, que incluía eventos culturales sin su marido. El asesor de seguridad nacional Michael Waltz, actualmente envuelto en una controversia sobre una violación de la seguridad de la aplicación Signal, debía acompañarla en parte del viaje. Sin embargo, este itinerario provocó la indignación de los funcionarios groenlandeses, y el primer ministro Múte B. Egede calificó la visita de «provocación». Los planes se redujeron posteriormente a un solo día centrado únicamente en la base estadounidense. La visita, por lo tanto, resultó en gran medida intrascendente, eclipsada por las tensiones políticas en curso y la oposición groenlandesa generalizada a la participación estadounidense.
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