El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
I. Han Kang
En octubre pasado, los lectores de todo el mundo recibimos con sorpresa la designación de esta escritora coreana como ganadora del Premio Nobel de Literatura, siendo el primer escritor en esta lengua que es distinguido con este galardón.
Entre su obra destaca la novela La vegetariana, que nos cuenta cómo su protagonista decide, en primer término, no comer carne y, después, a través de un complejo proceso de reconversión psíquica, construir una representación de sí misma como vegetal. Eso la lleva a un encuentro erótico con su cuñado, que pinta sobre su cuerpo motivos florales y similares, para luego hacerlo sobre el cuerpo masculino, logrando así la cópula de dos seres humanos transmutados en seres vegetales. Maravillosa metáfora que, sin duda, convirtió a esta novela en un referente y, en buena medida, contribuyó a que le otorgaran el Premio.
«Era semejante a un ligero moretón y de una leve tonalidad verde, pero era una mancha mongólica sin lugar a duda. Le evocaba una huella de tiempos primigenios, de tiempos anteriores al comienzo de la evolución o al proceso de fotosíntesis que realizan las plantas. Es extraño, pero no tenía nada que ver con una sensación erótica y mucho con algo vegetal. Todo resultó perfecto, tal como lo había planeado. Sobre la mancha mongólica de ella, su flor roja se había movido rítmicamente, cerrándose y abriéndose. Semejante a un enorme estambre, su pene había entrado y salido del cuerpo de ella. Lo recorrió un escalofrío. Había sido la espuluznante unión de las más abominables y más hermosas imágenes a la vez. Cada vez que cerraba los ojos, le parecía ver el pegajoso líquido vegetal verde de sus sueños que le mojaba la entrepierna, el vientre y los muslos».
Yeonghye, la protagonista, lleva su representación demasiado lejos, al punto de que llega un momento en que se niega a comer algo sólido, sólo quiere beber agua y quiere ponerse de cabeza, como para afianzar sus raíces en la tierra y terminar el proceso de convertirse en planta.
La vegetariana fue publicada por primera vez en 2007.
Michel Tournier, en su obra maestra Viernes o los limbos del pacífico, publicada por primera vez en 1969, había descrito también «amores vegetales».
II. La sexualidad de Robinson Crusoe en la novela de Tournier
En ella, Robinson «hace el amor» con un árbol, el quillay: «Robinson vaciló varios días a las puertas de lo que él llamaría después la vía vegetal. Volvía una y otra vez y daba vueltas en torno al quillay con aires sospechosos, terminando por encontrar insinuantes las ramas que se separaban bajo las hierbas como dos enormes muslos negros. Por úlimo se tendió desnudo sobre el árbol abatido, agarrándose al tronco con sus brazos y su sexo se aventuró en la pequeña cavidad musgosa que se abría en el punto de unión de las dos ramas. Un aturdimiento dichoso le invadió. Sus ojos semicerrados contemplaban mareas de flores de carnes suaves que por sus corolas inclinadas vertian efluvios densos y embriagadores. Entreabriendo sus húmedas mucosas, parecían aguardar algún don del cielo, surcado por el vuelo perezoso de los insectos. ¿No era acaso Robinson el último individuo del linaje humano llamado a retornar a las fuentes vegetales de la vida? Robinson imaginaba una nueva humanidad en la que cada uno llevaría con orgullo sobre su cabeza sus atributos machos o hembras enormes, coloreados, olorosos…».
Más adelante, en la otra mitad de la isla, se encuentra con «los lomos de la tierra»: «Sentía, como nunca anteriormente, que estaba acostado sobre la isla, como si estuviera sobre alguien, que tenía el cuerpo de la isla bajo el suyo. Su sexo agujereó el suelo como si fuera la reja de un arado y se vertió allí en una inmensa piedad por todas las cosas creadas. ¡Extraña sementera a imagen del gran solitario del Pacífico! Aquí yace, agotado, aquel que casó con la tierra y le parece girar verginosamente con ella en los espacios infinitos». Días después, reflexiona: «Por primera vez en la loma rosa mi sexo ha vuelto a encontrar su elemento natural: la tierra».
“Robinson necesitó cerca de un año para llegar a darse cuenta de que sus amores provocaban un cambio de vegetación en la loma rosa. Su atención fue alertada por la proliferación de una planta nueva que no había visto en ninguna otra parte de la isla. Eran grandes hojas denticuladas que crecían en manojos a ras del suelo sobre un tallo muy corto. Robinson las examinó con curiosidad; luego no pensó más en ellas hasta el día en que creyó tener la prueba indiscutible de que aparecían regularmente tras pocas semanas en el preciso lugar en que se había vertido. (…) Un día, al despertarse, constató que su barba, creciendo en el transcurso de la noche, había comenzado a fijar sus raíces en la tierra».
III. La sexualidad de Viernes
Viernes también descubre la loma rosa y Robinson se da cuenta: «La flor que tenía ante sus ojos era rayada. Era blanca con hebras marrones. Se sacude su aturdimiento. No comprende. Aquel pie de mandrágora no existía dos días antes». Cuando, días después, lo encuentra en pleno «acto», lo golpea con el látigo. Sin embargo, después, se pregunta si fue culpa de él o de Speranza, la propia tierra, quien sedujo a Viernes.
IV. Una solución solar
La sexualidad de Robinson pasa de ser vegetal a ser solar: «Si se trata de mi sexualidad, me doy cuenta de que ni una sola vez Viernes ha despertado en mí una tentación sodomita. En primer lugar porque ha llegado demasiado tarde; mi sexualidad se había vuelto ya elemental y se volvía hacia Speranza. La voluptosidad brutal que traspasa los riñones del amante se ha transformado para mí en un júbilo dulce que me envuelve y me lleva de los pies a la cabeza durante todo el tiempo en que el sol-dios me baña con sus rayos».
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No conozco otros escritores que hayan explorado la sexualidad vegetal desde la condición humana.
Han Kang ganó el Premio Nobel: se lo merece. Tournier nunca lo ganó, si bien lo mereció. Los tres mejores escritores franceses del siglo XX, a mi juicio: Marcel Proust, Marguerite Yourcenar y Michel Tournier, nunca lo ganaron. Malo para el Premio.
Tomado de https://morfemacero.com/
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