Desinformación, la gran pandemia

Por Marco Mendoza Hay un mal, una enfermedad que se propaga desde hace mucho tiempo que, en los últimos años, se ha multiplicado y cobrado relevancia y preocupación entre muchas naciones: La desinformación. La desinformación o manipulación informativa, engañosa o falsa,...

Por Marco Mendoza

Hay un mal, una enfermedad que se propaga desde hace mucho tiempo que, en los últimos años, se ha multiplicado y cobrado relevancia y preocupación entre muchas naciones: La desinformación.

La desinformación o manipulación informativa, engañosa o falsa, ha dejado claro sus alcances en las últimas semanas en el mundo: la toma del Capitolio en Washington D.C. y el incremento de los grupos anti vacunas que aseguran que las vacunas contra el Covid-19 te insertan un chip para modificar el ADN. En México videos, fotos y miles de mensajes que decían que Andrés Manuel López Obrador, tenía una embolia. Finamente el Presidente subió un video donde aclaraba que su salud estaba mejorando, saliendo del Covid-19. Contra los rumores y noticias falsas, información.

El estudio “Desinformación industrializada 2020. Inventario global de manipulación organizada de redes sociales”, elaborado por el Oxford Internet Institute de la Universidad de Oxford, Inglaterra, señala que las “agencias gubernamentales”, los políticos y sus partidos y agentes privados financiados por grupos de poder son quienes manipulan la opinión pública en México, a través de las redes sociales.

Sin embargo este estudio, que incluyó a 81 países, entre ellos México, sólo muestra la punta de “iceberg” de todos aquellos que participan en la inmensa maquinaria de desinformación que existe. Gracias a las redes sociales, estas plataformas que han evitado asumir su responsabilidad como medios de comunicación, la desinformación se ha democratizado.

Ahora existen sitios en la web especializadas en crear notas falsas con un formato de noticia. Antes era los gobiernos, los medios y sus patrocinadores, los grupos poderosos de la iniciativa privada, las élites económicas y la iglesia, quienes desinformaban. Ahora cada vez es más fácil, ¡y peligroso!

Las razones detrás de la desinformación, a través de las “fake news”, noticias sacadas de contexto o notas distorsionadas, son tres, dijo Clara Jiménez Cruz, periodista española elegida por la Comisión Europea para formar parte de un grupo de alto nivel contra la desinformación:

Primero, por divertimento y maldad, para ver hasta dónde pueden llegar. Segundo, por dinero. El contenido falso genera negocio como sucedió en las elecciones de 2016 entre Donald Trump e Hillary Clinton. En todo el mundo hay páginas que generan contenidos falsos para que la gente haga “click” y entren a su web. Ellos cobran a sus clientes por el tráfico de visitas y abajo (y en chiquito) un aviso legal que aclara que la información es de broma.

Y el tercero, el más peligroso, por ideología. Aquellas publicaciones que se hacen para distorsionar la realidad y crear un determinado estado de opinión para favorecer ideas determinadas.

El director ejecutivo de Apple, Tim Cook, lanzó una dura crítica a los modelos comerciales como Facebook y YouTube, a los que consideró una amenaza contra la sociedad. Condenó a los servicios de redes sociales por ofrecer noticias falsas, sólo por mantener a los usuarios enganchados.

La llegada de intentos de combatir la desinformación como “Birdwatch” de Twitter, el fondo abierto global de 3 millones de dólares de Google para apoyar los esfuerzos periodísticos y la eliminación de millones de cuentas falsas y grupos de odio en Facebook, dan un aliento en esta guerra, pero las aspiraciones de mejorar el mundo de estas compañías están en conflicto con sus deseo de dominio a través su negocio con los algoritmos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado a combatir la desinformación; pidió ejercer un periodismo ético para inmunizar a la opinión pública contra la infodemia. Incluso, el Papa Francisco pide a sus fieles defender el valor de la verdad en un mundo de “desinformación difusa” y noticias manipuladas.
Noam Chomsky, en su libro “La responsabilidad de los intelectuales” (1967), habla de resistirse al poder de persuasión de los medios y grupos de poder y habla del compromiso con la honestidad que deben tener los intelectuales y periodistas.

La verdadera batalla contra la desinformación no la darán las grandes empresas tecnológicas ni los gobiernos que intenten regular sus excesos. La cruzada épica la dará la gente informada, los periodistas éticos sin intereses privados. Si alguna vez no tienes claro alguna información no la compartas. La clave es educación y comunidad

Tomado de https://sonorainclusiva.com/rss