Donald Trump y el Narcotráfico: Entre el Beneficio y la Guerra
Cuando Donald Trump habla del narcotráfico, lo hace como si fuera su peor enemigo. Nos pinta un panorama donde él es el gran héroe que va a acabar con los cárteles y a detener el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Pero, como suele pasar con Trump, hay otra cara de la moneda. Un reportaje de Óscar Balderas en Milenio, titulado "Los años en que Donald Trump ‘amó’ a los cárteles", revela un pasado menos conocido y bastante incómodo para el expresidente: una relación indirecta con el negocio de las drogas que, aunque no ilegal, sí resultó bastante conveniente para su fortuna personal.
Trump, el empresario que supo aprovechar la crisis del crack
En los años 80, Estados Unidos vivió una de las peores crisis de drogas de su historia gracias al auge del crack. Las comunidades más golpeadas por esta epidemia se fueron al fondo: aumentó la violencia, bajaron los precios de las propiedades y muchos barrios quedaron hechos trizas. Pero para algunos inversionistas astutos, esa crisis fue una oportunidad de oro. Uno de esos astutos era Donald Trump.
El magnate compró edificios en zonas afectadas por la violencia relacionada con el narcotráfico, especialmente en Nueva York. Los precios estaban por el suelo, así que pudo adquirirlos baratos, remodelarlos y venderlos después a precios mucho más altos. No hay pruebas de que Trump haya tenido vínculos directos con los cárteles o el tráfico de drogas, pero su modelo de negocios sin duda se benefició del desastre que estas redes criminales dejaron en su camino.
De beneficiarse a declararles la guerra: el giro político de Trump
Saltamos unas décadas y llegamos a Trump como político. Ahí su discurso cambia completamente. De ser alguien que se benefició indirectamente del problema, ahora se presenta como el salvador que va a acabar con los cárteles. Como presidente, propuso medidas extremas, como declarar a los cárteles mexicanos organizaciones terroristas, lo que habría permitido usar operaciones militares contra ellos.
Hoy, Trump culpa a México y a las políticas migratorias de su país por el flujo de drogas. Su retórica es fuerte y está diseñada para resonar entre su base conservadora, pero también esconde algo importante: su propio historial con el fenómeno del narcotráfico.
¿Intereses ocultos? El pragmatismo de Trump en la lucha contra el narco
El cambio en la postura de Trump no es casualidad ni una evolución ideológica. Es una estrategia bien calculada para mantenerse relevante y reforzar su imagen política. Aquí te dejo algunos puntos clave que muestran sus verdaderos intereses:
1. Usar el narco como herramienta política
Trump ha sabido explotar el tema del narcotráfico para justificar medidas más duras en la frontera. Esto le sirve para reforzar su narrativa antiinmigrante y apelar a sus seguidores más fieles. Además, acusar a México de no hacer lo suficiente contra los cárteles le da poder para presionar a otros gobiernos y conseguir concesiones en temas que le interesan.
2. Beneficiarse de la crisis de drogas
En los años 80, cuando el crack estaba arrasando con los barrios pobres de Nueva York, Trump vio una oportunidad. Compró propiedades a precios de ganga, las renovó y las vendió con grandes márgenes de ganancia. Aunque nunca tuvo vínculos directos con el narco, su fortuna creció en un contexto marcado por el colapso inmobiliario causado por la violencia del tráfico de drogas.
3. Relaciones ambiguas con figuras cercanas al crimen organizado
A lo largo de su carrera, Trump ha sido señalado por tener relaciones comerciales con personas de reputación cuestionable, algunas investigadas por lavado de dinero. Estas conexiones no necesariamente implican algo ilegal, pero sí levantan cejas sobre quién realmente está en su órbita.
Un discurso construido sobre la conveniencia
El reportaje de Milenio pone sobre la mesa algo incómodo para Trump: su relación indirecta con los efectos del narcotráfico. Hoy, se presenta como el mayor enemigo de los cárteles, pero en el pasado, su modelo de negocios prosperó en un entorno moldeado por la crisis de las drogas.
Parece que el verdadero interés de Trump no es combatir el narcotráfico por principios, sino usarlo para su beneficio personal y político. Como empresario, aprovechó la crisis para hacer crecer su fortuna; como político, la usa para reforzar su discurso populista. Esta dualidad nos muestra a un líder que, más que luchar contra las drogas, ha sabido adaptarse y sacar provecho del contexto que ellas generan.
En resumen, Trump no es ni el héroe que dice ser ni el villano absoluto. Es alguien que, como siempre, juega con las cartas que tiene a su favor, convirtiendo incluso los problemas más graves en oportunidades para avanzar en su agenda. Y eso, queridos lectores, es lo que lo hace tan predecible como impredecible.
Autor Alejandro Palma
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