Trabajador muerto, empresa impune: Reyes Jesús, el trabajador que murió en Kekén

Trabajador muerto, empresa impune: Reyes Jesús, el trabajador que murió en Kekén

Tomado de https://piedepagina.mx/

<!––>

La muerte de Reyes Jesús Kuk Iuit demuestra la negligencia con la que opera la  mega granja de cerdos en la Península de Yucatán. La empresa responsabilizó al trabajador de su muerte y se niega a indemnizar a la familia, mientras reporta ingresos de más 13 mil millones de pesos

Texto: Alejandro Ruiz

Fotos: Patricio Eleisegui

YUCATÁN. – El 15 de abril de 2025, Katia Lucía Pech recibió una llamada telefónica en la que le dijeron que su esposo había sufrido un accidente.

La llamada provenía de la planta procesadora de Kekén en el municipio de Umán, Yucatán. Ahí, su esposo, Reyes Jesús Kuk Iuit, de 35 años, trabajaba desde hacía 4 años ensamblando cajas en las que la megagranja de cerdos transportaba sus mercancías.

Leer más

Nos dijeron que había sufrido un accidente, pero que estaba estable, relata Katia en entrevista. En la llamada, la empresa también le dijo que iban a trasladar a su esposo a la clínica El Faro y que ella y su familia podían ir a la planta para acompañarlo en la ambulancia.

Todo, en realidad, era una mentira: Reyes Jesús había muerto.

Horas de terror

Tras recibir la llamada, Katia, acompañada de su madre y su hermana, se dirigieron rápidamente a la fábrica. Eran aproximadamente las 8 de la noche. Ahí, los directivos de la empresa las hicieron esperar afuera, sin darles ninguna información.

Le preguntamos al vigilante qué había pasado, si había ocurrido un accidente, pero nos dijo que él no sabía nada, recuerda Katia, quien asegura que la empresa las tuvo a ella y a su familia sin información durante aproximadamente dos horas.

Después, recuerda, un supervisor de la empresa salió y les dijo que Jesús estaba estable y que la doctora de la planta y él las llevarían con él. Sin embargo, tras este mensaje, el supervisor regresó a la planta y seguían sin dejarlas entrar.

Katia y su familia continuaron esperando afuera sin información y se acercaron de nuevo al vigilante para que les diera pistas de qué estaba pasando. Le pedimos que nos dejara entrar, dice la hermana de Katia; sin embargo, el vigilante les negó el acceso de forma prepotente.

Casi a la medianoche, Damary Paulina Rosado Ojeda, encargada del área de Recursos Humanos de la planta, salió y volvió a hablar con Katia y su familia. Nos volvió a decir que él estaba estable y que lo estaban atendiendo. En ese momento, la hermana de Katia le preguntó a Rosado si ya lo habían trasladado a la clínica, pero la administrativa les dijo que no, que Reyes Jesús seguía en la planta.

Tras esto, la encargada del área las dejó pasar a las instalaciones de la fábrica. Ahí las llevaron a una sala de juntas con persianas. Los administrativos de Kekén, sin darles más información, les dijeron que esperaran ahí. Al irse, cerraron las persianas.

Versiones contradictorias

Al estar dentro de la planta, Katia y su hermana se percataron de que no tenían señal, datos o red telefónica. Tampoco había internet.

Nosotras creemos que cortaron la señal porque algunas personas estaban sacando información de lo que había pasado, menciona Katia.

La información circuló en redes sociales y grupos de WhatsApp, donde trabajadores de Kekén decían que había muerto un trabajador, que había ocurrido un accidente grave. La empresa seguía negándolo todo.

Dentro de la sala de juntas, la hermana de Katia alcanzó a ver algunas luces entre las persianas. También vio personas. Esto, dice, la hizo salir para ver qué pasaba. Yo sentí que algo andaba mal, recuerda.

Afuera, la hermana de Katia se encontró con patrullas de la policía de Umán y del Estado de Yucatán. Al verlos, se acercó a preguntarles por qué estaban ahí. Los oficiales le respondieron que habían acudido ante un reporte de un accidente, pero el vigilante les negó que hubiera pasado algo y no los dejaba pasar a la fábrica.

Cuando vi a los policías, les grité desde la malla que a nosotras nos habían mandado llamar por un accidente. Se acercó un policía y me dijo que sus supervisores lo habían enviado por un reporte, pero les dijeron que todo estaba bien. Me tomó mis datos, cuenta

Aproximadamente a la una de la mañana, la trabajadora social de la empresa les informó sobre la muerte de Jesús. Al escuchar la noticia, la madre de Katia y su hermana colapsaron por los nervios. Las llevaron a un pequeño espacio donde les dieron atención médica. No las atendió ningún médico.

Fue horrible; mi mamá y mi hermana se pusieron muy mal, cuenta Katia, quien después de revivir lo que pasó, reflexiona:

Lo tuvieron ahí quién sabe cuántas horas, y no lo vio ningún doctor, porque nosotras vimos que no había médicos ahí. La empresa siempre nos dijo que lo estaban atendiendo, pero eso es mentira, no había nadie. Nos dijeron de su muerte hasta el último momento porque ya iba a llegar la ambulancia del Servicio Médico Forense.

Tras darles la noticia, la empresa le exigió a Katia y su familia que abandonaran las instalaciones. Nos dijeron que ya no había nada más que hacer.

Que nos demanden

Según el relato de la empresa, el accidente que acabó con la vida de Jesús ocurrió cuando un elevador se atascó y, al activarse por error, una cadena golpeó al trabajador junto a una de sus compañeras, que afortunadamente no murió, pues a ella la trasladaron en una ambulancia particular tras el accidente, algo que la empresa no hizo con Jesús.

La versión de la empresa se respalda, en parte, en el informe médico que el Servicio Médico Forense dio a la familia de Jesús, el cual asegura que el trabajador murió de forma instantánea tras recibir un golpe en la cabeza. Sin embargo, esta versión es distinta a la que les proporcionaron otros trabajadores de la fábrica, quienes aseguran que, tras el golpe, Jesús estuvo aproximadamente 30 minutos pidiendo ayuda, pero nadie se acercó a auxiliarlo.

Nos estuvieron mintiendo desde un inicio. Nosotras le reclamamos eso a la empresa: su falta de sinceridad y el habernos mantenido con falsas esperanzas, dice Katia.

Tras el accidente, la empresa continuó operando normalmente, pues el personal del siguiente turno entró con normalidad.

Sin embargo, en las redes sociales comenzaron a circular fotos de Jesús en el elevador después del accidente, las cuales, aparentemente, fueron tomadas por sus propios compañeros, a quienes la empresa amenazó con despedirlos si hablaban públicamente sobre el caso, según afirma la familia del trabajador.

A la vez, la familia de Jesús inició una batalla legal, enfocándose en la vía penal para esclarecer los hechos y que los responsables paguen. También exigen la indemnización que, por ley, le corresponde a la familia. Ante las exigencias, la empresa respondió: Que nos demanden, y niegan haber sido responsables de la muerte de Jesús.

Pese a esto, la inocencia de Kekén no está del todo clara, pues han ocultado pruebas fundamentales para esclarecer la investigación, como las grabaciones de la cámara de seguridad, que la empresa dice haber eliminado alegando fallas técnicas.

También, cuando la empresa entregó algunas pertenencias de Jesús a su familia, como su ropa, teléfono y llaves, lo hizo de forma separada y sin sellar. Incluso, rompieron el candado de su locker sin esperar a que la familia tuviera la llave. La ropa presenta daños y manchas de sangre que no coinciden con la versión de la empresa.

Por otro lado, cuando Katia recogió el teléfono de Jesús, se percató de que tenía poca batería, lo que la hace pensar que pudo haber sido utilizado por la empresa después del accidente.

Katia reflexiona:

A nosotros no nos interesa el dinero; queremos esclarecer los hechos y que se haga justicia. No es la primera vez que esto pasa en la empresa: ya ha habido otros casos donde otros trabajadores no recibieron atención médica después de sufrir accidentes. Lo que pasa ahí es que Kekén los calla con dinero.

Pese a las denuncias y la muerte de Reyes Jesús, las autoridades laborales de la Federación y de Yucatán no tienen registros de inspecciones laborales en la empresa.

Pie de Página solicitó a ambas dependencias un informe al respecto; ninguna entregó los datos. A la vez, solicitó un comentario a Grupo Porcícola Mexicano, pero no respondió la solicitud.

Un eslabón en el negocio de los cerdos 

Diariamente se observan en las carreteras de Yucatán camiones transportando cerdos de diferentes granjas, la mayoría aparceras de la empresa Kekén. Foto: Lorenzo Hernández / Archivo Pie de Página

Kekén es una empresa de grupo Kuo, un conglomerado empresarial ramificado de Grupo DESC, de la familia de ascendencia española Senderos Irigoyen. 

En el 2000, la empresa adquirió una serie de granjas porcícolas operadas por Raúl Casares Cantón y sus familiares, socios a través de la figura de Agroindustrias Yucatán, las cuales se fundaron mediante una estafa a productores de la Península de Yucatán. 

Leer más

Antes, en 1999, Agroindustrias Yucatán se fusionó con otras empresas para crear Grupo Porcícola Mexicano S.A. de C.V., que integró en una sola denominación social a otras empresas como Porcimaya, Agroindustrias Vanguardia, Agroyucatán, Industria Avícola Olmeca y Grupo Campi. 

El cambio ocurrió el 24 de julio de 1999, según actas del Registro Público del Comercio consultadas para este trabajo. Ese día se llevó a cabo una asamblea de socios de Porcícola Mexicana, S.A. de C.V. donde se aprobó la fusión y se acordó cambiar la denominación social a Grupo Porcícola Mexicano, S.A. de C.V. 

Como resultado de la fusión, el capital variable de Grupo Porcícola Mexicano, S.A. de C.V. aumentó en 50 mil pesos. Sus consejeros en ese entonces eran Vicente Cortina Bussitil, Juan René Cárdenas López, Gabriel Novelo Rosado, Ernesto Scharrer Tamm y Ramón F. Estrada Rivero, así como del comisario Ing. Apolinar Funtanet Martínez. Se designan delegados especiales a Juan René Cárdenas López, Gabriel Novelo Rosado, Álvaro Emilio Rosado Berlin, Elias Chan Pavon, Ramón F. Estrada Rivero, Roberto Cassie Zacarias y Hector Chamlati Salam.

Todos estos nombres forman parte de la élite empresarial de la Península, particularmente en Yucatán. 

Para el 9 de abril de 2001 la empresa ingresó una solicitud al Registro Público de Comercio de Mérida para formalizar acuerdos de la asamblea de socios de Grupo Porcícola Mexicano, S.A. de C.V. En ellos, se formaliza el aumento del capital variable en 114 millones 403 mil 003 pesos y la fusión de Grupo Porcícola Mexicano, S.A. de C.V. con Kekén, S.A. de C.V., subsistiendo la primera y desapareciendo la segunda. 

El 24 de mayo de 2007, la empresa realizó una asamblea de socios donde resuelven reformar íntegramente los estatutos sociales de la sociedad, cambiar el domicilio social a Ciudad de México (Distrito Federal) y modificar el objeto de la sociedad para incluir una gama más amplia de actividades.

Paralelamente, Grupo Porcícola Mexicano obtuvo un nuevo registro ante el Registro Público del Comercio en la Ciudad de México, convirtiéndose en la sede oficial de la empresa que opera la planta procesadora de Umán, Yucatán, donde murió Reyes Jesús Kuk. 

El salario de Reyes Jesús era el mínimo, con descuentos a su nómina a cuenta de créditos y seguro social. Y ahora, su familia está en el desamparo, y la empresa se niega a dar indemnización o reconocer sus implicaciones en su muerte. 

Sin embargo, la empresa tiene dinero para esto, y más. Por ejemplo, según su último reporte financiero de 2024, Grupo KUO reportó ingresos ingresos de 13 mil 630 millones y un flujo operativo de mil 203 millones, representando incrementos del 13% y 27% respectivamente en comparación con el cuarto trimestre de 2023. 

El negocio porcícola, en el que Reyes Jesús era una parte de la cadena de valor, impulsó el crecimiento, registrando un aumento del 17% en el precio promedio y un incremento del 6% en el volumen. De todas sus ramas de negocios (industrial, químicos, refacciones, etc.), el sector consumo (Porcícola y Herdez Del Fuerte –socios del 50 por ciento–) registró un incremento del 16% en Ingresos y un fuerte crecimiento del 64% en flujo operativo.


Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.

Tomado de https://piedepagina.mx/