Tolerancia, intolerancia 

“Hoy, opinar es peligroso. Lo saben en nuestro país los cientos de periodistas asesinados durante los últimos años. Pero se está volviendo peligroso opinar desde el aula, desde un medio de comunicación impreso o electrónico, desde las redes sociales. ¿Debemos autocensurarnos...

El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

I. Esquines y Demóstenes

Fueron los dos grandes escritores de discursos de la Grecia clásica. Sus posiciones eran divergentes. Demóstenes creía que el esplendor de Atenas era suficiente para vencer al vecino poderoso –Macedonia–, gobernada por Filipo, el padre de Alejandro Magno. Esquines, un político pragmático, sabía que la guerra estaba perdida antes de comenzar cualquier conflicto bélico y que a Atenas le convenía negociar para ceder lo menos y no perder todo.

A su modo, desde su perspectiva, los dos tenían razón.

Cuando Esquines perdió la votación que lo condenaba al exilio, su adversario triunfante, Demóstenes, le dio una moneda de plata, para que pusiera su escuela de retórica en Cos, donde se exilió. ¡Vaya gesto! La tolerancia al discurso ajeno incluye el respeto y hasta la compasión. Fabulosa lección.

II. Harvard

La republicana Elise Stefanik le preguntó a la rectora de Harvard, a la de Penn St. y a la del IMT «si el llamado al genocidio de los judíos violaba el código de conducta». Claudine Gay, la rectora de Harvard, contestó «según el contexto». La respuesta de la republicana fue «No depende del contexto. La respuesta debe ser sí y usted debe renunciar».

Todo esto forma parte, de paso, del ataque de los republicanos extremistas seguidores de Trump a las universidades como refugios del conocimiento, que son, además, bastiones demócratas.

Si no se puede debatir, argumentar, sostener opiniones en una Universidad, ¿dónde?

III. El profesor Samuel Paty y Salman Rushdie 

Este profesor, en una clase sobre libertad de expresión, mostró a sus alumnos una caricatura del semanario Charlie Hebdo, que fue sujeto hace unos años de un atentado en el que murieron varios de sus colaboradores. Cartones que utilizaban el humor –recordemos a Kundera y su novela La broma— para hablar del Islam. El profesor le advirtió a los alumnos, antes de mostrarles las caricaturas, que si alguien se sentía ofendido, podía salir de clase. Subió el tema no para burlarse del Islam, sino para hablar de la libertad de expresión. Días después, fue asesinado y decapitado por un joven islamista de origen checheno que más tarde abatió la policía. En una emisión especial de La grande librairie, la revista literaria de la televisión francesa, profesores de nivel medio superior manifestaron su miedo a expresarse, porque todo puede ser usado en su contra, ya sea para destituirlos –como a la rectora de Harvard–, asesinarlos como al profesor Paty o sufrir atentados como Salman Rushdie, quien en un evento para hablar de la importancia social de la libertad de expresión fue agredido y perdió un ojo. 

IV. Mario Vargas Llosa

El novelista peruano ya publicó su última novela y el domingo pasado escribió su última columna –Piedra de toque– que mantuvo durante 33 años en el periódico español El país

En ella afirmó: «Nunca he dejado de decir mi verdad, que puede ir evolucionando, incluso de manera drástica. En mis columnas se puede seguir mi trayectoria del socialismo al liberalismo en textos de hace muchos años. He querido que mis lectores asistan a través de esos artículos contradictorios y discrepantes entre sí a mi propio aprendizaje moral y político». Valiente reflexión. 

Es un hecho que el caso Padilla en Cuba y lo ocurrido en Checoeslovaquia en el 68 impulsaron a un buen número de escritores hacia el liberalismo y a establecer distancias con el socialismo real y su expresión política. Después se volvieron bandos, pero entre ellos no hubo una violencia explícita que fuera más allá de desdenes o exabruptos. 

IV. ¿Opinar o guardar silencio?

Terminamos 2023 con noticias que no imaginamos hace un año. Nadie vio venir el atentado de Hamás y la respuesta brutal del Estado israelí. Ante el conflicto, António Guterres, secretario general de la ONU, condenó por igual el atentado y la respuesta. Lo quieren quemar en leña verde por atacar a Israel. Él ha repetido que condena a los dos bandos. Espero que no atente alguien contra su integridad física. 

Hoy, opinar es peligroso. Lo saben en nuestro país los cientos de periodistas asesinados durante los últimos años. Pero se está volviendo peligroso opinar desde el aula, desde un medio de comunicación impreso o electrónico, desde las redes sociales… ¿Debemos autocensurarnos y quedarnos callados ante la violencia, la ignorancia y el fanatismo? La respuesta debe ser individual. Vivimos tiempos oscuros y, como dice la sabiduría popular… «que Dios nos agarre confesados». Pese a lo dicho, feliz Nochebuena y Navidad para todos, lectores de estos Laberintos y de Morfemacero. 

Tomado de https://morfemacero.com/