¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?
Un contracanto argentino II
Colaboraciones
Liliana Magdaleno Horta
En la primera entrega de este texto presentamos un panorama general sobre los vasos comunicantes entre la novela norteamericana ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y la parodia que elabora el argentino Michel Nieva, ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, novela que contextualiza la distopía situada en el cono sur del continente. En este apartado, conversamos sobre la caracterización del replicante sudamericano: el gauchoide llega en una caja, con ropa acorde a su folclor y una guitarra incluida, la primera frase que emite, una vez armado, es la siguiente: “Salud, patrón, soy don Chuma”,1 el androide aprende sus labores domésticas e inicia un periodo idílico donde se dedica a cantar las estrofas del Martín Fierro o bien, a zapatear mientras prepara los mates con tortas fritas. En esta operación paródica, la esclavitud a la que eran sometidos los androides en el Marte de K. Dick pareciera ser desplazada hacia las tareas domésticas; no obstante, pronto descubriremos que otros gauchoides son utilizados como peones en las fábricas de aceite de soja o en los campos de producción de cebolla, incluso algunos de ellos son sodomizados a placer del patrón en turno: se trata de una actualización del argumento de la servidumbre hecha a la medida, que plantea nuevamente el dilema sobre el uso del cuerpo en tanto artificial con una particularidad: la asociación del androide a un grupo étnico emparentado con la barbarie y, con esa justificación, sujeto a una campaña de exterminio.
La etapa idílica en que humano y máquina conviven armónicamente termina cuando, de forma súbita, Don Chuma empieza a renegar de sus labores y las cumple de mala gana espetando una frase bien conocida en el imaginario literario occidental “¡Habría preferido no hacerlo!2 La superposición de textos ocurre ahora con Bartleby, el escribiente (1856), de Herman Melville, cuya historia narra la decisión de un burócrata de apartarse de un sistema de producción, desacatando las instrucciones dadas por su institución y evaporándose lentamente del mundo a partir de la frase “Imaginen mi sorpresa —mejor dicho, mi consternación— cuando, sin moverse de su retiro, Bartleby, con una voz particularmente suave pero firme, contestó: «Preferiría no hacerlo»”3. Es necesario apuntar que el texto fue escrito en el auge de Wall Street, años después del caso “Dred Scott v. Sandford” (en el que la supremacía blanca se impuso a otorgar las condiciones de hombre libre a un esclavo), y entre las inconformidades de una jornada laboral producto de un capitalismo y su vorágine. En este sentido, podemos reconocer la insubordinación de Bartleby como un gesto revolucionario e irónico; no obstante, en el caso de Don Chuma, esta rebeldía resulta incoherente, pues se trata de un androide que fue creado para acatar órdenes. Un error operativo, piensa Nieva, pero se asegura de cuestionar a su gauchoide las razones de su comportamiento, obteniendo como respuesta una perfecta composición octosilábica, cristalizando la parodia en el plano lingüístico a la literatura gauchesca:
—¡Soledá, patrón, soledá! Los días, en mí, sin sentido como lodo se acumulan,
y más no haber nacido
que esta hubiera preferido
vida monótona, de mula
¡Estoy solo, patrón, solo!
¿Qué soy sino un elemental simulacro, una accidental
copia falsa? ¿O un fundamental
propósito acaso traigo?
Ni padres ni amigos haigo
y solo el encierro arraigo ¡Qué daría yo por tener
un caballo en que montar
y una pampa en que correr! ¡Diga, patrón, si tal vez,
de otro gauchoide gimiente deba yo hacerme padre y juez pa no ser tan contingente! ¡Soledá, patrón, soledá!4
La idea de la criatura consciente de su existencia condenada a la soledad y capaz de reconocer sus emociones y sensibilidades ha sido explorada en distintas obras de la historia literaria, no obstante, encuentro eco en las palabras del monstruo de Victor Frankenstein:
Pero yo estoy solo y todos me desprecian […] Ninguna Eva calmaba mis pesares ni compartía mis pensamientos ––¡estaba solo!––. Recordaba la súplica de Adán a su creador. Pero ¿dónde estaba el mío? Me había abandonado y, lleno de amargura, lo maldecía […] Soy una criatura desamparada y sola; miro a mi alrededor y no encuentro bajo la capa del cielo amigo o pariente alguno.5
Michel Nieva reconoce las influencias góticas de la ciencia ficción y elabora un Don Chuma que evoca a la criatura frankensteiniana: un androide susceptible al dolor de la experiencia humana. No será su creador (que son los chinos, en una broma a la producción en serie originada en Asia), sino su patrón quien, en un intento por resetearlo, lo lleva a una estancia campirana con sus primos, ambos configurados como terratenientes modernos con miles de gauchoides a su cargo. A partir de este viaje, la elaboración paródica continúa ahora con una superposición textual con obras de la historia literaria argentina6. Una vez que los primos observan la rebeldía de Don Chuma, deciden que la cura contra su subversión es la tortura y proceden a realizar numerosas vejaciones a su cuerpo.
Una de las escenas más cruentas ilustra una violación despiadada al gaucho, posterior a que cercena parte de su cuerpo eléctrico para lograr sus propósitos: “El gauchoide, entonces, se hincó en el costado izquierdo de su vientre el cuchillo y digitó con precisión de cirujano un círculo, arrancó un cilindro amorfo y palpitante de carne que cayó al suelo […] Francisco empezó a penetrarlo por ese hueco embarrándose de sangre, sangre que salpicaba”.7 Esta imagen es elaborada años atrás por Osvaldo Lamborghini, escritor argentino de las vanguardias, en “El niño proletario” (1973), texto que ahonda en las consecuencias del desprecio clasista de tres chicos burgueses hacia un chico precarizado:
Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado […] Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor.8
La similitud entre las escenas se resuelve de manera involuntaria en una frase que pertenece al texto que funciona como engarce “Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa”.9 Don Chuma es ese hombre proletario transformado en objeto, es una cosa; Nieva plantea un futuro y un dilema ético respecto a la violencia ejercida contra los cuerpos no humanos, susceptible de concretarse en el tecnocapitalismo más avanzado.
Sarmiento criogenizado, zombie y desacralizado
Domingo Faustino Sarmiento, recordado como “el padre del aula”, fue un escritor, militar y estadista argentino. Presidente de la nación entre 1868 y 1874, se alude a su figura como un gran impulsor del progreso en la región; no obstante, la historia oficial ha descartado numerosos aspectos de su actuar que son altamente condenables. El quinto apartado de ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? es titulado Sarmiento Zombi: se trata de una elaboración satírica del personaje histórico. Con la inserción de este elemento, la parodia en Sueñan los gauchoides… amplía su blanco: sale del límite de lo textual y se expande hacia lo extratextual, con lo que se constituye como una parodia satírica, atenta a la ridiculización y visibilización manifiesta de las ineptitudes del comportamiento.
Previamente apuntábamos lo comentado por Hutcheon respecto a la elaboración de la sátira: para que esta construcción sea efectiva “debe centrarse sobre una evaluación negativa”.10 Michel Nieva comprende en su totalidad el rebajamiento que debe realizar para revelar los atributos ocultos de una figura de poder de la talla de Sarmiento, por lo que elige asimilarlo con monstruo sin vida, putrefacto y sin voluntad propia: el zombi. Para delinear la operación satírica formulada por Nieva, es necesario contextualizar la figura de Sarmiento en dos vertientes: la de escritor y la de estadista.
Domingo Sarmiento escribió Facundo o Civilización y barbarie en 1845, un texto donde sitúa la antinomia del título posicionando a Europa del norte y a las ciudades como vehículos de la civilización; mientras que establece el territorio americano desde una imagen de miseria y atraso. El civilizado es pulcro: va de traje; el bárbaro lo vincula a las vestimentas rurales como el poncho o las botas de potro, es asociado a la suciedad. Se trata de una obra que presenta un discurso binario y jerárquico, donde necesariamente uno debe transformarse, o bien, ser eliminado. Esta dicotomía tiene como base la razón, en los discursos de la barbarie, la razón se adjudica la potestad de transformar (en sus distintos grados, hasta la eliminación) a ese otro, que contamina el estado racional. Ahora bien, Civilización y barbarie pudiera haber permanecido en el plano de lo literario, no obstante, Domingo Sarmiento ascendió en sus aspiraciones políticas hasta presidir un país y tener las facultades para cristalizar un discurso que negaba la humanidad de aquellos que consideraba bárbaros, reduciéndolos a bestias sin valor.
Durante los años 80, se llevó a cabo la “Conquista del desierto”, una campaña militar que pretendía consolidar el estado argentino a partir de una identidad homogénea de élite blanca, que excluía a los pueblos originarios (compuestos mayormente por gauchos e indios tehuelches y mapuches), tomando a algunos como prisioneros con destino a la esclavitud, mientras que otros fueron directamente exterminados. En 1861, Domingo Sarmiento, en una carta al Coronel Bartolomé Mitre, también presidente y gobernador de Buenos Aires, aconsejaba lo siguiente: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos”.11
Más de una década después, expresaba el diario argentino El Nacional:
¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado12
Este es el comportamiento al que Michel Nieva apunta, su sátira opera como una desacralización a una figura que ha sido aplaudida por su prosa, la eficacia de su escritura o por sus acciones como estadista de la educación y el progreso; poniendo de relieve las manifestaciones cruentas de su persona y una percepción literaria distinta a la canónica: “Yo, de Sarmiento, solo sabía que había sido el ideólogo de una matanza descomunal de indios y de gauchos, y que había escrito un libro aburridísimo, el Facundo”.13 Dentro de la evaluación negativa construida por Nieva a la figura presidencial, se incorporan elementos del carnavalesco bajtiniano: “la desacralización del cuerpo humano […] frases alusivas a los órganos sexuales conllevan injurias, blasfemias y groserías verbales relacionadas con principios de la vida material y corporal”14, el presidente se quita el traje para conformarse como una encarnación de la barbarie en un cuerpo hipertrofiado, amorfo, cuya vida es sostenida por fuerzas artificiales:
cuando bajé las escaleras con mi máscara veneciana me topé sin más frente a la cápsula cargada de un líquido transparente y adentro flotando el cuerpo desnudo y enorme de Sarmiento, rollizo, el abdomen super hinchado y plegado, abanicos de grasa, los pectorales que parecían senos con pezones del tamaño de pelotas de tenis, y la carne blanca, tan blanca como el marfil pero brillosa como una luz bien blanca y, lo más siniestro, los ojos abiertos que parecían observarte desde una lejanía muy honda […] El famoso falo del que tanto me habían hablado le colgaba, morado, hasta la altura de las rodillas.15
Lo bajo corporal se manifiesta, incorporando además la función pragmática de la ironía: Sarmiento ocupa ahora la barbarie y es despojado de su carácter civilizado a partir de uno de sus elementos por el que ha sido mayormente elogiado, el lenguaje:
Le colgaban clavados mediante agujas unos cables que le salían de la frente y las mejillas […] y la boca abriéndose y cerrándose con una agilidad enloquecida hacia todas las direcciones, como si hablara en un lenguaje primitivo, incomprensible, y justamente por eso terrible
Si anteriormente Ezequiel Martínez Estrada lo había considerado “el más grande prosista del habla” o Enriquez Ureña hablaba de su “ímpetu romántico pleno, la energía de la imaginación y el apasionado torrente de palabras”, Nieva desvanece estas caracterizaciones, acercando a Sarmiento al personaje bárbaro en sus acepciones más antiguas: a la persona que se expresa de manera estridente, balbuceadora, difícilmente comprensible. Si se le despoja a Sarmiento del lenguaje, se le anula en muchos sentidos: se trata de un rebajamiento radical: lingüístico y corporal, donde permanece la crítica al Sarmiento despiadado, en la ficción el personaje recorre la ciudad atacando mujeres.
Hasta aquí se apunta una brevísima radiografía de la productividad en términos paródicos de ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, lo cierto es que quedan pendientes aspectos como el control de las emociones, que en la obra de Philip K. Dick se efectúa mediante el Órgano de Ánimos Penfield; en la reescritura de Nieva, a través del benereoTT y el binodinal, píldoras que aluden al auge de la farmacoquímica y la prescripción de antidepresivos en amplia demanda; el tratamiento paródico de la escritura borgiana que opera como un rebajamiento al intelectual desvinculado de su realidad circundante; las alusiones al discurso publicitario, entre otras evocaciones a diferentes escritores tanto argentinos, como de otras latitudes. A la par, se elabora el desplazamiento del texto hacia los alcances satíricos, vislumbrando ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? como una novela que incorpora el discurso crítico en distintos niveles, pero de manera específica, hacia la clase política dominante, ensalzada por las narrativas oficialistas.
La obra de Michel Nieva se posiciona entonces como un contracanto de la ciencia ficción estadounidense y permite vislumbrar experiencias distintas del futuro a través de su parodia instalada en el sur global. Esta intención se mantendrá incluso en sus obras más recientes, como La infancia del mundo (2023), o en las actualizaciones ensayísticas a partir de textos como Tecnología y Barbarie (2024). Las operaciones intertextuales constituirán una vía luminosa para comprender la obra de este autor, tan interesado por indagar en el presente a través de los lenguajes pasados y futuros.
1 Michel Nieva, ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2013, p. 7.El narrador advierte la frase octosilábica, que alude a la métrica de la literatura gauchesca, ejemplo de ello es El Martín Fierro (1872), de José Hernández, escrito en octosílabos, en un pretendido afán por replicar el lenguaje de los gauchos.
2 ibid. p. 9.
3 Herman Melville, Bartleby, el escribiente, Nórdica libros, Madrid, 2013, 87 pp. [En línea]: .https://es.bookmate.com/reader/syykCklL?resource=book [Consulta: 25 de noviembre de 2024].
4 ibid. p. 10.
5 Mary W. Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo, El Cid Editor, Córdoba, 2009. [En línea]: https://es.bookmate.com/reader/ha7974NU?resource=book [Consulta: 19 de noviembre de 2024]
6 Este episodio evoca también relatos como “La fiesta del monstruo” o “El matadero”; no obstante, para efectos de este texto únicamente se desarrolla su engarce paródico a “El niño proletario”, contemplando el epígrafe que Nieva elige para la novela: “¡El país argentinoide!”, firmado por Lamborghini.
7 Nieva, op. cit., p. 21.
8Osvaldo Lamborghini, “El niño proletario”, en Cosecha Roja (20 de enero, 2020), [En línea]: https://www.cosecharoja.org/el-nino-proletario/ [Consulta: 22 de noviembre de 2024].
9 idem
10 Hutcheon, op. cit., p. 178.
11Domingo Faustino Sarmiento, Carta a Bartolomé Mitre. Archivo histórico [En línea]: https://www.educ.ar/recursos/128668/carta-de-sarmiento-a-mitre-sobre-gauchos [Consulta: 25 de noviembre de 2024].
12 Domingo Faustino Sarmiento, Diario El Nacional (25 de noviembre, 1876) Argentina.
13 Nieva, op. cit., p.64.
14 Cecilia Novella, Elementos carnavalescos bajtinianos en dos obras de B. de Torres Naharro, University of Alberta, p. 308. [En línea]: https://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/elementos-carnavalescos-bajtinianos-en-dos-obras-de-b-de-torres -naharro/ [Consulta: 28 de noviembre de 2024].
15 ibidem, p.69. 16 ibidem, p. 70
16 ibidem, p. 70
Bibliografía
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HUTCHEON, Linda, “Ironía, sátira, parodia” en Hernán Silva (comp.), De la ironía a lo grotesco (en algunos textos literarios hispanoamericanos), UAM-I, México, 1992, pp.171-193.
LAMBORGHINI, Osvaldo, “El niño proletario”, en Cosecha Roja (20 de enero, 2020), [En línea]: https://www.cosecharoja.org/el-nino-proletario/ [Consulta: 22 de noviembre de 2024].
MELVILLE, Herman, Bartleby, el escribiente, Nórdica libros, Madrid, 2013, 87 pp. [En línea]: .https://es.bookmate.com/reader/syykCklL?resource=book [Consulta: 25 de noviembre de 2024].
NIEVA, Michel, ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 98 pp.
NOVELLA, Cecilia, Elementos carnavalescos bajtinianos en dos obras de B. de Torres Naharro, University of Alberta, p. 305- 310. [En línea]: https://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/elementos-carnavalescos-bajtinian os-en-dos-obras-de-b-de-torres-naharro/ [Consulta: 28 de noviembre de 2024].
SARMIENTO, Domingo Faustino, Diario El Nacional (25 de noviembre, 1876), Argentina.
———————-Domingo Faustino, Carta a Bartolomé Mitre. Archivo histórico [En línea]: https://www.educ.ar/recursos/128668/carta-de-sarmiento-a-mitre-sobre-gauchos [Consulta: 25 de noviembre de 2024].
SHELLEY, Mary W., Frankenstein o el moderno Prometeo, El Cid Editor, Córdoba, 2009. [En línea]: https://es.bookmate.com/reader/ha7974NU?resource=book [Consulta: 19 de noviembre de 2024]
Tomado de https://morfemacero.com/
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