Nellie Campobello: la gran narradora y coreógrafa de la Revolución Mexicana

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En la actualidad, no podríamos entender la literatura nacional y la Revolución Mexicana sin el trabajo de varios destacados autores. Lejos de los discursos que encumbran exclusivamente figuras masculinas, es innegable la trascendencia que ha tenido en estos rubros la escritora, periodista, bailarina y coreógrafa Nellie Campobello. Por si esto fuera poco, su labor en la danza legó una serie de escuelas e instituciones culturales dedicadas a su enseñanza. Como ninguna otra narradora, su vida y obra forjaron buena parte del ámbito cultural de nuestro país.

Orígenes de Nellie Campobello: una infancia revolucionada

Francisca Ernestina Moya Luna (el verdadero nombre de Nellie Campobello), nació el 7 de noviembre de 1900 en el poblado de San Miguel de las Bocas, hoy Villa Ocampo, Durango. Sin embargo, su familia se mudó a Hidalgo del Parral, Chihuahua. Allí pasó su infancia y juventud, rodeada por los combates de la Revolución Mexicana. Atestiguó el paso de las tropas de Francisco «Pancho» Villa incontables veces. La violencia y la muerte fueron tan cotidianas, que más tarde las evocaría en sus relatos sobre la lucha en el norte mexicano.

Tras la muerte de su madre, la familia se mudó a la Ciudad de México a finales de 1923. Es en la capital del país donde Francisca descubrió la danza durante sus estudios en el Colegio Inglés, junto a su hermana Gloria. También en ese mismo año conoció al periodista y escritor Martín Luis Guzmán, uno de los grandes autores de la novela de la Revolución Mexicana.

El deslumbrante inicio de su carrera literaria: Cartucho

Ya hacia finales de los años veinte, Francisca ya era conocida como Nellie Campobello. Parece ser que el nombre Nellie, lo adoptó a razón de ser el de una querida mascota de su madre. El Campobello por otro lado, lo tomó de su padrastro Jesús Campbell Morton de acuerdo a algunos, o del doctor Ernesto Stephen Campbell, según otros. En aquellos años publicó su primer libro, Francisca Yo! Versos (1929), bajo el auspicio del pintor Gerardo Murillo, el famoso Dr. Atl, quien ilustró la portada.

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Sin embargo, en 1931 vería la luz su obra más importante: Cartucho, relatos de la lucha en el norte de México. En palabras de la misma autora, este libro buscaba reivindicar varias figuras de la Revolución Mexicana, juzgadas por el maniqueísmo del poder. Entre ellas destacaba Pancho Villa. El tomo está constituido por relatos cortos de episodios o personajes de Parral y de Villa Ocampo. Están contados desde la perspectiva de una niña. Esta visión fue innovadora dentro de la literatura de la Revolución. Otra característica importante del título, es que se narra desde espacios privados: la casa de Nellie y de sus vecinos de la calle Segunda de Rayo en Parral, la mayoría de ellos niños y mujeres.

La danza

Mientras siguió escribiendo y presentando nuevos libros como Las manos de mamá (1937), Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa (1940) o Ritmos indígenas de México (1941), Nellie Campobello también se entregó a su otra disciplina: la danza. Había destacado tanto en este rubro, que ya para los años treinta era considerada Prima Ballerina de México.

Para la conmemoración del inicio de la Revolución Mexicana, el gobierno le comisionó la presentación de una coreografía que representara al movimiento armado y sus conquistas sociales (la educación pública, la paz, etcétera). En noviembre de 1931, Campobello presentó el Ballet de masas 30-30 en el Estadio Nacional de México, que representaron estudiantes de la Escuela Plástica Dinámica (hoy Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello) y niños de primaria, quienes simbolizaban al pueblo. Nellie, vestida de rojo, representó a la Revolución misma. El Ballet de masas 30-30, posteriormente, se iría de gira por todo el país como parte de las Misiones Culturales. Sería montado nuevamente para el presidente Lázaro Cárdenas en 1935.

El impulso que brindó al ballet y a la danza fueron más que importantes. Dio clases en escuelas públicas y en la UNAM. En 1932 se inauguró la Escuela Nacional de Danza, de la que será su principal promotora y directora, de 1937 a 1984. En el año de 1943 fundó, con el apoyo de su hermana Gloria, Martín Luis Guzmán y el muralista José Clemente Orozco, el Ballet de la Ciudad de México.

Desaparición y muerte

El pasar del tiempo consolidó el reconocimiento tanto de la obra literaria de Nellie Campobello, como su labor en la danza. Después de que fallecieron su hermana y Luis Guzmán, se mantuvo como directora de la Escuela Nacional de Danza hasta 1983, año en que se retiró por causas de salud.

Sin embargo en 1984, la octogenaria escritora y coreógrafa, desapareció de manera súbita de los lugares que frecuentaba. También se esfumaron sus pertenencias y las valiosas pinturas de Diego Rivera y José Clemente Orozco que poseía. La última vez que Nellie apareció en público fue en febrero de 1985, cuando la presentaron ante un juzgado para supuestamente despejar los rumores sobre su secuestro.

En 1998, a raíz de que la afamada narradora y bailarina no acudió al homenaje que se le había preparado en el Palacio de Bellas Artes, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal investigó el asunto, gracias a la presión de artistas e intelectuales. La institución hizo un terrible descubrimiento: Nellie Campobello había muerto hacía mucho tiempo, el 9 de julio de 1986. Fue enterrada de forma casi clandestina en el cementerio del municipio Progreso de Obregón, en el estado de Hidalgo. En sus últimos días, fue privada de la libertad por Claudio Fuentes Figueroa (o «Claudio Niño Cienfuentes») y su esposa, una antigua alumna de Nellie, María Cristina Belmont. Después de la indignante noticia, sus restos fueron trasladados a su natal Villa Ocampo, en Durango, donde se encuentra actualmente su tumba. Por su parte, los responsables de mantenerla cautiva fueron a prisión, pero no cumplieron la totalidad de la sentencia impuesta. Fueron puestos en libertad poco después.

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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/