Lynne Ramsay en el 10º aniversario de ‘Tenemos que hablar de Kevin’: «El cine siempre ha sido más clasista que sexista»

La directora escocesa, que recibe el Premio Luna de Valencia en el Festival Cinema Jove, anuncia nuevo proyecto e insiste en las claves de un cine concebido como martillo contra lo obvio Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura...

Actualizado Lunes,
21
junio
2021

01:35

La directora escocesa, que recibe el Premio Luna de Valencia en el Festival Cinema Jove, anuncia nuevo proyecto e insiste en las claves de un cine concebido como martillo contra lo obvio

La directora Lynne Ramsay el sábado en Valencia.

Su primer contacto con España fue merced a la tomatina de Buñol. Y eso marca. No es lo mismo conocer un país de gira con un crucero turístico que hacerlo en medio de una tormenta de sangre. Por muy incruenta y festiva que sea. Se diría que la relación que la escocesa Lynne Ramsay (Glasgow, 1969) guarda con el mundo en general y con el cine muy en particular es esencialmente sanguínea, febril y buñolina incluso. «Recuerdo que los tomates llovían sobre la cámara y Tilda Swinton, en medio, disfrutaba como una posesa. No hubo preparación de ningún tipo. Simplemente nos dejamos llevar. Fue un momento de éxtasis. Y de cine», comenta mientras fuma, toma café y se deja llevar por los recuerdos de una película, Tenemos que hablar de Kevin, de la que ahora se cumplen diez años y que, a su manera, lo revolucionó todo. O casi. Nunca antes la maternidad fue abordada desde la culpabilidad; nunca antes la relación materno-filial se planteó como el mayor de los sufrimientos, y nunca jamás el espectador fue invitado a sufrir de manera tan orgánica y conscientemente clara.

«Planteé la película como una gran duda. ¿Qué pasa si no amo a mi hijo? ¿Qué pasa si él se da cuenta y me odia por ello? Es un tema tabú y, por esa razón, muy inquietante», continúa con una sonrisa. Ramsay ha vuelto a la Comunidad Valenciana para recibir el Premio Luna de Valencia que le otorga el recién inaugurado festival Cinema Jove. El aniversario de su película más emblemática es más un feliz efecto colateral que el motivo de un galardón que quiere reconocer a una de las voces y miradas más genuinas del cine contemporáneo. Y eso es así por su crudeza y puntería a la hora de retratar cada una de las incertidumbres que se asoman a la mirada de un crío, de una madre, de un hombre solo y roto… «En realidad, no sé por qué he acabado haciendo películas tan oscuras y tan turbadoras. Sólo sé lo que busco. Cuando veo una película, me gusta trabajar, que no me lo den todo hecho. Me gusta involucrarme en el misterio, incluso si no sé a dónde me va a llevar. Sobre todo, si no sé dónde me lleva e, incluso, si me vuelve un poco loca. Disfruto de esa experiencia: me aburre la comida con cuchara», zanja para marcar los límites de una cinematografía tan influenciada por David Lynch como por Terrence Malick, Andrei Tarkovski o John Cassavetes. «De Francis Bacon a Pedro Almodóvar, me interesa todo aquél que se cuestiona lo real», añade.

La que habla, para situarnos, cuenta en su limitada filmografía motivos de sobra para la devoción. En apenas cuatro largometrajes (el ya citado, además de Ratcatcher, El viaje de Morvern y, sobre todo, En realidad, nunca estuviste aquí con Joaquin Phoenix en despliegue estelar) ha construido un mundo convulso donde el estilo, desde la siempre inestable puesta en escena al sonido envolvente de cristales rotos, es el argumento. Por el camino, ha dejado de hacer otros tantos proyectos entre los que destacan La venganza de Jane (que acabó filmando Gavin O’Connor) y The Lovely Bones (del que se encargó finalmente Peter Jackson). «No sé si tiene mucho sentido analizar lo pasado. Lo que he podido comprobar en mis carnes es que la industria del cine es completamente sexista y tiene un sesgo de clase evidente. Diría que es más clasista que sexista. Vengo de una familia de clase trabajadora y tengo un fuerte acento escocés. Sé de qué hablo. Me refiero a nivel de productores y distribuidores. Te tratan siempre con una condescendencia como diciéndote: sé más que tú», comenta a la vez que se ríe y se felicita por la cantidad de directoras nuevas que cree identificar en los últimos tiempos. «Las cosas, creo, están cambiando».

Cuenta que entre las experiencias más brutales, y sinceras y definitivas, vividas en su profesión, pocas comparables a la de trabajar con Joaquin Phoenix. «Tuvimos muy poco tiempo y presencié como, en unas semanas, ganó una cantidad de peso enorme, que luego tuvo que perder rápidamente para su siguiente película. Llegaba muy temprano al set de rodaje y te obligaba a cuestionarte cada línea de guión que sonara a lugar común», recuerda. Ahora, a tres años de vista de En realidad, nunca estuviste aquí, el prodigio que sorprendiera en Cannes, prepara un nuevo trabajo basado en la novela de Stephen King La chica que amaba a Tom Gordon. «Siempre quise conocer a King desde que de pequeña vi en la tele la adaptación de El misterio de Salem’s Lot y mi hermano jugaba a asustarme disfrazado de vampiro», dice y precisa: «En cualquier caso, mi nueva película no es una cinta de terror. Es la historia de una niña perdida en un bosque que calificaría como relato de supervivencia». De nuevo, la mirada infantil; otra vez, el horror de lo adulto, de lo incomprensible. «El cine sólo tiene sentido si te hacen dudar», sentencia, se toma un segundo y concluye: «Como dudé de la cordura de la gente en Buñol». Y se ríe.

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más

#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura