No leo todo lo que querría, pero desde luego no será por falta de opciones. No solo por el catálogo, ojo: mi lista de libros pendientes crece al mismo ritmo que la de series, películas o juegos pendientes. Hablo de las opciones que tenemos para leer a nivel de dispositivo.
Aquí el discurso popular suele favorecer a la lectura de libros en papel —la forma original, la más pura y la más valorada— o la lectura de libros electrónicos en un lector como los Kindle de Amazon o los Kobo de Rakuten.
Esta segunda opción ha ganado más y más peso gracias a las muchas virtudes de estos dispositivos. Las pantallas de tinta electrónica no cansan la vista, la retroiluminación permite usarlas de noche (y sin molestar a tu pareja), la resistencia al agua y al polvo favorece que te los lleves a la piscina y la playa, y además cuentan con una autonomía fantástica y con opciones como el resaltado de texto o los marcadores.
Y sin embargo, la gente sigue leyendo libros electrónicos en el móvil o en la tableta. Hay quien critica tal opción, y desde luego tanto el uno como la otra no plantean la opción ideal para los lectores.
Las pantallas, a menudo demasiado brillantes, no son las mejores para sesiones de lectura prolongadas, pero además está el otro gran inconveniente de los móviles: hay demasiadas distracciones asociadas a ellos.
Mientras estás leyendo, lo más probable es que se te ocurra mirar un momento esa red social o esa otra, o mandar un mensaje, o ver un vídeo de YouTube, o cualquier otra cosa. No es que no seamos capaces de concentrarnos en algo: es que no queremos hacerlo.
Por eso el libro o el lector de e-books son también muy apreciados para leer: no invitan a distraerse, así que con ellos es posible alcanzar ese «estado de flujo» en el que nos metemos de lleno en esas páginas, sean de papel o digitales, y perdemos la noción del tiempo al pasarlas. Que el libro nos atrape, ojo, también tiene mucho que ver.
Leer en el móvil puede ser estupendo
Conozco bien todas esas ventajas y desventajas, como seguramente lo haréis vosotros, xatakeros, y a pesar de ello tengo una cosa clara: leer en el libro en el móvil es igualmente fantástico. O en una tableta, que para el caso es lo mismo.
Yo no lo hago siempre, desde luego: mi Kobo Libra H2O es mi dispositivo predilecto para leer. Esos botones físicos para pasar página mientras lo sujeto con una sola mano me parecen un inventazo, por ejemplo, y poder ajustar la retroiluminación deslizando el dedo de arriba a abajo en el lateral izquierdo de la pantalla es otro life-hack de lo más útil, pero el lector de e-books tiene un problema: no siempre lo llevo conmigo.
Que es precisamente la ventaja del móvil. Casi siempre lo tengo a mi lado. Que sea tu acompañante es una ventaja fundamental a la hora de utilizarlo para todo tipo de cosas, y leer es sin duda una de ellas. Pero es que a lo largo de los años han surgido una serie de aplicaciones y servicios que hacen que la lectura en móviles y tabletas se acabe convirtiendo en una opción estupenda.
La más conocida es sin duda la aplicación móvil de Kindle, que eso sí, tiene una primera pega importante: no permite comprar libros directamente desde ella, algo inexplicable y que fuerza a comprarlos en un navegador en Windows, macOS o Linux, lo que hará que automáticamente ese libro aparezca en nuestra biblioteca Kindle. Al parecer en dispositivos Samsung si uno instala la app de Kindle desde la Galaxy Store de Samsung —y no desde la Play Store de Google— sí se permite esa opción, pero es algo que no he podido comprobar.
Salvo por ese curioso defecto, la aplicación de Kindle, como muchas de sus alternativas, lo pone todo muy fácil para que disfrutemos de la lectura. Las opciones de personalización —color de fondo y de tipografías, tipo de tipografía, brillo, etc— se unen a las que facilitan la experiencia y la enriquecen —marcadores, Word Wise si lees en inglés para explicar conceptos—.
Poder además sincronizar todo lo que hacemos en el móvil con lo que hacemos en un lector de e-books Kindle es otra ventaja clara, y la esgrime tanto la app de Kindle como la de Kobo, que proporciona básicamente las mismas ventajas y que yo ciertamente uso más precisamente por usar un lector físico de la marca.
Yo además aprovecho otras aplicaciones como Moonreader, que es mi preferido para leer libros sin DRM en el móvil, y que cuenta con un par de opciones especialmente fantásticas.
La primera, la personalización del gesto para pasar página. Yo normalmente sujeto el móvil con la mano izquierda cuando leo en él, y tengo configurado que al tocar en la parte izquierda de la pantalla pase página adelante.
Eso hace que con un simple toque de pulgar en la esquina inferior izquierda avance en la lectura, y me libera de tener que hacer el gesto de deslizar página que es muy bonito y replica el paso de páginas en un libro de papel, pero que acaba siendo pesado.
La segunda, que uso algo menos, es el llamado «Desplazamiento automático», que actúa como una especie de «teleprompter» y hace que las líneas se vayan desplazando hacia arriba a una velocidad que tú puedes configurar para adaptarlo a tus necesidades.
Es un modo de lectura que tiene sus pros —flujo constante de esas líneas a la velocidad que elijas, no tienes que tocar nada más— y sus contras —no «descansas» de ese flujo, y algunas frases normalmente requieren más atención o invitan a hacer una pequeña parada y una reflexión que otras.
Los móviles tienen además otra ventaja interesante: la presencia de bibliotecas digitales. Yo uso por ejemplo eBiblio, y aprovechar los préstamos de libros —20 días— para leerlos es una forma fantástica de llevar el concepto de bilbioteca de toda la vida al móvil. Puede que no encuentres los libros más actuales y que los bestsellers estén muy demandados, pero la oferta es absolutamente fantástica y además puede suponer un ahorro interesante a lectores voraces.
Estos últimos, por cierto, cuentan con plataformas de suscripción como Kindle Unlimited. Yo no la he usado porque no tengo tanto tiempo para leer tanto como para sacarle partido, pero es de nuevo otra gran opción que aprovechar en móviles, tabletas y, por supuesto, dispositivos Kindle (u ordenadores, que es otra alternativa, aunque probablemente usada de forma anecdótica).
La lectura en el móvil tiene otras ventajas interesantes en mi caso. La primera, ya citada, es que siempre tengo el móvil cerca y por tanto puedo aprovechar para leer en cualquier momento y lugar. También por la noche, antes de acostarme, aunque es cierto que aquí uso siempre mi lector de libros electrónicos de Kobo. Solo cuando viajo, si no me llevo el Kobo, acudo a esa opción.
La última, aún más interesante para los que vamos acusando la edad, es la de poder ajustar el tamaño de letra. Tengo una presbicia que de hecho va a más —nada divertida cuando vas a comer a algún sitio y te dan un menú que usa Arial 12—, y la ventaja en móviles y tabletas es que uno puede ajustar el tamaño de letra a aquella que le sea más cómoda para no tener que usar gafas. Eso, que también es fantástico poder configurar en lectores de libros electrónicos, es una pequeña pero apreciable desventaja (al menos, para mí) de los libros de papel.
Todo eso hace que para mí leer en el móvil sea una opción estupenda. No es la predilecta en mi caso, ojo: el lector de libros electrónicos de Kobo sigue ganando en experiencia de uso, y me encanta leer un libro impreso aunque ya no lo haga tan a menudo.
Así pues, ¿es realmente tan malo leer libros electrónicos en el móvil? Para mí no. El fotógrafo Chase Jarvis acuñó la frase «la mejor cámara es aquella que está contigo» —escribió un libro con ese título, de hecho—, y recordé la cita al pensar precisamente en esta cuestión.
Puede que sea tan simple como eso. Que la mejor forma de leer un libro es la que tengas contigo. Si es un libro fantástico. Si es un lector de e-books, lo mismo. Y si es un móvil o una tableta, también.
Lo bueno es leer libros.
En Xataka | Tras años leyendo libros en móviles y tablets, sucumbí a un Kindle. Ojalá lo hubiese hecho mucho antes
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