La reprimenda del Senado a los aranceles del presidente Trump sobre Canadá, aprobando una resolución para revocarlos por 51-48 votos, marca un desafío significativo al comienzo de su segundo mandato. Si bien la resolución actualmente tiene poco peso práctico mientras Trump sigue adelante con aranceles aún mayores, la votación destaca una creciente vulnerabilidad para el partido Republicano.
La afirmación de Trump de que sus aranceles impulsarán la economía contradice directamente la reacción del mercado, que vio el peor día para el S&P 500 y el Nasdaq desde 2020. Esto, junto con las encuestas existentes que muestran una desaprobación pública generalizada de sus políticas económicas y la estimación del Yale Budget Lab de una pérdida promedio de $3,800 por hogar debido a los aranceles, presenta un arma política potente para los demócratas.
La votación del Senado subraya el poder constitucional del Congreso sobre los aranceles, un poder que los republicanos han cedido en gran medida al poder ejecutivo. Si bien no iniciaron las guerras comerciales, poseen la capacidad de ponerles fin. Esta realidad se ve reforzada por un proyecto de ley de financiación gubernamental reciente que evitó estratégicamente una votación sobre la finalización de los aranceles de Trump sobre Canadá y México. Sin embargo, esta táctica de evasión puede resultar insostenible. El representante Gregory Meeks está explorando una «petición de descarga» para forzar una votación en la Cámara sobre la resolución del Senado, y el senador Kaine planea un esfuerzo similar con respecto a los aranceles recién anunciados por Trump.
Aumenta la presión con un proyecto de ley bipartidista presentado por los senadores Grassley y Cantwell que exige la ratificación del Congreso de los nuevos aranceles dentro de los 60 días. La creciente disidencia republicana, con al menos seis senadores que ahora se oponen públicamente a la política arancelaria de Trump, incluido el senador Tillis e incluso críticas moderadas del senador Cruz, sugiere una posible grieta en el frente unido del partido.
Para los demócratas, esta situación presenta un escenario en el que todos ganan. La oposición republicana a las medidas que revierten los aranceles de Trump proporciona un potente material de campaña, mientras que incluso las deserciones menores dentro del GOP podrían obstaculizar significativamente su agenda legislativa.
El éxito legislativo del partido republicano depende de dos factores: sus estrechas mayorías y la capacidad de Trump para mantener la unidad del partido. Los eventos recientes, como el intento fallido del presidente de la Cámara, Mike Johnson, de bloquear un proyecto de ley que permite la votación por poderes para los nuevos padres, demuestran la fragilidad de su posición. Incluso con la influencia de Trump, lograr un apoyo casi unánime para la legislación es un proceso lento y potencialmente paralizante.
La capacidad de Trump para sofocar la disidencia interna ha sido crucial para el progreso legislativo del GOP. Ha logrado desactivar posibles rebeliones dentro del partido, influyendo más recientemente en la aceptación por parte del Senado de una resolución presupuestaria. Sin embargo, cualquier debilitamiento del control de Trump podría conducir a negociaciones prolongadas, un bloqueo legislativo y, en última instancia, a una menor eficacia para la mayoría republicana.
La pregunta sigue siendo: ¿Trump dará marcha atrás en sus políticas arancelarias y los republicanos desafiarán su autoridad? Actualmente, el temor a las represalias de Trump mantiene a los legisladores republicanos en línea. Cualquier cambio en esta dinámica podría tener consecuencias significativas, potencialmente detener los aranceles dañinos, mejorar la economía e incluso poner en peligro la mayoría republicana en el Congreso.
Tomado de https://feeds.nbcnews.com/msnbc/public/news
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