La Espiga de Oro de la Seminci rinde culto al cine con la película india ‘Last Film Show’

La película española de Neus Ballús 'Seis días corrientes' se hace con la Espiga de Plata por su retrato divertido, crudo y sin prejuicios del presente a través de la vida de tres trabajadores en la periferia de Barcelona Leer#ExpresionSonoraNoticias Tomado...

Actualizado Sábado,
30
octubre
2021

13:27

La película española de Neus Ballús ‘Seis días corrientes’ se hace con la Espiga de Plata por su retrato divertido, crudo y sin prejuicios del presente a través de la vida de tres trabajadores en la periferia de Barcelona

El director de cine indio Pan Nalin.Nacho GallegoEFE

La definición corta de ‘Last Film Show’ -la película de Pan Nalin que, con acierto, unas gotas de populismo y mucho compromiso, el jurado de la 66 edición de la Seminci coronó con la Espiga de Oro– podría ser algo así como una nueva versión menos acaramelada y ligeramente más cruda (y sin Morricone) de ‘Cinema Paradiso’.

Pero como todas las descripciones perezosas, por demasiado evidentes, no hace justicia. El estribillo es parecido, pero la melodía discurre más honda y muy pendiente de no caer en cada una de las infinitas trampas que la propia película se tiende. Y nos tiende. Y así, poco a poco, lo que se adivinaba en sus primeros planos y en su declaración de intenciones («Gracias por iluminar el camino…», se lee) como una reformulación de lo mismo, de la fascinación por la fascinación de luz y el cine, poco a poco se alza como una emotiva, transparente y extremadamente honesta refutación incluso de cada uno de los lugares comunes que pisa.

Nalin, que adquiriera notoriedad mundial con su debut de 2001, ‘Samsara’, se cuenta a sí mismo en la historia del niño Samay empeñado en hacer del cine Galaxy de su ciudad y de los héroes de Bollywood su único universo posible. Con un pie en Leone y otro en Satyajit Ray o Renoir, la cinta consigue mantenerse en todo momento en un lugar tan cálido y reconocible como perfectamente consciente de sí. Asusta que la película no tenga ningún pudor en reconocer a los maestros en los que hace pie de forma expresa y mediante un rótulo que no admite dudas.

Y allí figuran desde los Lumière a Eadweard Muybridge pasando por David Lean, Stanley Kubrick y Andrei Tarkovsky. Pero, en realidad, eso no hace más que confirmar la absoluta entrega y honestidad, que no ingenuidad, lejos tanto del academicismo cargante como de la nostalgia de botellón, con la que Nalin nos cuenta una historia que, en verdad, es la suya. Y apurando, a un lado los colores de la geografía, la de todos nosotros.

La película narra la aventura existencial de su protagonista empeñado en llevar la contraria su padre beato, a su clase social pobre, a su profesor de matemáticas miope y a la tradición espesa que todo lo solidifica. Pero también, un paso más allá, al progreso que de forma indefectible acaba con el cine que el joven Samay convirtió en suyo. Es más reconocimiento que nostalgia, más carta de amor que simple homenaje. Es la historia de una pelea que también lo es del simple ejercicio de crecer. Y así.

Por lo demás, cabría discutir si ‘Last Film Show’ merece más que grandes e irrefutables películas de la temporada que competían con ella. En la sección oficial, no se olvide, figuraban buena parte de las mejores producciones proyectadas tanto en Venecia como antes en Cannes. Ahí estaba el León de Oro, ‘El acontecimiento’, de Audrey Diwan, o las premiadas en la Croisette ‘Compartimento nº 6’ de Jugo Kuosmanen y ‘La peor persona del mundo’ de Joachim Trier, o ‘El contador de cartas’ de Paul Schrader. Es lógico pensar que el jurado presidido por Deepa Metha decidió dar visibilidad a lo que aún no la tiene. Y eso, siendo discutible, se antoja si no justo sí justificable.

El resto del palmarés hizo suya la misión autoimpuesta de dar voz a lo que aún no la tiene. Y de este modo, concedió la Espiga de Plata al prodigio de Neus Ballús que tras ser presentado en el Festival de Locarno aterrizaba en Valladolid convencido de borrar la línea que separa la ficción y la realidad con una vocación casi suicida. ‘Seis días corrientes’ es la historia de tres trabajadores de una pequeña empresa de fontanería y electricidad en la periferia de Barcelona que de repente se convierten en la más transparente, divertida y cruel (todo a la vez) ventana al mundo laboral y a todos los demás.

El suizo Fred Ballif se convirtió en mejor director por su mirada verista y extremadamente desnuda de los hogares de acogida en ‘La fam’. Y los intérpretes señalados fueron Yury Borisvo por ‘Compartimento nº 6’ y Yilka Gashi por ‘The Hive’. Los dos muy lejos de lo más evidente que podrían ser los trabajos de Renate Reinsve en ‘La peor persona del mundo’ o el mismo Oscar Isaac en ‘El contador de cartas’. Pero por eso existen los jurados. Y los fallos de los jurados.

Así las cosas, la Seminci se cierra con una Espiga de Oro notable encuadrada en una sección oficial, que si no de riguroso estreno, sí muy brillante.

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más

#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura