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Por Alejandro Palma
Lula: "Estados Unidos es un gran país, pero no tiene el don del mundo".
El presidente brasileño reflexiona sobre democracia, liderazgo global y las responsabilidades de gobernar en un mundo interconectado.
En un discurso reflexivo y moderado, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ofreció una crítica constructiva al papel que Estados Unidos ha desempeñado históricamente en la política internacional. A través de sus palabras, Lula llamó a la cordura, la madurez y el respeto mutuo como principios fundamentales para enfrentar los desafíos globales actuales.
"Se nos vendió la idea de que Estados Unidos era el símbolo de la democracia", afirmó Lula durante un video reciente. Sin embargo, matizó esta percepción señalando que también se ha instalado en la conciencia colectiva la imagen de Estados Unidos como un "sheriff del mundo", interviniendo en asuntos internacionales bajo la justificación de defender sus intereses o promover la democracia. Este comportamiento, según Lula, puede generar tensiones innecesarias y socavar la cooperación global.
El mandatario brasileño aprovechó su intervención para criticar la polarización y las provocaciones constantes que caracterizaron, en su opinión, la gestión del expresidente Donald Trump. "Es necesario volver al buen sentido, a la madurez, a las responsabilidades. Usted no puede gobernar haciendo provocación por todos lados, todo el tiempo. Nadie puede gobernar así", declaró Lula, subrayando que incluso un país tan poderoso como Estados Unidos debe actuar con prudencia y equilibrio.
Un llamado al realismo y la humildad.
Uno de los puntos centrales del discurso de Lula fue su rechazo a la noción de que Estados Unidos tenga algún tipo de derecho divino o supremacía moral para imponerse sobre otras naciones. "Estados Unidos es un país grande, poderoso, pero no tiene el don del mundo", enfatizó. Esta frase, contundente y directa, resume su visión de que ningún país, por más influyente que sea, debería arrogarse el papel de árbitro global.
Para Lula, la clave está en reconocer las limitaciones del poder y asumir las responsabilidades que vienen con él. En este sentido, defendió la importancia de mantener relaciones diplomáticas basadas en el respeto mutuo y el diálogo civilizado. "No se eligió a mandar al mundo. Fue electo para gobernar los Estados Unidos", sentenció, recordando que el rol de cualquier líder debe centrarse en servir a su propio pueblo mientras fomenta la cooperación con otros países.
Respeto por la elección democrática
A pesar de sus críticas, Lula dejó claro que respeta el proceso democrático que llevó a Donald Trump a la presidencia. "Yo respeto la elección de Trump. Él fue elegido presidente de la república por el pueblo americano", afirmó. Sin embargo, matizó su postura al señalar que este respaldo no implica apoyar todas sus acciones o decisiones. "Él tiene todo mi respaldo para gobernar los Estados Unidos, para mantener relaciones democráticas y civilizadas con el resto del mundo", agregó.
Este equilibrio entre el respeto por el proceso electoral y la crítica a ciertas políticas refleja una postura pragmática y equilibrada. Para Lula, lo importante no es cuestionar la legitimidad de un líder, sino evaluar cómo ejerce su poder y si contribuye a fortalecer la paz, la estabilidad y la justicia tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Un mensaje universal
Más allá de referirse específicamente a Estados Unidos, el discurso de Lula contiene un mensaje universal sobre la necesidad de liderazgos responsables y visionarios en un mundo cada vez más interdependiente. En un contexto marcado por tensiones geopolíticas, crisis climáticas y desigualdades crecientes, su llamado a la madurez y al buen juicio resulta más relevante que nunca.
"La democracia no es solo elecciones libres; es también respeto a las instituciones, a los derechos humanos y al diálogo constructivo", concluyó Lula. Con estas palabras, el presidente brasileño no solo dirigió su mensaje a Estados Unidos, sino también a líderes y ciudadanos de todo el mundo, instándolos a trabajar juntos por un futuro más justo y pacífico.
En un momento en que el multilateralismo parece estar en jaque y las divisiones políticas amenazan la estabilidad global, las reflexiones de Lula invitan a repensar el papel de las grandes potencias y a priorizar la cooperación sobre la confrontación. Su mensaje es claro: ningún país tiene el "don del mundo", pero todos tienen la responsabilidad de construir un mundo mejor.
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