febrero 19, 2025

El juicio a Dominique Pellicot 

El juicio a Dominique Pellicot 

“Al salir de la corte, la víctima afirmó: ‘Quise, al abrir las puertas de este juicio, que la sociedad pudiera implicarse en los debates que se celebraron. Confío en nuestra capacidad de construir colectivamente un futuro en el que todos, mujeres...Tomado de https://morfemacero.com/

El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

I. Dos juicios 

A finales del siglo XIX, en 1898, Emilio Zola, afamado escritor, denunció, en la famosa carta «Yo acuso» dirigida al presidente de Francia, León Fauré, el antisemitismo y los engaños del «affaire Dreyfus» mediante el cual le querían endilgar al capitán francés culpas que habían cometido otros mandos en el Ejército. El proceso fue el más importante de la época. Hoy, ese lugar lo ocupa el juicio a Dominique Pellicot y otros 51 acusados. Veamos. 

II. Hechos

Durante años, Dominique Pellicot, un hombre cualquiera, sin mayores méritos ni aparentes vicios o defectos, drogó en Mazan, una pequeña población cerca de Avignon, a su mujer Gisèle para hacerla perder la conciencia y ponerla a disposición de otros hombres -igual de anodinos- para que la usaran sexualmente mientras él los filmaba. Eso pasó durante años. 

Un policía inició una investigación contra Dominique, que filmó en la calle a una mujer con el fin de verla en ropa interior, sin su consentimiento. Fue acusado por una pena menor pero se inició una investigación. Al estar en su casa, los investigadores descubrieron un disco duro donde se guardaban las filmaciones que había hecho de su mujer siendo violada por los hombres que él contactó para ofrecérsela a cada uno. Así inició el juicio. 

III. El juicio 

En el caso de delitos sexuales, la víctima puede optar porque el juicio sea a puertas cerradas. Gisèle Pelicot decidió que el juicio fuera público y que en él estuvieran su marido y los 51 co-acusados. Quería «que la vergüenza no estuviera del lado de la víctima». Dominique, el marido, fue condenado a 20 años. Los demás, con diferentes penas. El segundo en número de años fue un joven seropositivo que, conociendo su condición -aunque su carga viral era baja- fue seis veces a abusar de Gisele. 

El tribunal señaló, contundente: «No existe derecho que proteja el supuesto error de violar sin intención, de violar por accidente, de violar involuntariamente, de violar por estupidez, de violar por falta de cultura. Todos han «elegido». Todos han escogido aprovecharse de un cuerpo del que ninguno podía seriamente no percibir que era incapaz de expresar consentimiento». 

La hija de Dominique le dijo a su padre en el juicio: «No quiero verte jamás por el resto de tu vida; morirás como un perro». Dominique contestó: «Todos morimos solos». Sin comentarios. 

IV. Defender lo indefendible.

«Usted y yo vamos a estar en esto totamente solos», le dijo a Dominique Pellicot su abogada defensora, Beatrice Navarro, apodada «la abogada del diablo». Y señala: «Voy a intentar que llegue un mensaje según el cual el hombre a quien yo defiendo no es un monstruo. Lo que ha hecho es monstruoso, incontestable, y no voy a minimizar su responsabilidad. Simplemente digo que se puede hacer algo monstruoso sin ser un monstruo».  Estamos de acuerdo en que todos los procesados tienen derecho a un juicio. Pero, en este caso cuando menos, defender lo indefendible sólo se puede hacer denigrando a la víctima y revictimizándola. ¿Se vale?

IV. Elizabeth Roudinesco

Esta historiadora del psicoanálisis publicó Nuestro lado oscuro: una historia de los perversos (Anagrama, 2009) en donde señala:

«La perversión constituye un fenómeno sexual, político, social, psíquico, transhistórico, estructural, presente en todas las sociedades humanas. Todas las culturas comparten elementos coherentes -prohibición del incesto, delimitación de la demencia, designación de lo monstruoso y lo anormal y, naturalmente, la perversión tiene lugar en esta combinatoria. ¿Qué haríamos sin Sade, Mishima, Jean Genet, Pasolini, Hitchcock y tantos otros, que nos legaron las obras más refinadas que quepa imaginar?».

Al final de su libro, hablando de la Queer theory afirma: «El discurso de la reconversión de las figuras de la sexualidad perversa en una combinatoria de los roles y posturas no deja de ser una nueva manera de normalizar la sexualidad. Borrar las fronteras y negar a la perversión su poder transgresivo en el dispositivo de la sexualidad humana, hasta el punto de censurar su nombre, equivale a hacer de la noción de lo borrado la medida de toda norma».

V. La caricatura y dos películas

Lo anterior se ejemplifica con una caricatura y con un film. En la primera, el director del circo le avisa a la mujer barbuda, al hombre gusano, al enano y a los demás miembros que el circo va a cerrar porque «ustedes ya no son raros». Lo vimos en Freaks, la genial película de Todd Browning de 1932, donde una mujer que quiere aprovecharse del enano es convertida por los otros fenómenos en una gallina. Es el precio de pertenecer a los raros. Pero, según Roudinesco, hoy, los raros somos todos, como se vio en la película Joker, donde toda la sociedad se pone la máscara del personaje.

VI. El discurso de Gisèle

Al salir de la corte, la víctima afirmó: «Quise, al abrir las puertas de este juicio el 2 de septiembre, que la sociedad pudiera implicarse en los debates que se celebraron. Nunca he lamentado esta decisión. Confío ahora en nuestra capacidad de construir colectivamente un futuro en el que todos, mujeres y hombres, puedan vivir en armonía, con respeto y comprensión mutua». Y añadió: «La vergüenza no es para nosotras, es para ellos», al tiempo que activistas contra la violencia sexual colgaron en una pared una pancarta en la que se leía «Merci, Gisèle«.

Yo también digo: Gracias, Gisèle. Gracias a tu valor, a tu integridad, a tu sencillez, este juicio hará historia y sentará un precedente, como fue el juicio al capitán Dreyfus a finales del siglo XIX y principios del XX.  

Tomado de https://morfemacero.com/