El incurable disidente Vasconcelos

El incurable disidente Vasconcelos

“Amargado por su experiencia electoral, Vasconcelos no halló en 1940 mejor empleo que dirigir la revista pro-nazi Timón, financiada por la embajada del gobierno hitleriano en México. La publicación cesó en cinco meses, al ser expulsado el embajador alemán Arthur Dietrich”....Tomado de https://morfemacero.com/

Culturas impopulares

Jorge Pech Casanova

En 1882 la ciudad de Oaxaca era una población aún minúscula. Se reducía a unas cuantas cuadras ubicadas a orillas de un caudal amplio y abundante: el río Atoyac. Rodeada de terrenos pantanosos, la población era vulnerable a no infrecuentes sismos. Alrededor del núcleo urbano donde los españoles afincaron casas con bloques de cantera, los indígenas sobrevivían en terrenos pantanosos sembrando hortalizas y legumbres.

El propio héroe de la Reforma Porfirio Díaz, quien vivió en la zona pantanosa entre 1868 y 1871, en la hacienda La Noria, gobernaba el estado después de ser presidente de la república en el cuatrienio 1876-1880. Tras su mandato, Díaz asumió la gubernatura para dirigir desde su estado natal el proceso por el cual retomaría la silla presidencial por un total de 39 años.

Carmen Calderón Conde guardaba relaciones con la familia Díaz gracias a sus abuelos, así que al casarse con el boticario Ignacio Jacobo Vasconcelos Varela en 1879, tuvo entre los invitados a su boda a algunos miembros de la familia Díaz. En Oaxaca, el boticario y su esposa tuvieron a cinco de sus nueve hijos: Samuel, Luis Marcos, José, María Concepción y Dolores. Lo otros cuatro —Ignacio Florencio, María del Carmen, Carlos Vicente y Soledad— nacerían en diferentes ciudades donde don Ignacio Jacobo ejerció de boticario o en sus comisiones como empleado de la Dirección General de Aduanas.

La señora Calderón de Vasconcelos se aseguró de que sus hijos recibiesen educación religiosa. Nacido el 27 de febrero de 1882, José Vasconcelos Calderón mantuvo aquellos principios, pese a que, ya adulto, sus creencias fueron sacudidas por los violentos sucesos de la revolución mexicana.

José y sus hermanos poco probaron la vida en Oaxaca. Tuvieron que residir en El Paso, en el Estado de México, en Campeche y finalmente en la Ciudad de México, donde el joven Vasconcelos Calderón acudió a la Escuela Nacional Preparatoria. Ahí estaba cuando lo devastó la noticia de la muerte de su madre en 1905. Ya acudía a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de la cual egresó como abogado en 1907.

En 1909, Vasconcelos se hizo parte del Ateneo de la Juventud, donde traducía y leía directamente del francés a Henri Bergson para instruir a sus compañeros Antonio Caso, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Ricardo Gómez Robelo.

El trabajo de Vasconcelos para un despacho estadounidense lo llevó a Durango. En 1910 se afilió al Partido Antirreeleccionista de Francisco I. Madero. Quizá recordó con ironía que su paisano el dictador se había levantado en armas contra Sebastián Ledo de Tejada en 1876 y ganado el cargo presidencial al grito de “sufragio efectivo, no reelección”. El mismo con que lo impugnaban los maderistas.

La revolución mexicana fue una larga sucesión de traiciones, revueltas y asesinatos de caudillos. Pareció concluir en 1920 con el asesinato de Venustiano Carranza y el ascenso al poder del grupo sonorense que encabezó Álvaro Obregón con sus amigos Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta, Francisco R. Serrano Barbeytia y Arnulfo R. Gómez. En el régimen de Obregón, Vasconcelos hizo una activa labor como secretario de Educación Pública en 1921, dio a la luz sus Estudios indostánicos (pionera incursión en el budismo) y fue en 1922 rector fundador de la Universidad Nacional de México.

Vasconcelos pretendió en 1924 ser gobernador de Oaxaca, pero Obregón impuso al cacique Onofre Jiménez Ramírez. Contrariar al caudillo le había costado la vida al gobernador precedente, el general Manuel García Vigil, así que, al ser derrotado en los comicios, Vasconcelos se exilió en España, donde escribió y publicó en 1925 su libro La raza cósmica, manual de racismo que algunos confunden con una obra filosófica.

Vasconcelos regresó a México en 1929 para aspirar a la presidencia de la república. Un año antes, opuestos a la reelección de Álvaro Obregón, Ignacio Roque Serrano y Arnulfo R. Gómez lanzaron sus candidaturas presidenciales. Ambos acabaron asesinados. Obregón se reeligió, pero antes de reasumir el cargo lo ejecutó el fanático José de León Toral.

El naciente Partido Nacional Revolucionario (después PRI) lanzó en 1929 la candidatura de Pascual Ortiz Rubio con el apoyo de Calles. Vasconcelos se opuso al callista. Aunque logró un gran apoyo entre jóvenes universitarios, vio fracasar de nuevo su apuesta electoral.

En el poblado de Topilejo, el 14 de febrero de 1930, comenzó el asesinato de más de cien seguidores de Vasconcelos, quien huyó a Estados Unidos. Intentó allá que el gobierno de Herbert Hoover desconociera a Ortiz Rubio. Pasó a Costa Rica, Colombia, Ecuador, Cuba, Honduras y El Salvador, para retornar a Nueva York antes de mudarse a París.

Entre 1931 y 1933, el escritor vivió en la capital francesa. Su primer año parisino lo enlutó el suicidio de su amante Antonieta Rivas Mercado, el 9 de febrero, en la catedral de Notre Dame. Vasconcelos había puesto en las manos de Antonieta la pistola con que ella se quitó la vida. Esa fecha enlutaba desde 1913 a su amigo Alfonso Reyes, quien al inicio de la llamada Decena Trágica perdió a su padre, el general Bernardo Reyes Ogazón.

Antes de concluir 1933, Vasconcelos residió algunos meses en España. En 1934 se mudó a Buenos Aires, y en 1935 volvió a Estados Unidos, donde permaneció hasta su retorno a México en 1940, cuando Manuel Ávila Camacho asumió la presidencia. Éste llegó al cargo tras un fraude electoral y el asesinato de decenas de partidarios del opositor Juan Andreu Almazán.

Con todo, el exilio alentó en Vasconcelos una gran labor literaria; dictó conferencias, dio clases y publicó en revistas y periódicos. Entre 1931 y 1939 el pensador publicó once volúmenes de relatos y ensayos (Pesimismo alegre, Ética, La sonata mágica, Estética, Historia del Pensamiento Filosófico, Qué es el comunismo, Qué es la revolución). De estos títulos, los de mayor mérito son los cuatro de sus Memorias (Ulises criollo, La tormenta, El desastre y El proconsulado), que abarcan desde su niñez hasta el Maximato obregonista.

Amargado por su experiencia electoral y por las prácticas del PNR, ahora llamado Partido de la Revolución Mexicana, Vasconcelos no halló en 1940 mejor empleo que dirigir la revista pro-nazi Timón, financiada por la embajada del gobierno hitleriano en México. La publicación cesó en cinco meses, al ser expulsado el embajador Arthur Dietrich.

El régimen avilacamachista no sólo perdonó sino rehabilitó al incurable disidente Vasconcelos. Le confió la Dirección de la Biblioteca Nacional. Le permitió situarse entre los fundadores de El Colegio Nacional. En 1946 lo nombró director fundador de la Biblioteca México, cargo que Vasconcelos mantuvo hasta su muerte en 1959. Ese año había publicado su último libro de memorias: La flama, sobre la fatídica campaña a la presidencia de 1929. “Una década de destierro transformó a Vasconcelos”, concluye el investigador Pablo Yankelevich, quien detalla: “sus preocupaciones políticas y reflexiones filosóficas se asentaron con firmeza en el terreno de las ortodoxias teológicas. Desde un militante catolicismo, se convirtió en un ferviente admirador de dictaduras y dictadores: Franco, Salazar, Trujillo, Perón, Castillo Armas… Sólo el recuerdo quedaba de lo que alguna vez representó para la causa de la justicia y la democracia latinoamericana”.

Tomado de https://morfemacero.com/