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El Sol es, sin lugar a dudas, el cuerpo celeste más importante para toda la humanidad. Y es que nos proporciona calor y las condiciones idóneas para que exista la vida en el planeta Tierra. Por ello tenía una vital presencia en todas las antiguas civilizaciones y pueblos. En Mesoamérica fue de sobra relevante, pero entre los pueblos nahuas tenía una sacralidad única. Tonatiuh era la deidad que lo personificaba y que además era el señor del Quinto Sol, la edad del movimiento. Por todo esto, en la astronomía se creó el concepto de «El día de Tonatiuh».
«El día de Tonatiuh»: un concepto astronómico
En rigor, «El día de Tonatiuh» es un concepto de la astronomía que define a la jornada en que el Sol atraviesa exactamente la línea de su cenit. Para observar esto, no solo se depende de la determinación de su orto (lugar de salida). La posición exacta del astro rey se corresponde a la latitud en la que uno se encuentre ubicado. Es decir, la fecha del paso del Sol por el cenit depende de qué tan al norte (o al sur en caso de estar en el hemisferio austral) se esté situado. No es lo mismo verlo desde la Ciudad de México que observarlo en Chiapas. También se debe recordar que en ciudades como Monterrey o Tijuana, es decir, sobre el Trópico de Cáncer, el Sol nunca alcanza su cenit, por lo que el fenómeno no es perceptible.
Y es que en realidad no solo hay un «Día de Tonatiuh», sino dos. Esto se debe a que la posición del orto en el día en que el Sol pasa por su cenit, se encuentra entre el punto medio de su trayectoria anual y la de su extremo norte. La primera jornada cuando el astro va hacia el norte, sucede en la primavera; la segunda fecha acontece cuando va de regreso hacia el sur, tras del solsticio de verano.
Tonatiuh: el Quinto Sol
Para nombrar estas fechas astronómicas, los científicos se basaron en la mitología de los antiguos nahuas. Entre los mexicas y otros pueblos que hablaban náhuatl, la deidad que encarnaba al Sol en su cenit era Tonatiuh. Y no solo eso, este dios era el símbolo del Quinto Sol, el Nahui-Ollin («Cuatro Movimiento»); esta era la quinta edad del mundo y estaba caracterizada por el movimiento del Astro Rey por la bóveda celeste. Para que esto sucediera, las otras divinidades ofrecieron su sangre; por ello los humanos debía seguir alimentando al Sol con los corazones y la sangre de los sacrificios.
Además, parece ser que el fenómeno astronómico también fue observado por los antiguos pueblos mesoamericanos, entre ellos los nahuas, por lo que muchas fechas sagradas de Tonatiuh se asocian a este evento. También muchas festividades de otros avatares solares, como Huitzilopochtli (el joven Sol matutino de la guerra) se relacionaron a este asombroso portento del cosmos.
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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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