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Es innegable la fuerza simbólica e histórica que tiene Cuauhtémoc, el ultimo tlatoani mexica, en nuestro imaginario. Más allá de maniqueísmos, es notable que el «joven abuelo» de México, se ha constituido en un icono tanto del pasado nacional como de su identidad colectiva en la actualidad. Su ejecución, llevada a cabo el 28 de febrero de 1525, estuvo envuelta en contradicciones y juicios. Paradójicamente, esto solo inició el tránsito hacia la consagración del famoso tenochca. Por todo ello, ahora que se cumplen los 500 años de la muerte de Cuauhtémoc, es importante revisar dicho pasaje histórico.
Cuauhtemoctzin tras el 13 de agosto de 1521
Cuauhtémoc, mejor dicho, Cuauhtemoctzin (la forma honorífica en náhuatl del nombre del tlatoani), fue capturado por Cortés y sus aliados el 13 de agosto de 1521. A razón de ello, el heroico señor de Mexico-Tenochtitlan rindió al fin la ciudad, tras tres meses de sitio. Posteriormente, el gobernante tenochca, junto al tlatoani de Tlacopan, fueron torturados para que confesaran donde había quedado el tesoro de Moctezuma Xocoyotzin, tras la batalla de la Noche Triste en 1520. Al ser bañados sus pies en aceite y abrasados por el fuego, Cuauhtémoc quedó tullido, tal como dejo constancia el médico español Cristóbal de Ojeda.
A pesar de lo sucedido, el joven tlatoani fue tratado con cierto respeto. Y es que Hernán Cortés necesitaba de su autoridad para imponer orden entre los mexicas y dialogar con los pueblos otrora sometidos a Tenochtitlan. A pesar de ser un gobernante cautivo del poder europeo, Cuauhtémoc intercedió constantemente a favor de su pueblo en los años posteriores a la conquista de la capital tenochca. Por si fuera poco, se negó a ser bautizado. Todo esto fue generando diversas inseguridades en el conquistador extremeño, quien empezó a temer una rebelión encabezada por el otrora señor de Tlatelolco.
La expedición a las Hibueras y la muerte del último tlatoani mexica
En 1524, Hernán Cortés organizó una expedición militar contra Cristóbal de Olid, quien le había traicionado. El destino fue la región de las Hibueras, la cual es actualmente Honduras. Para ello, se movilizó al frente de un enorme ejército donde, como era usual, la mayor parte de los efectivos eran los pueblos mesoamericanos sometidos. La cuestión es que en aquella ocasión, el grueso del contingente era mexica y en menor medida tlaxcalteca. Por ello iban sus capitanes principales, incluido el mismo huey tlatoani Cuauhtémoc. Además, con esto Cortés lograba alejar al noble tenochca de su ciudad, a fin evitar cualquier sublevación de su parte.
Al año de iniciar la campaña militar, Cortés recibió a un tal Mexicalcingo, quien le comunicó un supuesto complot que estaría preparando el señor de Tenochtitlan para alzarse contra los conquistadores. Ante esto, el capitán castellano decidió ejecutar a Cuauhtémoc. La decisión fue controvertida y cuestionada hasta por los españoles de la expedición. Al final, el joven tlatoani fue ahorcado junto al gobernante de Tlacopan, Tetlepanquetzal, de la rama de un ceiba. Antes de ello, se le bautizó y se le puso por nombre cristiano Hernando de Alvarado Cuauhtemotzin. La cruenta muerte aconteció, según estimaciones, aproximadamente el 28 de febrero de 1525 en Itzamkanac, actualmente la región de El Tigre, en Campeche, al norte de la frontera con Guatemala.
500 años de la muerte de Cuauhtémoc
Como si fuese maldición, la ejecución sumaria de Cuauhtémoc trajo grandes dificultades a Hernán Cortés. Los cronistas y testigos presenciales de lo sucedido, como el conquistador Bernal Díaz del Castillo, siempre cuestionaron los motivos del extremeño, así como la veracidad del supuesto complot. Textos posteriores, como los de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (descendiente de la nobleza acolhua) dieron por cierta dicha conspiración. Por su parte, Cortés fue acusado durante los juicios de residencia que se celebraron en su contra, de la tortura y muerte del tlatoani mexica.
A 500 años de la muerte de Cuauhtémoc, es necesaria una reflexión sobre lo que representa. La construcción de la identidad del México moderno y su asociación al pasado glorioso de los mexicas, hizo de este tenochca un símbolo de heroicidad y valentía frente a la adversidad. Se le ha representado de mil y un formas. Su nombre está en escuelas, calles, avenidas y demás espacios. Por si fuera poco, se le han dedicado innumerables monumentos y murales. Quizá lo más significativo, es que éste realmente se ha vuelto un icono de arraigo popular del origen de la mexicanidad, de su fuerza y de su temple. Por ello, nunca sorprenderá leer versos como los que le dedicó Ramón López Velarde en su poema más importante, «La suave patria»:
Joven abuelo; escúchame loarte
único héroe a la altura del arte.Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.
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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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