Culturas impopulares
Jorge Pech Casanova
Irene Zoe Alameda se presenta a sí misma como escritora, traductora, cantante pop, videoasta, guionista y directora de cine, además de doctora en Teoría de la Literatura. Su última obra difundida fue la película La cinta de Alex, que se presentó a los Premios Goya en 2019 y no obtuvo el galardón. Entre sus novelas cuenta Sueños itinerantes, publicada por Seix Barral, y Warla Alkman, aparecida en Edhasa.
La trayectoria de Alameda sería una curiosidad en el medio cultural español, si no fuera porque en 2013 un personaje ideado por ella, Amy Martin, “cobró vida” y empezó a escribir, traducir, publicar y cobrar artículos para el Partido Socialista Español, específicamente, para la Fundación Ideas que dirigía su entonces marido Carlos Mulas Granados.
Alameda fue acusada de causar daño patrimonial con sus cobros al PSOE por una cantidad de cincuenta mil euros en 2013, y aunque se libró de la acusación devolviendo lo que había facturado, se apresuró a aclarar que estos ingresos fueron de sólo treinta y cuatro mil novecientos euros. Su marido, quien autorizó los pagos, aseguró haber creído que la inexistente Amy Martin era una persona de verdad y que inclusive la había visto alguna vez.
El PSOE no les creyó; clausuró la Fundación Ideas, despidiendo a Mulas. Esposa y esposo se encontraron en medio de un escándalo, pero si bien Mulas perdió la dirección de Ideas y la diputación pesoísta que se aprestaba a ocupar, eso no le impidió seguir siendo catedrático de Economía en la Universidad Complutense y asesor del Departamento de Finanzas Públicas del Fondo Monetario Internacional. Este Fondo, tan comprensivo, le otorgó a Mulas en 2015 el galardón Fund Awards por su investigación titulada Distribución funcional de la renta y su papel en la explicación de la desigualdad.
A la fecha, Mulas Granados vive en Washington, donde es Jefe Delegado de la Unidad Estratégica en el Departamento de Política Estratégica y Revisión del FMI. Después de su caída en el PSOE, Carlos se divorció de Irene Zoe, por cierto.
La creadora de “Amy Martin” y de los artículos que la ficticia analista cobraba a razón de 700 euros más o menos, hasta acumular los casi treinta y cinco mil que tuvo que devolver, no se amilanó por el escándalo. Explicó a los medios que el embrollo creado por sus invenciones “fue un experimento literario. Deseaba hacer una obra que explorara los límites de la identidad y las fronteras entre la personalidad pública y privada, e hice caminar a mi alias hasta el límite”.
Según Alameda, para promover su novela Los últimos días de Warla Alkman, “sería más fácil echar a andar a Amy como articulista norteamericana, dotar de vida a una autora secreta, y ver hasta dónde podía llegar, confundida con una persona real”. Así que usurpó la personalidad de una conocida suya de nombre Amanda Martín.
“Amy Martin” quizá sea el caso de desdoblamiento de personalidad más notable del mundo: no sólo engañó al marido de su autora, sino que le cobró con factura y demás documentación requerida los artículos que “escribió”.
La también cantante del grupo de pop Reber publicó en 2014 su novela, cuya sinopsis es la siguiente: “narra la peripecia de un espía y hacker, contratado por un poderoso hombre del mundo editorial, para seguir a la artista Warla, quien debe interceptar la entrega clandestina de la última obra inédita de Graham Greene a una autora de best seller, Amy Martin, a la que nadie ha visto”.
En la novela aparece un rey de la Isla Oval que era un trasunto de Javier Marías, monarca honorífico de la Isla de Redonda, pero la brillante autora de este rejuego de espejitos aclaró en su momento que ese rey no era el entonces vivo novelista, “sino un imitador que se ha comprado una isla para llamarla La Isla Oval. Sí hay un trasunto literario de Marías en el bloque tres: allí hay una catábasis [viaje al mundo de los muertos] que sí tiene lugar en la Isla de Redonda, pero ahí queda claro que el rey no es Marías, sino alguien que le envidia e imita”.
José de María Romero Barea, al reseñar la novela de Alameda, describe: “es al mismo tiempo obra de teatro y guion de cine, libro de viajes y narración de aventuras, ensayo y diario de campo, crisol de los diversos ingredientes de un proyecto de investigación: experiencias previas, observaciones, lecturas, ideas y recursos. Es, sobre todo, cuaderno de bitácora, no sólo tradicional (contiene descripciones escritas, dibujos, signos y partituras), sino también digital (se intercalan vídeos, imágenes, dibujos, canciones, poemas en traducción y códigos QR para ilustrar la historia)”.
Quizá la obra de Alameda es demasiado adelantada a su tiempo. Después de que Edhasa la publicó en 2014, no recibió mayor atención. Pero la autora continuó publicando. En 2017 aparecieron su relato breve Conexión Senegal (favor de no confundir con The French Conection) y su libro de poemas Antrópolis.
En 2019 Alameda presentó su primer largometraje, La cinta de Alex, en el que participó Aitana Sánchez-Gijón. En este film, Alameda fue autora del guion, directora y productora. Irene Zoe cumplirá cincuenta años en 2024. No es imposible que, al entrar en su quinta década, veamos alguna nueva invención de esta “mujer del Renacimiento”, quien a sus múltiples actividades sumó el intento de fraude en 2013.
Además, no fue ese el primer escándalo en la vida de Alameda. Entre 2009 y 2010, cuando apenas tenía 36 años de edad, fue directora del centro del Instituto Cervantes en Estocolmo. Su no muy duradera gestión en la sede sueca del Instituto se debió a que, según un excolaborador suyo, “el trato de Irene Zoe Alameda era bastante impulsivo, autoritario, enfrentaba a la gente, a los departamentos. Menospreciaba el trabajo de muchos profesionales tanto de la sede como del centro en Estocolmo. Existen pruebas de los insultos, de movimientos económicos y demás”.
Otra de las personas que sufrió “el régimen de terror” de Alameda en el Instituto Cervantes en Estocolmo contó una anécdota que confirma los hábitos inventivos de la escritora, traductora, cantante pop y directora de cine: “En su currículum decía que había impartido clases en universidades alemanas. El Cervantes en Estocolmo comparte edificio con el Goethe, y el director del Goethe estaba contento, ya que pensaba que podrían tener un buen trato. El director del Goethe se dirigió a ella en alemán, pero ella no tenía ni idea. Después borró de su currículum lo de que había impartido clases en universidades alemanas”.
Al abandonar el centro del Instituto Cervantes en Estocolmo, Alameda escribió en 2010 como despedida: “Graves desavenencias con la Sede central en Madrid, derivadas de la discrepancia de pareceres acerca de cómo deben ser resueltos los problemas estructurales que el centro arrastra desde hace años, hacen imposible la renovación de mi compromiso de dirección eficaz y responsable, que he venido ejerciendo. Por si esto fuera poco, desde la Dirección de la Red de Centros se ha intentado vulnerar mi derecho a la libertad de expresión como autora”.
Tomado de https://morfemacero.com/
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