septiembre 14, 2025

Un minuto de lectura | Estas ruinas que ves

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El maestro Jorge Luis Borges referenciaba que el castellano como lengua romance tiene la maravillosa ventaja de ser preciso y describir a quien escribe. Leer una página bien escrita asegura que quien la escribe es inteligente, conoce su oficio y muestra su agudeza intelectual. A diferencia de otras lenguas como el inglés, el francés o el alemán, el español escrito transparenta la capacidad del escritor y refleja fielmente a la persona y sus ideas.

El reductivismo de la lengua se debe interpretar como una radiografía humana, puntual y confiable. La capacidad de respuesta también es sintomática del entramado mental de su emisor: un lenguaje básico y mal utilizado, repetitivo o adjetivizado es sin duda una señal ibargüengoitiana de “las ruinas que ves”. Confundir lo grandioso con lo grandote; presumir lo nuevo sabiendo que son rastrojos reciclados de lo que fue; señalar la decadencia presente y perpetua culpando a los que ya no están y saberse conformistas satisfechos con la pujanza ilusoria de lo que un día pudiera llegar, pero nunca llega. Todo ello nos hace recordar a los habitantes de Cuévano, capital del Estado Plan de Abajo, lugar en el que se desarrolla uno de los mundos paralelos pensados por Jorge Ibargüengoitia para describir al México de 1974 que, por lo que hoy vemos, en poco ha cambiado.

Estos días en que las cartas mal escritas, surgidas de la individualidad y la limitación del lenguaje, terminan siendo posturas institucionales de la representación parcial de una nación, se abona poco a la civilidad digna de las ideas y la diplomacia que una buena parte de la ciudadanía exigimos. Resulta sorprendente, con cierta carga de incredulidad, el observar la ruta de salida para justificar un penoso escrito que exhibe dos cosas: el alto y forzado fanatismo, así como el reductivismo de un lenguaje que habla más de limitaciones que de argumentos y realidades.

Y si las letras insisten en el odio, en el pasado y en la frustración, no queda más que recordar que somos lo que escribimos. Y eso quedará.

Numeralia

La eliminación del Programa Nacional de Escuelas de Tiempo Completo en nuestro país es, sin duda, un lamentable suceso. En Sonora se afectará a casi 800 escuelas y cerca de 100 mil niñas, niños y adolescentes que estaban adscritos a esta modalidad.

Las afectaciones más hirientes de esta decisión, sobre todo, serán las que afecten a casi 200 escuelas que dejarán de acceder al servicio de alimentación para 10 mil estudiantes en condiciones de extrema precariedad. Además de ello, en estos horarios y con estas actividades extendidas, la educación artística se debilitará aún más dentro del sistema educativo mexicano que ha dejado a este tipo de asignaturas a la deriva desde hace décadas. Esperemos que este esfuerzo no muera en realidad y que encuentre la cordura y la sensibilidad que el caso amerita.

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