Un meteorito prehistórico impactó el Ártico con la fuerza de 8,500 bombas atómicas

Tras el impacto de un meteorito colosal en el Pleistoceno, se formó Crystal Eye: un cráter perfectamente simétrico en el Ártico canadiense. Los pueblos que habitan el Ártico lo conocen como ‘Crystal Eye’. Es un agujero de al menos 3.5...

Tras el impacto de un meteorito colosal en el Pleistoceno, se formó Crystal Eye: un cráter perfectamente simétrico en el Ártico canadiense.

Los pueblos que habitan el Ártico lo conocen como ‘Crystal Eye’. Es un agujero de al menos 3.5 kilómetros de diámetro en el Ártico canadiense, y les ha acompañado durante milenios en su desarrollo cultural. Completamente lleno de agua helada, desde el espacio podría pasar por un ojo azul índigo, perfectamente simétrico. A nivel de la superficie terrestre, parece una laguna inmensa al interior de un cráter profundo.

Por las dimensiones del cráter, cuyo diámetro supera los 3 kilómetros de diámetro, los científicos de la NASA sugieren que el impacto del meteorito fue catastrófico. Lo que es más: podría haber golpeado la Tierra con la fuerza de 8 mil 500 bombas nucleares. Ésta es su historia.

Un cráter de muchos nombres

Primera foro del Cráter Pingualuit (1950) / Wikimedia Commons

Oficialmente, este accidente natural recibe el nombre de Pingualuit Impact Crater: una depresión circular sobre la tierra que surgió como consecuencia del impacto de un cuerpo externo. Según los meteorólogos locales, lo más probable es que sea la cicatriz que quedo después del golpe de un meteorito colosal, durante el Pleistoceno.

Exactamente cuándo se produjo el cráter de Crystal Eye es incierto. El meteorito pudo haber impactado la Tierra hace 1.4 millones de años. Sin embargo, los pueblos originarios del Ártico lo tienen bien ubicado a nivel geográfico y simbólico. Incluso, tienen un nombre específico para él:

«El nombre viene del inuktitut, y se refiere a las imperfecciones o granos en la piel causados por el clima muy frío», explicó a la BBC Isabelle Dubois, coordinadora del proyecto de Turismo de Nunavik, quien anteriormente solo había visitado el cráter en invierno cuando el paisaje estaba cubierto de nieve.

Sin embargo, en Occidente se identifica con otros nombres. «New Quebec Crater», «Ungava Crater» y «Chubb Crater» figuran entre los más conocidos, según documenta Britannica. El segundo en la lista también viene del inuktitut, y quiere decir ‘lugar muy lejano’. De hecho, se ubica en la península con el mismo nombre, al norte de la provincia de Quebec, en Canadá.

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Conocimiento oculto en el Ártico

La primera vez que un explorador occidental reconoció Crystal Eye fue en 1950. Ese mismo año, se tomó la primera foto del cráter de la que se tiene registro. Según las mediciones contemporáneas, el borde de la estructura se levanta has 160 metros sobre el nivel del suelo.

Al interior, por su ubicación geográfica, tiene millones de litros de agua congelada. La laguna alcanza una profundidad de hace 250 metros. Sin embargo, éste no es el único cuerpo de agua que existe en la zona. Por el contrario, varios lagos más pequeños rodean Crystal Eye, igualmente simétricos y circulares.

Nada de esto había salido del conocimiento de los pueblos del Ártico, hasta mediados del siglo XX:

«Alguien del mundo occidental lo conoció por primera vez ese año, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los pilotos de combate lo vieron y lo usaron como ayuda para la navegación. Pero no lo compartieron con el resto del mundo hasta que terminó la guerra ,» explica a la BBC Pierre Philie, un geógrafo cultural francés con un fuerte interés en la antropología canadiense.

Por las dimensiones del cráter, según Philie, se piensa que el meteorito que impactó el Ártico en aquel pasado remoto tuviera dimensiones colosales. Incluso, mediciones contemporáneas traducen el impacto a la fuerza de 8 mil 500 bombas atómicas, como la que cayó sobre Hiroshima en agosto de 1945.

Sin conexión con el exterior

USGS / NASA Landsat data / Orbital Horizon / Gallo Images / Getty Images

De acuerdo con la NASA, Crystal Eye es uno de los vestigios más importantes del Pleistoceno que quedan intactos en la naturaleza. Especialmente, porque «ha proporcionado información útil sobre los cambios climáticos durante la última edad de hielo«, explica la agencia en su portal oficial.

A pesar de ello, un halo de misterio rodea a Crystal Eye. Incluso en la actualidad, a los científicos les asombra que no esté conectado con ningún cuerpo de agua. A pesar de que hay varias lagunas más pequeñas alrededor suyo, el lago al interior del cráter no está contaminado por ningún agente externo. Es probable, por lo tanto, que mantenga las mismas condiciones que en aquel pasado remoto.

Como no ha sido tocado por ningún elemento del exterior, las algas que habitan en el sedimento de Crystal Eye podrían ser las mismas que hace 1.4 millones de años. Además de arrojar luz sobre las formas de vida arcaicas en la Tierra, es un referente único en la historia natural de nuestro planeta. 

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Tomado de https://www.ngenespanol.com/