Administración de los males públicos
Jorge Pech Casanova
En una ciudad del trópico, Chetumal, nació en 1946 el hijo de Héctor Aguilar Marrufo, quien lleva el mismo nombre de su padre y los apellidos Aguilar Camín, este último, por su madre Emma y su abuelo, el escritor español Alfonso Camín Meana.
Cuenta el hijo de Aguilar Marrufo que su padre y su abuelo materno se enfrentaron al competir por un mismo negocio. Despojado de su establecimiento por su implacable pariente político, Héctor padre se dio al alcohol y abandonó a su familia hacia 1959. Sobre la ausencia paterna, Aguilar Camín le contó en 2009 a Ivonne Sánchez, de Radio Francia Internacional, que durante 40 años no supo nada de su progenitor, “pero en 1996 reapareció, lo recogí en estado casi de indigencia y desde entonces lo he sostenido”.
Aguilar Camín creció en la Ciudad de México, donde se doctoró como historiador por El Colegio de México en 1975, con la tesis “La revolución sonorense, 1910-1914”. Ese texto académico se convirtió en su libro La frontera nómada. Sonora y la Revolución mexicana, publicado en 1977 por el Fondo de Cultura Económica, el cual le dio rango entre los historiadores mexicanos.
Después, Aguilar Camín se dedicó al periodismo: fue subdirector de La Jornada y de ahí pasó a colaborar en Nexos, revista fundada y dirigida por el historiador Enrique Florescano, donde destacaron autores como Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco. Sin embargo, un grupo de académicos cobijados por el historiador tomó el control de la revista.
Paralelamente, el historiador nacido en Chetumal se convirtió en autor de la Editorial Océano, fundada en 1972 por el español Josep Lluís Monreal, hasta que en 1981 Andrés León Quintanar se salió de ese sello para establecer Ediciones Cal y Arena. Aguilar Camín siguió a Quintanar para integrarse a Cal y Arena, hasta asociarse con la empresa en 1988.
En 1983, el empresario editorial e historiador chetumaleño ocupó la dirección de Nexos, donde se mantiene hasta la fecha, salvo por el periodo de varios años en que su hermano, el poeta Luis Miguel (1995 a 2004) y el académico José Woldenberg (2004-2009) se hicieron cargo de la publicación mensual. Héctor Aguilar regresó a dirigir Nexos en 2009, donde se mantiene hasta la fecha.
Es muy probable que el historiador chetumaleño dejara a cargo de su revista a su hermano y luego a Woldenberg porque, como él mismo refiere en su artículo “Fin de ciclo”, publicado en el diario Milenio, durante los últimos 14 años “Televisa me abrió un espacio profesional no sólo en los programas que digo [Zona Abierta y La Hora de Opinar], también en sus convocatorias a opinar sobre momentos claves de la vida pública mexicana”.
Tanto desde su revista como desde los programas televisivos, Aguilar Camín ha disertado sobre esos momentos clave de acuerdo con los intereses de la clase política y empresarial que durante noventa años controló el país. En los últimos seis años, sin embargo, esa clase privilegiada quedó parcialmente desinvestida de poderes, aunque el chetumaleño siguió opinando a su favor porque había hecho de esa postura un millonario modus vivendi.
De acuerdo con diversas fuentes informativas, a partir de 1989 las empresas a cargo de Aguilar Camín comenzaron a recibir cuantiosos favores económicos del régimen. Sólo bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari las empresas del intelectual orgánico recibieron más de tres mil millones de pesos de entonces por concepto de estudios y evaluaciones, los cuales la presidencia pagó dos y hasta tres veces para revertir “demoras” de los contratados.
Después de Salinas, Aguilar Camín siguió publicando investigaciones que apoyaban las versiones de la presidencia, como en el caso de su serie de artículos “Regreso a Acteal”, de 2007, en la cual refrendó la cuestionada versión del gobierno de Ernesto Zedillo sobre la matanza ocurrida en Chiapas en 1977, justo cuando integrantes de la sociedad civil intentaron llevar a juicio al ex mandatario por esa masacre.
Algunos años antes, en 2004, el chetumaleño fue acusado de plagiar el libro Los días contados, sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio, que Pedro Ochoa Palacios remitió al editor Sealtiel Alatriste en 1999. Ochoa Palacios alega que el editor le rechazó el material, pero en 2004 leyó el volumen de Aguilar Camín La tragedia de Colosio y se consternó al comprobar que su trabajo y ese título del quintanoarroense coinciden no sólo en la metodología, sino en el texto elaborado “a base de citas muchas de ellas similares, el ritmo narrativo, la secuencia de voces y el razonamiento general de la compilación, que no pretende encontrar conclusiones sino relacionar declaraciones de personajes vinculados , para que sea el lector quien arme el rompecabezas y juzgue”.
Aguilar Camín no respondió al reclamo de plagio. Continuó difundiendo sus opiniones al servicio del poder durante los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Sin embargo, su postura obsecuente con el oficialismo entró en conflicto al acceder a la presidencia Andrés Manuel López Obrador en 2018. A partir de ese año Nexos y los programas televisivos en que intervenía Aguilar Camín se confrontaron con el presidente, al grado de que Aguilar hizo equipo con un antiguo rival, Enrique Krauze, para impugnar el régimen de López Obrador.
Aguilar Camín y su revista Nexos chocaron en 1992 con el grupo de Octavio Paz, Enrique Krauze y la revista Vuelta al no convocar de manera preferente al poeta para su Coloquio de Invierno. Parecía la represalia al coloquio “La experiencia de la libertad”, organizado por Paz con el apoyo de la empresa Televisa en 1990. Paz, con sus adictos, se quejó amargamente del coloquio de Nexos. Su berrinche condujo al cambio del presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el cual fue diseñado por el salinismo para domesticar a intelectuales y artistas mediante becas.
Años después de los choques entre revistas y grupos empresariales de la cultura, en 1998, Aguilar Camín se coludió con Krauze en las transmisiones de Televisa para aplaudir a los gobiernos priistas y panistas que se sucedieron entre ese año y 2018. Dos décadas de aplausos conjuntos de Aguilar y Krauze para justificar medidas oficiales no llegaron a su fin con la presidencia de López Obrador, pues la dupla continuó elogiando el pasado: la abdicación de Zedillo, la transición de Fox, la terquedad de Calderón, el glamur de Peña Nieto.
En contraste, Aguilar y Krauze —apóstoles de la depredación política— unieron sus voces para repetir el mal augurio que Krauze hizo en su artículo “El mesías tropical” en junio de 2006: “Los instintos dominantes del mexicano son pacíficos y conservadores: teme a la violencia porque en su historia la ha padecido en demasía. […] la democracia y la fe sobrevivirán, cada una en su esfera propia”.
Ya que las votaciones de junio de 2024 hicieron ver a la dupla Aguilar-Krauze que los “instintos dominantes” de la ciudadanía no son conservadores, Televisa despide a sus impugnadores del obradorismo. El chetumaleño reclama: “Más allá de mi caso, la decisión que han tomado en la empresa de separar, junto conmigo, a otros cinco personajes de La Hora de Opinar no puede entenderse sino como un sesgo político. […] No me parece un buen síntoma”.
No pueden ser esos despidos buen síntoma para quienes durante más de un cuarto de siglo lucraron por aplaudir al régimen conservador. Lo proclaman las caras contritas de Aguilar, Krauze, Dresser y algunos apóstoles infraderechistas más al abandonar la escena, en tanto otro claudicante, Ciro Gómez Leyva, deserta no sólo de su canal de TV sino del país.
Tomado de https://morfemacero.com/
Más historias
13 de septiembre, conmemoración de los Niños Héroes
Desfile del 16 de septiembre 2025: ruta, horario y dónde verlo
Activistas y medios mexicanos exigen proteger flotilla humanitaria a Gaza