Una fotografía del presidente Donald Trump desembarcando del Air Force One el 30 de mayo de 2025, reveló inadvertidamente la pantalla de bloqueo de su teléfono: un autorretrato de 2019. Este detalle aparentemente inocuo provocó un debate en línea, con muchos interpretando la elección como una prueba más del narcisismo de Trump. Si bien la imagen podría verse como una muestra de egolatría, una mirada más cercana revela un panorama más complejo.
La misma imagen ha servido como pantalla de bloqueo de Trump desde al menos 2023, como señaló Gizmodo. Esta foto de 2019, tomada durante el apogeo de la política de separación familiar de la administración Trump en la frontera, sugiere un posible apego sentimental a la imagen, en lugar de una simple elección narcisista.
Sin embargo, el incidente destaca una preocupación mayor: los hábitos telefónicos del presidente Trump. Un artículo reciente de The Atlantic detalla su inclinación a responder llamadas de números desconocidos y su enfoque general a la seguridad telefónica, lo que plantea importantes vulnerabilidades de seguridad. Este comportamiento, junto con su susceptibilidad documentada a las llamadas de broma de imitadores (incluido un imitador de Piers Morgan en 2020 y un imitador de Bob Menendez en 2018), subraya los riesgos potenciales. La Casa Blanca se negó a comentar sobre el asunto.
Este problema se ve agravado por la prolífica actividad de Trump en las redes sociales. The Washington Post informó recientemente que publicó 2.262 veces en los últimos 132 días en Truth Social, a menudo compartiendo afirmaciones sin fundamento, como la teoría de la conspiración de que el presidente Biden fue reemplazado por un clon. Si bien la Casa Blanca afirma que Trump es el «presidente más transparente de la historia», su gran dependencia de las redes sociales y sus cuestionables prácticas telefónicas plantean preocupaciones sobre su acceso a información confiable, potencialmente incluyendo sus informes de inteligencia.
La situación deja a un equipo de asistentes de redes sociales luchando por gestionar la presencia en línea de Trump. Quizás, concluye el artículo, sus esfuerzos podrían dedicarse mejor a ayudarlo a actualizar su pantalla de bloqueo.
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