Trumpismo discursivo
Todo lo sólido se desvanece en el aire.
Karl Marx y Friedrich Engels (1848)
Mi madre, una refugiada judía alemana del nazismo, repetía al final de su vida durante la presidencia de Trump: “Empecé mi vida con Hitler y la estoy terminando con Trump; no hay mucho progreso”.
Monica Heller (2023)
La crisis de 2008 que dio paso a la Gran Recesión fue no solo económica, sino también narrativa, por lo que puede afirmarse que con ella estallaron dos burbujas, la financiera y la del storytelling. Los relatos públicos fueron sometidos a una verdadera crisis de credibilidad ante la distancia insalvable entre la narrativa oficial y la experiencia de millones de personas arruinadas por una crisis que no habían causado.
Definición, orígenes, finalidades, antecedentes
Así lo explica el investigador francés Christian Salmon (2019), quien establece en La era del enfrentamiento una relación causal entre los cambios del discurso político y público de los tres últimos lustros, la nueva crisis del sistema capitalista neoliberal que se manifiesta a partir de 2008 y la expansión de los nuevos formatos de comunicación digital. La aceleración de los intercambios en las redes sociales y su inestabilidad, sumadas a la falta de credibilidad de las narrativas oficiales y a la hiperabundancia de fuentes y discursos, crearon las condiciones de una verdadera guerrilla de relatos que se ha traducido en una cultura del enfrentamiento comunicativo. A partir de la gran crisis de 2008 los formatos de difusión de la información pasaron de ser verticales a horizontales, sin centro, cuyo modelo ya no era autoral, sino viral y epidémico, todo cual provocó una importante crisis de credibilidad en el campo político neoliberal que se sumaba al aumento exponencial de la desigualdad y la precarización de la vida.
A este respecto, la politóloga neoyorquina Jodi Dean ha teorizado en Democracy and Other Neoliberal Fantasies sobre el discurso público en la era postdigital, definiéndolo con acierto como “capitalismo comunicativo”
(Dean, 2009). La autora sostiene que el capitalismo ha absorbido la comunicación digital y la participación en las redes sociales para perpetuar su dominio, de forma que la proliferación de información y la participación online, lejos de empoderar a la ciudadanía, sirven para desviar la acción política efectiva. Por ello, la comunicación pública y política se convierte en un producto de consumo más, reduciendo su capacidad para la transformación social al perpetuarse la lógica del mercado y la superficialidad de las interacciones.
Jodi Dean describe los efectos del capitalismo comunicativo como una “decadencia de la eficiencia simbólica”, en la que las nuevas tecnologías comunicativas no logran superar la individualización neoliberal, mientras que el discurso de Trump supone, por el contrario, el retorno de la eficiencia simbólica a través de una política de medios que premian el lenguaje emocional y la polarización.
Definición
La transformación arriba descrita ha tenido consecuencias de gran trascendencia en el nivel cultural profundo de las sociedades del capitalismo tardío: se ha producido un hundimiento de la confianza en el valor referencial y en las condiciones de verdad del lenguaje como instrumento para la descripción de estados de cosas del mundo. Se ha difuminado la separación entre lo verdadero y lo falso, la realidad y la ficción, alentando la aparición de nuevos comportamientos, de prácticas de desorientación, de desinformación y propaganda. Siguiendo lo ya expuesto en un trabajo anterior, definimos trumpismo de forma triple como:
a) una forma de gobierno ligada a la ideología política ultranacionalista, nativista y neoconservadora de Donald Trump;
b) un movimiento global replicado en distintos proyectos políticos europeos y latinoamericanos del ámbito de la extrema derecha;
c) un modo de comunicar la política que denominamos trumpismo discursivo y que comparte características con el discurso populista de extrema derecha, que incorpora el componente ideológico reaccionario-autoritario, así como los nuevos formatos de comunicación digital con la frecuente finalidad de desinformar (Camargo Fernández, 2023: 97-98).
En una línea similar, el analista del discurso austriaco Martin Reisigl (2023) destaca que la infraestructura comunicativa y retórica básica del discurso populista de extrema derecha presenta los elementos comunicativos y retóricos relevantes del discurso populista: un uso del lenguaje simplificador, polarizador, ofensivo, insultante y vulgar dirigido contra los oponentes políticos y centrado en la construcción discursiva de el pueblo, el líder y el enemigo. En línea con lo que explicamos anteriormente, la dimensión retórica y comunicativa está en el núcleo de cualquier proyecto populista y fundamenta e interactúa estrechamente con las dimensiones ideológica y organizativa del populismo. En la siguiente tabla se recogen las estrategias, medios y finalidades del trumpismo discursivo:
Estrategias | Mensajes | Medios virtuales | Finalidad |
Uso de bulos, Narrativas de amenaza, discurso antiestablishement e incorrección política | Directos, concisos, agresivos y disfémicos. Nominalizaciones y colocaciones con adjetivos repetitiva | Twitter, Facebook, Instagram, Gab | Provocar, crispar, escandalizar |
Apelación a emociones, polarización endogrupo vs. exogrupo | Metáforas, contraposiciones, argumentación causa/efecto, anclaje egocéntrico | YouTube, TikTok, Twitch | Polariar |
Exageración, banalización, victimización y búsqueda de chivos expiatorios | Hipérboles, ironía, sarcasmo, ridiculización/deshumanización del exogrupo | Viralizar |
Fuente: Camargo Fernández, 2023: 101 1/
Orígenes de un estilo comunicativo
El periodista del New Yorker Andrew Marantz (2021) afirma en su libro que la alt-right estadounidense era consciente de que lo que necesitaba era “un nuevo vocabulario moral, social y político” (Marantz, 2021: 18), lo cual explica su incesante y expansivo trabajo en las redes sociales, pero también el peculiar estilo comunicativo de Donald Trump. El origen de esta forma de comunicar está ligado al ya explicado capitalismo digital y a la pseudoinformación. Llamar la atención con un meme o una frase escandalizadora, a menudo falsa, era la única forma de mantenerse más de cuatro segundos en la parte alta de los tablones digitales de internet, Reddit, 4chan u 8chan (más tarde 8kun), los tableros digitales de internet que tuvieron un papel central en la coordinación y expansión de la derecha alternativa estadounidense. Sus usuarios, convenientemente conducidos por distintos personajes de ideología ultranacionalista y reaccionaria, pronto se percataron del enorme potencial de estos sitios para hacer campaña contra los demócratas, pero también contra los normies (Nagle, 2018), contra la izquierda y contra todo lo considerado woke. El objetivo no era solo que Trump ganara las elecciones machacando a Hillary Clinton a base de fake-news conspiranoicas, sino dar la batalla cultural contra los movimientos sociales más progresistas, como el feminismo, el movimiento antirracista, el movimiento LGTBI, el Black Lives Matter, los libros considerados izquierdistas y amorales o la separación de poderes.
Como explica Angela Nagle (2018), 4chan, inspirado en el tablero de imágenes japonés 2chan, fue el primero y más influyente de los imageboard usados como portaaviones ideológico trumpista. Este tablero jugó un papel crucial en la propagación de memes, teorías de conspiración y tácticas de trolling fundamentales para la propagación de la ideología trumpista, mientras que 8chan se convirtió, con posterioridad, en un refugio para usuarios expulsados o descontentos con la moderación más estricta que empezó a hacerse en 4chan, volviéndose rápidamente allí más extremos sus contenidos. Fue, precisamente, en 8chan donde se difundieron muchas de las ideas más radicales de la derecha alternativa, como el movimiento de la conspiración QAnon, protagónico en el asalto al Capitolio de enero de 2021. También fue en estos foros donde se popularizó la técnica comunicativa digital del shitposting (publicar mierda), en alusión a la publicación de contenidos, normalmente memes, de mala calidad con la intención de trolear y dinamitar el principio de cooperación conversacional.
Desde el punto de vista de su composición social y de clase, el magma trumpista reunido en estos foros web se caracteriza por presentar patrones comunes relacionados con los efectos del neoliberalismo y sus sucesivas crisis económicas en Estados Unidos. Se trata, sobre todo, de varones de clase baja y media-baja suburbana y rural, jóvenes y de mediana edad, muchos de los cuales habían tenido que abandonar los estudios superiores y se encontraban desempleados o subempleados. Les unen las perspectivas económicas inciertas, la precariedad laboral y un sentido de frustración o alienación respecto a las promesas del sueño americano que canalizan en estos foros en forma de resentimiento contra de las mujeres, las minorías, el sistema de partidos tradicional y las élites económicas y políticas. Su sensación de marginalidad les hizo más receptivos a las narrativas populistas y conspiranoicas y los llevó a apoyar políticas económicas proteccionistas.
También hay miembros de familias de áreas del medio oeste en donde la economía había sido golpeada por la desindustrialización y la pérdida de empleos en las fábricas. Ideológicamente, defienden los valores tradicionales y conservadores que perciben como amenazados por la modernización, el multiculturalismo y los cambios sociales (inmigración, feminismo, políticas de género, liberación sexual, cambios en la estructura de las familias, etc.). Aunque son un grupo minoritario, también hay personas profesionales jóvenes y mujeres con estudios superiores que se sienten desilusionadas con sus perspectivas laborales, su seguridad económica o la dirección de la sociedad en general. Este grupo, además, manifiesta desencanto con las instituciones educativas y culturales que perciben como demasiado liberales o demasiado progresistas, lo que lo hace también susceptible a las narrativas alternativas que circulan en estos foros.
Como explica Nagle (2018), entre los usuarios de los foros Reddit, 4chan y 8chan (luego 8kun) también había personas inmersas en la llamada trolling culture (cultura del troleo), por lo que los memes y un sentido de la ironía y el humor oscuros resultaron elementos clave para ganar influencia.
En cuanto al componente emocional, estas comunidades de internet, con miles de individuos solitarios conectándose con un mismo fin a través de sus ordenadores, teléfonos y tablets, provocaron el sentimiento tan potente como paradójico de encontrarse alone together (juntos en la soledad, pero solo unidos virtualmente). El efecto falsamente comunitario creado por el movimiento trumpista ha sido uno de sus más importantes factores de agregación. El “Nunca os dejaré nunca solos” y el “No os fallaré” de Trump siguen estando entre las frases predilectas de estas comunidades, para quienes el magnate de Queens representa la figura de un padre cercano y protector, a la par que suficientemente autoritario como para “restaurar el orden perdido”. Para el ejército en línea de la alt-right de Trump, él es una figura paterna, “Daddy Trump” (Yiannopoulos, 2016), lo cual eleva la transgresión ritualizada a las más altas esferas de la política.
Finalidades
Con el movimiento trumpista llega también la eclosión de los troles de internet y del inicio del borrado de las fronteras entre el político y el trol. Los representantes públicos de cualquier signo político, el propio Presidente de la primera potencia mundial, se dan cuenta de que desde sus redes sociales consiguen más interacciones (más atención) con un lenguaje agresivo, que busque el enfrentamiento, polarice y distorsione la verdad, que con uno que mantenga el decoro y la corrección política. Cuando se discute mucho en las redes sobre si alguien es o no transexual, inmigrante o negra se transmite la falsa idea de que serlo es algo negativo. La finalidad de viralizarse en redes y medios convencionales para escandalizar, deslegitimar a los adversarios, a las minorías o las instituciones democráticas, logrando polarizar a las masas, tienen todas ellas el objetivo final de generar confusión.
De este modo, el propio ruido de la política en medios y en redes, así como el azuzado conflicto de identidades y el clima de crispación fabricado, unido a la proliferación de mentiras, impiden centrar la atención en las cuestiones y demandas que realmente importan para garantizar un desarrollo de la vida en condiciones dignas. Como decía Jodi Dean (2009), los conflictos que se producen en línea no empoderan a la ciudadanía, sino que desvían la acción política efectiva, es decir, confunden sobre los verdaderos objetivos para revertir el estado de cosas existente. Puesto que la comunicación se ha convertido en un producto de consumo más que perpetúa la lógica del mercado, no tiene capacidad real de transformación social, sino que se retroalimentan en un bucle interconectado conducente a la confusión, tal como se recoge en el siguiente esquema sobre las finalidades del trumpismo:
Elaboración propia a partir de iconos generados en ChatGPT y PowerPoint
De acuerdo con Salmon (2019), estos mecanismos de persuasión y propaganda han devenido en la activación de técnicas de guerra al servicio de una agonística fundada en la provocación, la transgresión y la competencia por la atención. La linealidad narrativa, la secuencia, la intriga y el suspense se borran en beneficio de choques incoherentes y espectaculares que polarizan y acrecientan la inestabilidad de los intercambios: insultos, pullas, fakes, desinformación (noticias falsas, historias falsas), hoaxes (fraudes), rumores, narrativas de odio, rituales de lapidación y humillación, y, como consecuencia de todo ello, descrédito de los enunciados y de los narradores. El código domina sobre el contenido, la especulación sobre la transmisión, los bulos sobre los hechos. Ha nacido el trumpismo discursivo.
Antecedentes. De Ronald a Donald
Ronald Reagan, exactor y presidente de Estados Unidos por el Partido Republicano entre 1981 y 1989, ha sido señalado a menudo como antecesor más evidente de Donald Trump, incluso por él mismo a través de recurrentes alusiones. Reagan es señalado como modelo de dominio de la política presidencial como espectáculo bien guionizado y orquestado, como un presidente que desempeñaba su labor habiendo ensayado la noche anterior sus líneas para la actuación del día siguiente, desde la dicción hasta la sonrisa. A este respecto, Marco D’Eramo (2022) expresa su sorpresa en Dominio por la similitud en las trayectorias de Reagan y Trump. Se trata de dos figuras outsiders de la política, el uno un actor de Hollywood, aunque no exactamente de primera fila, y el otro un magnate inmobiliario, de diversa fortuna y varias bancarrotas, que se hizo famoso como estrella televisiva gracias a un programa de telerrealidad en la NBC. Antes de su carrera presidencial, Trump había presentado durante 14 temporadas The Apprentice (El Aprendiz), un concurso para empresarios novatos que le garantizó una enorme popularidad y contribuyó a su ascenso a la presidencia de EE UU. El periodista y antropólogo, Jaime Pellicer (2018), recoge en su libro diversos testimonios reveladores del estilo comunicativo de Trump, que ya se había ido fraguando desde la década de los 80, promocionando sus edificios y casinos:
En el programa de televisión intimidaba a los candidatos; también lo hacía en los debates electorales, ya fueran candidatos republicanos o la candidata demócrata Hillary Clinton. Como presidente, ha vuelto a poner teatralidad en sus intervenciones, con repetición de palabras o conceptos, así como con el uso de pausas dramáticas para enfatizar sus frases. ‘El aspirante republicano usa en la campaña electoral muchas de las técnicas que perfeccionó en el reality show que lo convirtió en una estrella mediática y gurú de los negocios’, afirma la periodista de Univisión, Federica Genesi (Pellicer, 2018: 154-155).
Tanto Reagan como Trump eran considerados de una ignorancia radical y totalmente inadecuados para la presidencia y a ambos se les daba por sometidos a un impeachment a los pocos meses de llegar a su mandato. Los paralelismos continúan, dado que los dos eran, originalmente, candidatos por los que la extrema derecha estadounidense no apostaba, dado que los consideraban volubles y poco de fiar, y ambos también se convirtieron, después, en su mejor baza, funcionando como candidatos-marca del conservadurismo norteamericano.
Obviamente, también hay diferencias entre ellos, como el hecho de que aunque Reagan no fuera un político profesional con una larga trayectoria, hubiera sido gobernador de California durante ocho años, dirigiendo el Estado más grande de la nación y realizando tres intentos previos para llegar a la Casa Blanca. Esto lo diferencia de Trump, quien lo logró en su primer intento. Como explica Jeff Taylor (2016), Reagan también había sido un héroe ideológico para el movimiento conservador cuando, representando el ala populista del Partido Republicano en 1976, desafió a la administración Ford-Rockefeller en las primarias y se enfrentó a Wall Street y al establishment del GOP (Grand Old Party).
En política exterior, Reagan estaba en la línea del nacionalismo armado frente al internacionalismo partidario de la distensión. Los medios de comunicación principales ridiculizaron y criticaron a Reagan por considerarlo estúpido, extremista y peligroso, algo que, exceptuando a la Fox y a los medios propios de la alt-right, también ocurrió con Trump. En el caso del exactor, parte de esa crítica se atenuó cuando eligió a George H. W. Bush como pareja de ticket electoral, haciendo aparentemente las paces con el establishment. En términos generales, la presidencia de Reagan estuvo llena de republicanos de la era Nixon-Ford-Bush en posiciones clave y sus políticas fueron menos populistas y más favorables al empresariado. En el caso de Trump, pudo postularse para la presidencia tras ganar a todos los demás candidatos del Partido Republicano y con el establishment y buena parte de su partido en contra, porque el espectáculo mediático se había convertido en una fuerza de arrastre muy importante en la política estadounidense, contribuyendo a determinar elecciones, el gobierno y, en general, la naturaleza de la esfera política del país norteamericano.
Silvio Berlusconi, expresidente de la República de Italia y magnate de los medios de comunicación, es otra de las figuras que suele citarse como antecedente de Trump. Berlusconi encaja con el perfil del outsider nacional-populista proveniente del mundo del entertainment que funda un partido, en su caso, también con la finalidad de defender sus intereses personales ante causas judiciales abiertas y lograr inmunidad parlamentaria. El magnate italiano inaugura un camino que sirve de inspiración a Donald Trump: el empresario metido a político que aprovecha las causas judiciales para victimizarse y ganar o fidelizar adeptos a su causa. Su testamento político fue intentar meter a Meloni en el Partido Popular europeo e inaugurar el populismo autoritario, con la personalización extrema de la acción política, ideando el partido-
empresa y la casi coincidencia del jefe supremo, del gobierno y del partido en la propia figura de Berlusconi (Arruzza y Mometti, 2010). Su poder mediático y su estilo comunicativo son rasgos también compartidos por Trump: ambos usan un estilo cercano, guasón y coloquial cuando quieren acercarse a su público, así como un estilo agresivo, descortés y ofensivo cuando quieren dañar la imagen de sus opositores o de las minorías, borrando las líneas entre lo verdadero y lo falso.
En el caso español, encontramos también dos antecedentes de empresarios ajenos a la política que arrancan su aventura electoral con un discurso populista tras tener problemas con la justicia y controversias en sus carreras empresariales: José Mª Ruiz- Mateos y Jesús Gil. La Agrupación de Electores Ruiz-Mateos y el Grupo Independiente Liberal (GIL) nacieron, respectivamente, tras los escándalos por la expropiación de Rumasa y sus actividades posteriores y tras las acusaciones de corrupción y mala gestión de su empresa constructora en Marbella. Ambos empresarios se lanzaron a la arena política con la clara intención de utilizar su condición de políticos aforados como forma autodefensa, en un movimiento muy similar al realizado por el agitador ultraderechista Alvise Pérez, líder de Se acabó la fiesta (SALF). Además de sus problemas con la justicia, Trump, Berlusconi, Ruiz-Mateos, Jesús Gil y Alvise comparten una forma de comunicar extravagante y polémica, una tendencia teatral a la victimización y una puesta en escena unas veces autoritaria y otras, grotesca.
Laura Camargo Fernández, es activista y profesora titular en la Universitat de les Illes Balears. Doctora en Filología Hispánica (especialidad en Lingüística).
*Este artículo un fragmento del capítulo 3 del libro de la autora, Trumpismo discursivo. Origen y expansión del discurso de la ola reaccionaria global (Verbum, 2024).
Referencias
Arruzza, Cincia y Mometti, Felice (2010) El berlusconismo y la transición autoritaria. viento sur, 111, pp. 42-51.
Camargo Fernández, Laura (2023) “Tras las huellas del trumpismo discursivo en tres políticas españolas. Las campañas electorales en Twitter de Ayuso, Arrimadas y Olona”. En de Santiago, Javier; Fernández, Teresa y Soler, Miguel (eds.), El discurso como herramienta de control social, Frankfurt: Peter Lang, pp. 97-109.
Dean, Jodi (2009). Democracy and Other Neoliberal Fantasies. Communicative Capitalism and Left Politics. Durham: Duke University Press.
D’Eramo, Marco (2022). Dominio. La guerra invisible de los poderosos contra los súbditos. Barcelona: Anagrama.
Heller, Monica (2023) “Crisis on the terrain of language”. Anthropologica, 65 (2), pp. 1-16.
Jutel, Olivier (2017) “Donald Trump’s Libidinal Entanglement with Liberalism and Affective Media Power”. b2o, 23 de octubre. Disponible en https://www.boundary2.org/2017/10/olivier-jutel-donald-trumps-libidinal- entanglement-with-liberalism-and-affective-media-power/
Marantz, Andrew (2021) Antisocial. La extrema derecha y ‘la libertad de expresión’ en internet. Madrid: Capitán Swing.
Nagle, Angela (2018) Muerte a los normies. Las guerras culturales en internet que han dado lugar al ascenso de Trump y la alt-right. Tarragona: Orciny Press.
Pellicer Alapont, Miquel (2018) La comunicación en la era Trump. Barcelona: UOC.
Reisigl, Martin (2023) “Explaining populism from the Politolinguistic perspective”. En Diehl, Paula y Bargetz, Brigitte (eds.), The Complexity of Populism. New Approaches and Methods. Londres: Routledge.
Salmon, Christian (2019) La era del enfrentamiento. Del storytelling a la ausencia de relato. Barcelona: Península.
Taylor, Jeff (2016) Historical and Ideological Context of Donald Trump. Disponible en https://digitalcollections.dordt.edu/faculty_work/575.
Yiannopoulos, Milo (2016) “Happy Father’s Day, Daddy Donald”. Breitbart, 19/06/2016. Disponible en www.breitbart.com/milo/2016/06/19/happy-fathers-day-daddy- donald/
Tomado de https://vientosur.info/
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