noviembre 7, 2025
Trump y la ética de Harry el Sucio

Trump y la ética de Harry el Sucio

Tomado de Ethic.es

El tráfico de drogas recorre el mundo en todas direcciones, pero mayormente desde el sur hacia el norte, desde países empobrecidos hacia los países más ricos. Los medios que usan los delincuentes son cada vez más sofisticados y suelen burlar, con más o menos eficacia, la vigilancia a la que les someten las distintas policías nacionales.

Pero Donald Trump ha querido hacerlo más fácil y ha puesto medios militares más sofisticados a combatir, no al comercio internacional de la droga sino solo al de Venezuela. De momento y por razones claramente políticas, se supone. Y algunas de las narcolanchas no llegan a puerto porque son atacadas en aguas internacionales y abatidas por las fuerzas militares estadounidenses que, para darle mayor repercusión, difunden en vídeo sus ataques. El resultado de las muertes de los narcotraficantes y la desaparición de la droga lo celebran muchos en silencio y la mayoría calla.

Analizando los hechos con sentido común, es fácil concluir que ciertamente no serán los grandes capos de la droga quienes mueren en esos ataques, sino unos pobres hombres que han sido contratados para un trabajo puntual. Hombres de los que no sabremos sus nombres, ni sus familias, ni siquiera sus nacionalidades. Son hombres sin historia, que pasan a ser pasto de los peces.

Hasta el día de hoy, ya son varias las narcolanchas abatidas y los muertos contabilizados, desaparecidos en aguas del Caribe. Parece que la ley del más fuerte se impone una vez más. Una medida más proporcionada y justa hubiera sido apresar y juzgar a los navegantes, transportistas de la droga, y tratar de llegar a su origen, a los capos. Pero no, se ha elegido algo más simple y efectista, pero alejado de toda justicia.

Con todo el horror que supone esa lacra del tráfico de drogas, produce mucho más estupor que se liquide a las personas, que se mate impunemente en medio del mar sin que se levante ninguna voz de protesta. No se justifica el narcotráfico, pero sin duda existen otros medios para combatirlo y quizá el principal debería ser controlar el consumo de droga de forma más eficaz.

Mientras existan consumidores capaces de saltarse todas las normas para conseguir su droga, mientras la sociedad frivolice con este problema, el consumo no hará sino aumentar cada vez más. Si se suprimen partidas de droga del triste y criminal mercado, lo que se consigue principalmente es aumentar el precio y, consiguientemente, hacer ese comercio todavía más lucrativo. Con tantísimo dinero a ganar, siempre habrá quien sustituya a los narcos abatidos.

Con tantísimo dinero a ganar, siempre habrá quien sustituya a los narcos abatidos

A los razonamientos anteriores se puede añadir otro principio, más profundo, que se debate desde hace tiempo en las facultades de Derecho de medio mundo y que está implícito en películas de culto como Harry el Sucio. La cuestión de fondo es que este insigne policía tiene claro que con los medios usuales, dentro de la ley, no es posible, o es mucho más difícil, detener a quienes están fuera de la ley. Y vemos como Clint Eastwood, con una pistola que no es reglamentaria, encarna como nadie a un policía que no duda en saltarse todas las normas para atrapar al asesino o, peor, eliminarlo. Y ahorrarse de esta forma un posible juicio, siempre mucho más oneroso. Claro paralelismo entre Harry y Donald Trump.

Maquiavelo y su «el fin justifica los medios» surgen con fuerza una vez más, ahora en versión trumpista. ¿Quién o quiénes pedirán cuentas al nuevo Príncipe, que se muestra a sí mismo tantas veces como defensor de la paz y el orden mundial? Hasta el momento, nadie. Sin embargo, lamentablemente hay otros mandatarios populistas en el mundo que pretenden hacerle sombra o al menos contrapeso y que están en la mente de todos.

La democracia, la igualdad de todos bajo el Imperio de la ley, está en crisis. ¿Estamos todavía a tiempo de impedirlo? Es difícil saberlo. Pocas voces se levantan de verdad a favor de una democracia representativa, con división de poderes y respeto por las minorías.


Luis Ballesteros Andreu es miembro del Observatorio de los ODS y Justicia Social Fundación Mainel

Tomado de Ethic.es