La retórica del presidente Donald Trump sobre la reducción de la burocracia contrasta fuertemente con la realidad de las acciones de su administración. Si bien con frecuencia denunciaba las regulaciones federales onerosas para las empresas —citando ejemplos como los requisitos de activos para los bancos y las protecciones ambientales para las empresas madereras— sus políticas aumentaron significativamente los obstáculos burocráticos para los estadounidenses promedio.
Varios ejemplos ilustran esto: La administración Trump intentó acabar con un programa gratuito de declaración de impuestos en línea para declaraciones sencillas; presionó por los requisitos de trabajo para Medicaid; propuso (y luego rescindió) una verificación de identidad en persona más estricta para los solicitantes de la Seguridad Social; y apoyó la legislación que exige una identificación de votante estricta, incluidos los certificados de matrimonio para las mujeres que cambiaron sus nombres. Estas acciones representan precisamente el tipo de «verificación innecesaria, llenado de formularios y trabajo pesado» que a los estadounidenses les disgusta enormemente.
La opinión pública apoya firmemente la reducción de la burocracia. Una encuesta de AP-NORC de enero reveló que el 59% de los adultos consideran que las regulaciones gubernamentales y la burocracia son un problema importante. A pesar de que los presidentes republicanos históricamente han hecho campaña sobre la desregulación, los esfuerzos de Trump se quedaron cortos. Si bien organizó un evento simbólico de «corte de burocracia», los estudios indican que las regulaciones federales, en el mejor de los casos, se estancaron durante su mandato, con un ligero aumento en comparación con la administración Obama. Muchas de sus reducciones fueron posteriormente revertidas por el presidente Biden.
El enfoque de los esfuerzos de desregulación de Trump benefició desproporcionadamente a las grandes corporaciones, que poseen los recursos para navegar por las regulaciones complejas. Sin embargo, la comprensión del público sobre la «burocracia» se centra en las interacciones personales con el gobierno: obtener licencias, votar, presentar impuestos y acceder a servicios como el reembolso de préstamos estudiantiles o hipotecas. En estas áreas, la administración Trump exacerbó el problema.
Más allá de agregar requisitos, los recortes de la administración al personal y a los programas afectaron negativamente a los ciudadanos. Los veteranos enfrentaron retrasos en el acceso a ensayos clínicos cruciales, los beneficiarios de la Seguridad Social soportaron largos tiempos de espera, y los prestatarios de préstamos estudiantiles navegaron por un sistema de reembolso caótico. Además, los trabajadores federales desperdiciaron un tiempo considerable en tareas administrativas como los informes semanales por correo electrónico.
La suposición de que tales recortes mejoran la eficiencia y combaten el fraude es demostrablemente falsa. Estas acciones principalmente agregan burocracia tanto para los empleados federales como para el público, reduciendo la eficiencia del gobierno sin afectar significativamente el fraude. Incluso un ingeniero de software contratado para optimizar el VA reconoció el funcionamiento sorprendentemente eficiente del gobierno, destacando el enfoque equivocado en los recortes innecesarios. La falta de humildad dentro de la administración con respecto a estas políticas es profundamente preocupante.
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