// Por: Alonso Valencia
Vie 27 mayo, 2022
Hoy, en pleno 2022, tenemos el regreso de una de las grandes franquicias del cine. Aunque gran parte de las generaciones actuales no estén familiarizados con el tema. Top Gun fue un fenómeno masivo durante la década de los 80’s. Tom Cruise enchamarrado junto a Kelly McGillis, se convirtió en la imagen de uno de los posters más replicados en las habitaciones de los adolescentes de la época. Esas imágenes de los F-14s Tomcat eran una delicia visual, acompañadas de las icónicas canciones de la cinta, como el clásico ‘Take my Breath Away’ de Berlin, el ‘Top Gun Anthem’ de Harold Faltermeyer o ‘Danger Zone’ de Kenny Loggins.
Maverick, Iceman, Hollywood, Goose, Slider, Viper se convirtieron en algunos de los mejores motes de la historia. Estas imágenes de los pilotos en una hiperrealidad de militares musculosos jugando voleibol en la playa, marcaron a toda una generación.
Ahora después de 36 años, Tom Cruise vuelve como Pete Maverick Mitchell en una secuela dirigida por Joseph Kosinski. Kosinski, quien previamente había dirigido TRON: Legacy, otra secuela, en mi opinión, infravalorada, de otro gran clásico de culto.
[embedded content]
En Top Gun: Maverick vemos al icónico piloto como un hombre cuya vida no había sido la que muchos habían idealizado al ver la cinta original de Tony Scott. Maverick sigue siendo solo un capitán que no ha podido avanzar dentro del rango militar, debido a su actitud rebelde y una inconstancia en su vida personal y profesional que se relaciona directamente con su anhelo por el pasado y el constante lamento por la pérdida de su compañero Goose.
Maverick es llamado de vuelta a Top Gun por el mismísimo Iceman, ahora un condecorado almirante con el suficiente poder para traer de regreso a Pete a un ambiente del que él mismo se ha tratado de mantener alejado.
El personaje de Tom Cruise deberá ahora entrenar a una nueva generación de los mejores pilotos para llevar a cabo una misión prácticamente imposible, la cual tiene que ver con infiltrarse en territorio enemigo para eliminar una inminente amenaza nuclear. Entre este equipo de pilotos, se encuentra Rooster, el hijo de Goose, interpretado por Miles Teller.
Definitivamente el atractivo principal de esta secuela es el regreso de Cruise en el papel protagónico. Cruise exuda carisma en el rol, pero al mismo tiempo nos presenta un punto al que nunca se había atrevido a abordar en su carrera, su edad. La nueva generación de Top Gun se refiere constantemente a él, como un abuelo y señor. Pero no solo eso, esta es una de las pocas situaciones en las que vemos que el filme no usa tomas forzadas para hacer parecer al actor como alguien de mayor estatura. Lo vemos en diferentes intercambios con los personajes con una diferencia de estatura notable.
Este punto toma un mayor valor cuando Maverick sigue siendo el mismo gran piloto que era en la primera cinta. Capaz de lograr las hazañas más increíbles, pero, sobre todo, lograr aprender cual es su rol, dándole la suficiente importancia al nuevo equipo de jóvenes, conformado por Mónica Barbaro como Phoenix, Greg Tarzan Davis como Coyote, Jay Ellis como Payback, Lewis Pullman como Bob, Danny Ramirez interpretando a Fanboy (cuyo casco usa la tipografía de la Top Gun original) y Glen Powell como el genial Hangman, sin dejar de lado a Teller como Rooster con quien Maverick tendrá que lidiar conforme avanza la trama para enfrentar una serie de rencores que tienen que ver con la muerte de su padre.
Cruise es la estrella más grande que ha tenido el cine. Para Top Gun: Maverick, el actor pilotea él mismo su propio avión, e incluso, empujó al cast para que aprendiera a pilotear estos nuevos F-35s.
Con los actores mismos a bordo de los aviones, tenemos una variedad de tomas increíbles que superan en sobremanera lo logrado por el legendario Tony Scott en la Top Gun original. Las tomas prácticas de las aeronaves en vuelo, con la vista desde las cabinas, desde la pista de aterrizaje y haciendo acrobacias aéreas, son simplemente espectaculares. Si sumamos esto a que la misión final es por demás emocionante, tenemos como resultado una bomba visual que te mantiene pegado al asiento.
La gran fotografía de Jeffrey L. Kimball, quien también había sido parte la cinta de 1986, no solo se nota en estos increíbles cuadros de los aviones, sino con una línea de color cálida y hermosa que al mismo tiempo nos transmite un sentimiento de añoranza por esos años de juventud de Maverick en los 80’s y una nueva hiperrealidad cercana a la creada por Tony Scott, con escenas que emulan a los cuadros originales dentro del bar y la partida de voleibol. Ahora con un sentimiento mucho más humano y natural.
Dentro de todo el espectro del cine actual, en donde las “legacy sequels” son parte de nuestro día a día. Estas secuelas de películas gigantes del pasado, Top Gun: Maverick hace todo bien. No abusa del fan service para entregar un buen producto. Aunque sí incluye guiños al filme original e incluso comienza emulando el intro de Top Gun con la música de Harold Faltermeyer y Steve Stevens viendo cómo son los procesos de aterrizaje y cuidado de los aviones, se separa lo suficiente para sentirse como un movimiento hacia adelante en muchos sentidos, con mensajes muy claros acerca de las viejas glorias y encontrar tu lugar el presente.
La trama logra abordar diferentes cuestiones en la vida de Maverick. Una nueva relación amorosa con Penny Benjamin, interpretada por Jennifer Connelly, su relación con Iceman, el que alguna vez fuera su gran rival y ahora uno de sus amigos más cercanos, con la emotiva y perfecta inclusión de Val Kilmer, el constante esfuerzo por acercarse a Rooster, y sus constantes arranques rebeldes que lo ponen ante sus figuras de autoridad, en este caso en cara de Jon Hamm como el vicealmirante Simpson.
Sutilmente, Kosinski y el productor Jerry Bruckheimer logran que esta segunda entrega logre incluir todos los temas pertinentes, sin apartarse de la acción y la tensión pertinente para dejarnos un filme verdaderamente completo en todos los sentidos.
Me atrevería a decir que esta secuela supera a su contraparte original en muchos aspectos. Es elegante, nostálgica, emocionante y una prueba fehaciente de cómo puede hacerse una película homenajeando al pasado en un presente palpable ante un futuro incierto. El mismo Maverick menciona en un punto del filme que está consciente que probablemente dentro de unos años las cosas no sean iguales, refiriéndose tanto en cuestión tecnológica como en cuestión de calidad de vida y hasta de cómo se mueve la industria del cine, pero cierra la frase recalcando fuertemente que hoy, hoy no es el día.
#Expresion-Sonora.com #Sonora
Tomado de https://warp.la/
Más historias
Rita Guerrero, ícono del rock nacional
Hello Seahorse! Celebrará 10 años de Arunima en el Teatro Metropólitan
Franz Ferdinand estrena podcast sobre su historia