septiembre 14, 2025
Ternium y Siemens, sin responsabilizarse por accidente laboral en sus instalaciones

Ternium y Siemens, sin responsabilizarse por accidente laboral en sus instalaciones

Tomado de https://www.jornada.com.mx/

Ternium y Siemens, sin responsabilizarse por accidente laboral en sus instalaciones

▲ Karla Beatriz Castro Delgado sufrió quemaduras de segundo y tercer grados por un accidente laboral en la planta de Ternium. Abajo, Máximo Vedoya, director ejecutivo de dicha empresa acerera y principal proveedor del gobierno de Samuel García, con contratos de miles de millones de dólares.Foto La Jornada

SanJuana Martínez

Periódico La Jornada
Domingo 14 de septiembre de 2025, p. 8

“¿Qué estabas haciendo ahí?”, le dijo Máximo Vedoya, presidente ejecutivo de Ternium México, a la ingeniera mecatrónica Karla Beatriz Castro Delgado, quien estaba postrada en una camilla de hospital con graves quemaduras de segundo y tercer grados en pies y piernas, ocasionadas por polvo de hierro caliente de reducción directa esparcido indebidamente en el suelo de la sucursal Guerrero, que forma parte de la multinacional ubicada en Nuevo León, mientras cubría su turno. La indolencia y crueldad del director ejecutivo de Ternium dejó perpleja a Karla, quien en ese momento sufría un dolor punzante e indescriptible y veía como la piel de sus extremidades se desprendía provocando enrojecimiento, hinchazón y ampollas.

El diagnostico fue devastador: “perderás uno de tus pies”, le advirtió el médico del Hospital San José, lugar al que fue trasladada por su madre Adriana Delgado, luego de que el servicio médico de la Clínica Nova de la empresa careciera de unidad de atención a quemados.

Ante la emergencia, el llamado “líder del acero” y director ejecutivo de Ternium, Máximo Vedoya, reconocido hace unos meses como el “Steelmaker” del 2025 y principal provedor de acero del gobierno de Samuel García, con contratos por miles de millones de dólares, no sólo la despidió. También le retiró el servicio médico y la condenó al ostracismo argumentando que el accidente fue su culpa. Han pasado ocho años desde entonces, y Karla lleva nueve operaciones que su familia costeó y que afortunadamente lograron salvar sus pies y piernas. Durante un año estuvo entrando y saliendo de hospitales en la Ciudad de México, donde reside, sin poder caminar, utilizando silla de ruedas y postrada en la cama recibiendo injertos de piel para recuperar células cutáneas.

Su vida cambió radicalmente aquel fatídico 13 de junio de 2017, día del accidente laboral provocado por la falta de seguridad de la empresa. Ingeniera industrial de excelencia graduada con honores, y trabajando para Siemens, colaborador de Ternium; el grupo ítalo-argentino Techint, integrado por las antiguas siderúrgicas regiomontanas Hylsa e IMSA con Ternium-Siderar, Karla emprendió una batalla legal para intentar acceder a la justicia que la propia empresa le negó.

Es una lucha como la de David contra Goliat, pero así como el joven pastor logró derrotar al gigante filisteo, Karla confía en que finalmente la reforma al Poder Judicial le permita alcanzar un reconocimiento como víctima y una legitima compensación económica por parte de la multinacional que ha recurrido a argucias legales para dilatar el proceso.

La demanda la presentó el 11 de diciembre del 2018 ante el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, y fue admitida el 7 de enero de 2019, radicada ante el juzgado vigésimo séptimo civil de la Ciudad de México con el expediente 1314/2018.

Sin embargo, Ternium quería jugar en su cancha porque “presuntamente controla al Poder Judicial”, y el 17 de septiembre del 2020 argumentaron “incompetencia”, por lo que el juicio fue radicado en el juzgado primero de juicio civil oral del primer distrito Judicial de Nuevo León, pero sin notificar debidamente a Karla, quien promovió el amparo directo 697/2021. Fue hasta el 13 de julio del 2023 cuando el primer tribunal colegiado en materia civil del cuarto circuito determinó que la prevención que fue ordenada le debió haber sido notificada personalmente.

Desde entonces, Karla ha sufrido un proceso de revictimización por los peritajes judiciales solicitados por la empresa demandada que iniciaron el pasado mes de julio, especialmente los sicológicos, el médico siquiátrico y el de rehabilitación.

Revivir el trauma

Debido a dicho proceso la citaron en la Clínica Nova, pero el perito de Ternium nunca llegó: “estuve cuatro horas; parece que me quieren cansar y causar más daño. Los abogados de la empresa han pedido una prueba en la misma planta donde casi pierdo un pie. Por parte de Siemens me llevaron a un muy incómodo miniconsultorio. Los últimos dos meses han sido muy difíciles, porque alternan las fechas y tengo que estar viajando a cada rato a Monterrey, lo que cuesta esfuerzo y dinero”. Añade que además le implica “recordar todo. Me volvió el insomnio. Volví al sicólogo y al tratamiento con siquiatra; mientras los de Ternium lo siguen tomando como un ‘incidente’, no como un accidente por la falta de seguridad industrial”.

El juez Eric Alejandro Arenas Guzmán señaló los días 9 y 15 de diciembre para desahogar pruebas,y solicitaron la constancia del lugar donde sucedió el accidente: “no quieren reconocer mi caso para no marcar precedente. Teniendo todo el dinero del mundo, me quitaron el seguro médico. Se desentendieron de todos mis gastos, pese a que todo ocurrió en su planta por no tener las condiciones necesarias para laborar”.

Recordó que Ternium subcontrató a Siemens para proyectos de automatización, por lo tanto ambas empresas son responsables de lo que le sucedió: “les faltan medidas de seguridad, pero lo más importante es que no reconocen sus fallas. Si lo hicieran, yo no estaría en este proceso”.

Recuerda que cuando Máximo Vedoya fue a verla al hospital, su madre le solicitó trasladarla a un nosocomio en Galveston, Texas, donde atienden personas con quemaduras, pero “él dijo que no lo creía necesario. Fue muy cruel. Luego hicieron una junta de seguridad donde aseguraron que había sido mi culpa, cuando ni siquiera me entrevistaron ni me preguntaron como pasó; todo era mi responsabilidad”.

Agrega: “Máximo Vedoya insistía y preguntaba el motivo por el cual yo estaba en la planta, pese a que ya había trabajado varios proyectos en el mismo sitio. Le expliqué que era ingeniera de automatización y que formaba parte del proyecto de colector en el área peatonal permitida, en la cual podías transitar para hacer el trabajo”. Karla explica que el día del accidente iba con su uniforme y equipo de seguridad, pero el polvo de hierro caliente de reducción directa (HRD) que estaba tirado sin señalamientos de “precaución” se reactivó al entrar en contacto con el oxígeno e inmediatamente entró a su ropa y sintió un gran dolor en sus pies y piernas.

La empresa no contaba con protocolos para resolver estos casos. La atención no fue inmediata. Karla esperó a que llegara el equipo de emergencia, para luego aguardar mucho tiempo más a que la sacaran en camilla mediante una grúa. Su recuperación fue lenta, dolorosa y costosa. Durante un año no caminó, luego el siquiatra José Newman le diagnosticó estrés postraumático y depresión: “las primeras semanas en Monterrey fueron terribles. La incertidumbre por el tema económico fue muy angustiosa. Tenía que tener los pies arriba por los injertos de piel.

Los primeros pasos los di después de más de un año y mi rehabilitación fue de tres. Después pude ser más autosuficiente”. Su madre buscó ayuda en la Fundación Michou y Mau, donde le recomendaron al doctor Yusef Jiménez Murat, especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva, quien finalmente la operó. Por su parte, Siemens se negó a darle servicio médico: “me despidieron, me quitaron el seguro. Le mandamos una carta con un abogado para pedirle la póliza y nosotros seguir pagando, pero no aceptaron. Ni Siemens ni Ternium me buscaron más; les valió. Fue una actitud totalmente de desprecio”.

Percances recurrentes

El holding de Ternium tiene sus dos empresas principales propiedad de Paolo Rocca y opera en 45 países, pero en Monterrey los casos de accidentes mortales han marcado su existencia, además de la contaminación que provoca. El 22 de julio de 2013 murieron 11 trabajadores después de una explosión por acumulación de gas en la misma planta Guerrero, ubicada en San Nicolás de los Garza.

El pasado 25 de julio falleció el trabajador Emiliano Gaona Martínez, de 23 años, en la planta Churubusco. “Siempre tienen accidentes, es urgente que reconozcan que tienen fallas y que deben resarcir el daño que causan”, indica Karla.

Su abogado, Juan Carlos Cajigas Lozano, socio del despacho Cervantes, señala que han logrado acreditar la capacidad de las empresas para pagar el daño moral ocasionado a Karla: “es cuantía indeterminada hasta la ejecución de la sentencia declarativa. Será el juez quien establezca la cantidad, pero ellos han hecho todo lo posible para no pagar y por retrasar el juicio. Siendo empresas de clase mundial, no es posible que traten a sus empleados así, cuando fue por su culpa que Karla sufrió el accidente”. Considera que los peritajes son importantes porque demuestran un daño emocional severo, aunque los peritos de las ambas empresas aseveran que no hay afectación: “es incongruente porque primero reconocen que sí, y luego se desdicen”.

Señala que hay irregularidades que han afectado el caso. Primero el cambio de competencia llevada a Nuevo León, luego la falta de notificación adecuada a Karla; después, el juzgado no movió el expediente durante un año porque “perdieron” el exhorto, y finalmente la forma en la que el juez Arenas Guzmán está acordando las pruebas a favor de las empresas: “no actúa en un plano de igualdad entre las partes. Hay parcialidad hacia Siemens y Ternium”. Agrega: “¿Tienen alguna relación el juez y las empresas? ¿Recibió alguna dádiva ¿Hay corrupción? No lo sabemos. Queremos que restituyan el prestigio y el honor de Karla, que sea indemnizada en forma justa y completa, y que ofrezcan una disculpa pública”.

A Karla se le llenan los ojos de lágrimas al recordar sus cicatrices emocionales y físicas. Tenía un plan de vida profesional y personal en Monterrey, donde era feliz: “todo se vio truncado. Viviré con las consecuencias del accidente toda mi vida”.

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