**Las luces nunca se apagaban y Ángel Minguela Palacios no podía conciliar el sueño. Se cubrió la cabeza con lo que parecía una gran hoja de papel de aluminio, pero no lograba encontrar una posición cómoda en el frío suelo de hormigón, usando sus zapatillas de tenis como almohada.**
**El olor a cuerpos sin lavar impregnaba la estrecha habitación que compartía con 40 detenidos. Durante la noche, escuchaba a los hombres, muchos de ellos arrestados en lavaderos de coches o fuera de Home Depot, llorar por sus seres queridos.**
**Minguela, de 48 años, se encontraba en las frías instalaciones del ICE en el centro de Los Ángeles, conocidas como B 18, pensando en su pareja de ocho años y en sus tres hijos. Tras diez años en Estados Unidos, había construido una vida segura que solo había soñado en México, viviendo en su modesta casa de un dormitorio, adornada con fotos familiares de Navidad y su figurita de «papá número uno». Ahora, todo se desmoronaba.**
**El 14 de agosto, Minguela había realizado su última entrega del día, llevando fresas a una tetería en Little Tokyo. No sabía que el gobernador Gavin Newsom estaba allí para criticar los esfuerzos del presidente Trump por mantener el control de la Cámara de Representantes mediante la redistribución de distritos en Texas. Mientras tanto, agentes de la Patrulla Fronteriza se concentraban en las cercanías, mostrando su fuerza.**
**Cuando se acercaron, uno de los agentes notó la furgoneta de reparto de Minguela. En poco tiempo, se encontró esposado, arrestado por exceder el plazo de su visado de turista. Como señaló su abogado, Minguela se convirtió en «daño colateral político».**
**Durante los seis días que pasó en B 18, un centro temporal de procesamiento de inmigrantes, Minguela observó cómo varios detenidos optaban por la autoexpulsión en lugar de permanecer en la detención.**
**“No aguanto aquí”, decían los hombres. “No puedo soportarlo”.**
**Las duras condiciones, según Minguela, parecían intencionadas. Sabía que debía permanecer por su familia, pero se preguntaba si lo lograría.**
**Minguela huyó de México en 2015, en parte debido a la violencia que enfrentaba allí. Durante su tiempo reparando cajeros automáticos en Ciudad Juárez, fue secuestrado dos veces y apuñalado en un intento de robo. Tras perder su trabajo debido a recortes, decidió marcharse.**
**Llegó a Texas con un visado de turista y se trasladó a Los Ángeles el mismo día, atraído por las oportunidades laborales. Con poco dinero, alquiló una habitación mientras buscaba empleo y pronto encontró trabajo en un mercado de productos frescos en el centro de la ciudad.**
**Conoció a la mujer a la que llama su «esposa», quien pidió no ser identificada por miedo a represalias, en su segundo trabajo en el distrito Piñata. Aunque no estaban casados, Minguela ayudó a criar a sus dos hijos y a su hijo autista. Los niños, de 15, 12 y 6 años, le llaman «papá».**
**Su esposa dijo que nunca se sentía sola con Minguela a su lado. Él ayudaba con las tareas del hogar, jugaba al Roblox con su hijo mediano y ayudaba a su hija mayor con sus deberes, especialmente en matemáticas.**
**Las fotos capturan la vida que habían construido en Los Ángeles: paseos en barco en San Pedro, celebraciones del Día de la Madre y cumpleaños con pasteles y globos, y festividades del Día de los Muertos en la calle Olvera.**
**Cuando comenzaron las redadas de inmigración en junio, sus vidas se vieron limitadas. Minguela rara vez salía, solo para trabajar y hacer recados. Su hija le avisaba si escuchaba rumores sobre la presencia de agentes de inmigración cerca de su escuela, para que él no se arriesgara a recogerla.**
**Minguela tomó precauciones, hizo copias de sus llaves y dejó dinero para su familia en caso de ser detenido. Pero nunca pensó que eso le sucedería a él.**
**El 14 de agosto, su alarma sonó a la 1:15 a.m., como casi todos los días. Bebió el café que su esposa le había traído mientras se dirigía al mercado de productos frescos, donde había trabajado durante ocho años.**
**Minguela ayudó a tomar pedidos de fresas, frambuesas y arándanos
Tomado de https://www.latimes.com/espanol/mexico/



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