Suave matria. “AMLO, eres presidente pero, ¡por favor!, no gobiernes”: la oposición

Por Beatriz Aldaco Antes, quienes éramos oposición pedíamos que los gobiernos trabajaran y cumplieran sus compromisos con la sociedad, que combatieran la desigualdad y la corrupción, los dos males más grandes de México, pero nuestras demandas nunca fueron satisfechas; de ahí...

Por Beatriz Aldaco

Antes, quienes éramos oposición pedíamos que los gobiernos trabajaran y cumplieran sus compromisos con la sociedad, que combatieran la desigualdad y la corrupción, los dos males más grandes de México, pero nuestras demandas nunca fueron satisfechas; de ahí el anhelo y conquista de un cambio. Ahora, completamente al revés, los que ahora son oposición claman por que el presidente deje de hacer ese trabajo que él sí comenzó a realizar desde el primer día de su mandato. Constatar que cotidianamente se emprenden acciones en su abono los tiene completamente enfurecidos. El gran peligro que ven por delante es que el pueblo, esa masa que para ellos sólo ha cobrado relevancia en las elecciones, no será más presa fácil para conseguir su voto en las urnas.

En efecto, fue hasta que los periodistas chayoteros, los políticos corruptos, los empresarios que se enriquecieron de manera ilegal en el viejo régimen, se convirtieron en oposición, que por primera vez un grupo implora en México por que se esconda todo aquello que beneficia a la mayoría de la gente. Pretenden que los programas sociales como las pensiones a adultos mayores, el apoyo a jóvenes, las becas a niñas y niños con discapacidad, el proyecto “Sembrando Vida”, entre otros, queden en el más riguroso anonimato. Que si se ejecutan, ¡que no se divulguen, que no se conozcan, que la ciudadanía no se entere! Vamos, ¡que ni los mismos beneficiados cobren cabal conciencia del cambio a su favor!

Por eso odian el foro donde todo eso se da a conocer día con día, las mañaneras, porque sin ellas, ante la nula importancia que los medios tradicionales le dan a esas acciones históricas, la ciudadanía no se enteraría de nada, o de muy poco en todo caso gracias a las redes sociales.

Le tienen pavor a las acciones encaminadas a resarcir los daños y perjuicios ocasionados por décadas de robo de los presupuestos que les correspondían a quienes más los necesitaban, como el de la Cruzada contra el Hambre en el sexenio de Peña Nieto, que fue fraudulenta e infamemente desviado para abultar los bolsillos de unos cuantos desalmados que afortunadamente comienzan a purgar condenas.

Lo que más detestan, lo que les genera más odio, ira e impotencia, a lo que le tienen más aversión y a la vez pavor, es al trabajo que ahora se hace por el bien común, por el bienestar de la mayoría de la población, por los ancestralmente olvidados. ¡No vaya a ser que en las próximas elecciones esos grupos poblacionales justamente beneficiados por fin ahora, voten de nuevo por el partido que llevó a AMLO a la presidencia! Porque eso es lo único que les interesa: el poder, seguir detentándolo, controlándolo, utilizándolo para su propio beneficio.

Son tan mezquinos que no pueden traducir de otra manera el cumplimiento de los propósitos de un gobierno que tiene claro cuál es su trabajo, que como “estrategia electoral”. En sus estructuras mentales y morales está ausente el principio del poder para el pueblo, el poder del pueblo, la obligación de servir al pueblo, porque para ellos el pueblo ha sido y es sólo un botín que utilizan para ganar elecciones, mediante trampas y abusos. Ahora resulta que esta administración federal está cumpliendo un programa nacional de apoyo a los más desprotegidos con plena independencia de los períodos electorales, pero eso tampoco lo pueden concebir ni entender ni aceptar, no se acomoda a su lógica dañada y limitada.

La esperanza de la oposición radica en que en esta administración se incremente la pobreza, fracase la economía, no se termine de controlar la pandemia, no se vacune o se vacune mal a la población. Su apuesta es la desgracia de la mayoría, por eso todos los días se levantan buscando la paja en el ojo ajeno para dar la falsa impresión de que nada ha cambiado, de que los que ahora gobiernan son como ellos.

Su decadencia moral no tiene límites. El razonamiento que impera en sus criterios es: “AMLO, no hagas nada por el pueblo, no te muevas, deja de trabajar, no entregues 16 o más horas de tus días para ver cómo recompones el muladar que dejaron los que ahora viven de lo que se robaron, ésos que han podido continuar con su bastante desahogado tren de vida aun sin chayote y sin prebendas, porque es tanto el dinero que les regalaron, que se robaron o que se ahorraron de manera ilícita, que son capaces de vivir tranquilamente, incluso por varias generaciones, únicamente con el monto de los intereses de ese cantidades ilegales invertidas quién sabe en dónde.

En otras palabras, su consigna es: AMLO, ¡deja de hacer cosas por el bien de todos, deja eso de “Primero los pobres”!, que los pobres son mayoría y existe el terrible peligro de que en las elecciones que vienen la 4T continúe, crezca, se fortalezca y nosotros quedemos sin poder seguir robando, sin recibir chayote, ¡pagando impuestos!, dejando de acaparar las obras del gobierno para enriquecernos en contubernio con los funcionarios en turno, y privándonos de recibir los beneficios de la privatización de los bienes nacionales.

Su grito es: ¡AMLO, por piedad, deja de trabajar! Y como no les hace ni les hará caso, lo odian y lo descalifican y así será, desafortunadamente, hasta el final del sexenio, pero las buenas obras quedarán para la posteridad y ellos pasarán como lo que son, unos vulgares oportunistas, con una vida cifrada en el dinero y en los bienes materiales, hasta que las páginas de los libros de historia o de las crónicas de esta era vayan diluyendo sus nombres hasta ser borrados y quedar en la nada.

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