Durante cuatro décadas como periodista, he cubierto a siete presidentes, 20 Congresos y miles de miembros del personal. Nunca me he encontrado con uno tan siniestro como Stephen Miller.
Lo veo en la oscuridad de sus ojos, el veneno de sus palabras, la malevolencia de su afecto. Y también por la deliberada brutalidad de su campaña desde la Casa Blanca para deportar inmigrantes y aplastar a los disidentes.
Que Miller sea el principal asesor de política nacional del presidente demuestra la depravación única de la segunda presidencia de Donald Trump. También lo demuestra el hecho de que Kash Patel comande el FBI, Kristi Noem dirija el Departamento de Seguridad Nacional, Pete Hegseth pavonee por el Pentágono, Pam Bondi manche el cargo de fiscal general y Robert F. Kennedy Jr. dirija el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Donald Trump reunió a este equipo para satisfacer sus retorcidas visiones de venganza, destrucción y autoengrandecimiento. Nunca una colección de personas tan desequilibradas, no calificadas e ineptas ha controlado las palancas del poder del gobierno federal.
Esto merece un recordatorio constante.
La administración y sus aliados, con la esperanza de apaciguar a los votantes indecisos y excitar a su base MAGA, quieren que los estadounidenses piensen en este momento como otro vaivén del péndulo político. Pero no lo es.
Durante su largo descenso al extremismo, el Partido Republicano ha desviado constantemente las críticas citando acciones demócratas pasadas y afirmando que «ambos bandos lo hacen». No lo hacen. Y la falsedad de sus falsas equivalencias nunca ha sido tan fácil de ver.
Tomado de https://zeteo.com/
 
 
 




 
                   
                   
                   
                  
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