El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
I. Mohammed Mbougar Saar (1990-)
Hace unas semanas, en este mismo espacio, hablé de La más recóndita memoria de los hombres, del escritor senegalés Mohammed Mbougar Saar, quien busca sus raíces en la literatura francesa y, también, en la capital de Francia.
II. Chimamanda Ngozi Adichie (1977-)
Nació en Nigeria y a los 19 años se fue a vivir a Estados Unidos, donde estudió y dio clases en Filadelfia, Connecticut, Baltimore y Yale. Me referiré a algunos de sus libros.
A. La flor púrpura
La trama de esta novela está ubicada en Nigeria. Describe la lucha entre la moral tradicional, representada por un padre inflexible al interior de su familia –aunque liberal al exterior– y la nueva conciencia que surge en sus hijos gracias a la aparición de la tía Ifeoma, una mujer libre que, ante la llegada al poder de los militares –que mandan un paquete bomba al jefe de redacción del periódico donde escribe, para acallar las voces disidentes–, opta por conseguir el visado a los Estados Unidos, un pasaporte para huir de un mundo que, como diría el personaje de Vargas Llosa sobre Perú «ya se jodió».
B. Americanah
Así se les llama a las mujeres nigerianas que se van a vivir a Estados Unidos y regresan a su país. La novela nos cuenta la historia de amor entre Ifemelu –la protagonista– y Obinze. Se amaron en Nigeria pero ella partió a Filadelfia. Obinze intenta triunfar en el Reino Unido y es deportado. Mientras, Ifemelu sale con un judío blanco, pasa por distintos trabajos y empieza a escribir un blog que tiene mucho éxito. En él describe lo que vive en USA con los ojos de una mujer nigeriana. «En Estados Unidos existe el racismo pero han desaparecido todos los racistas. Los racistas son cosa del pasado. Hay que buscar algo nuevo. Como Síndrome del Trastorno Racial. Y podrían definirse distintas categorías para quienes padecen ese síndrome: leve, medio y agudo». Al final, Ifemelu regresa a Nigeria. Obinze ha triunfado y tiene dinero. Los dos adquirieron una nueva conciencia de Nigeria y de ellos mismos al haber emigrado a Estados Unidos e Inglaterra. Allá, eran «negros». En Nigeria… simplemente son.
C. Todas debemos ser feministas
Es el texto de una conferencia, editada como libro, que ha tenido mucho éxito. En ella, Chimamanda nos cuenta: «En mi familia, yo soy la hija que más interés tiene por la historia de quiénes somos, por las tierras ancestrales y por nuestra tradición. Mis hermanos no tienen tanto interés en esas cosas. Y, sin embargo, yo estoy excluida de esas cuestiones, porque la cultura igbo privilegia a los hombres y únicamente los miembros masculinos del clan pueden asistir a las reuniones donde se toman las decisiones importantes de la familia. (…) La cultura no hace a la gente. La gente hace la cultura. Si es verdad que no forma parte de nuestra cultura el hecho de que las mujeres sean seres humanos de pleno derecho, entonces podemos y debemos cambiar nuestra cultura».
III. A la búsqueda de la identidad
Senegal fue colonia de Francia. Mohammed Mbougar Saar es más francés, más literario, busca sus raíces en otro escritor nigeriano que a su vez fue a buscar las suyas a París y desapareció sin dejar huella.
Nigeria fue colonia de Inglaterra. Chimamanda Ngozi Adichie, anglófona, describe cómo ella y sus compatriotas buscan sus raíces en Estados Unidos y en el Reino Unido. En el camino, describirá el racismo y la discriminación que sufre por ser mujer.
La lectura de los dos nos permite alejarnos de las figuras totémicas –el poeta senegalés Leopold Sédar Senghor y el Premio Nobel nigeriano Wole Soyinka– para acercanos al África de hoy, a través de dos escritores jóvenes y brillantes. Habrá que esperar sus nuevos libros. Empezaron muy bien, los dos.
Tomado de https://morfemacero.com/
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