Coyoacán es uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de México. Conserva mucha de su arquitectura original con la que es posible imaginar un poco de la historia y vida que ahí acontecía años atrás. El templo de San Antonio Panzacola es una de estas edificaciones que con sólo mirarla te traslada a otra época.
Sobre su construcción hay diferentes historias que permiten entender su origen. Hay dos versiones de cuándo y por qué se edificó este templo. Una señala que fue Pedro Álvarado quien la mandó a construir, pero la muerte de este personaje (1541) pone en duda esta versión. Asimismo, una segunda versión relata que en esta zona vivía una familia de contrabandistas a la que un día atrapó la autoridad. Prometieron a San Antonio de Padua que si los libraba de la cárcel, le construirían una iglesia. Cuando la policía no encontró mercancía que delatara a estos contrabandistas, la familia cumplió su promesa.
La construcción data de finales del siglo XVII y principios del XVIII, como muchos de los inmuebles en el centro de Coyoacán de los que sí se tiene este dato. Lo cierto es que está ubicada en un punto estratégico, a un costado del Puente del Altillo. Es la entrada de la Calle Real (actualmente Francisco Sosa) que conectaba los barrios Coyoacán y San Ángel.
Visita el Templo de San Antonio Panzacola
El templo fue declarado Monumento Nacional en 1932, es una obra barroca que resguarda en su interior un retablo tallado y el techo abovedado de estilo catalán. Conserva pinturas bizantinas que representan a la Sagrada Familia. Hoy puedes visitar esta pequeña joya de la arquitectura a la que llegas fácilmente en transporte público.
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Se encuentra cerca de la estación del Metro Miguel Ángel de Quevedo, de la línea 3 y cerca de la estación del Metrobús La Bombilla, de la L1. El templo abre a las 10:30 y cierra a las 20:30 hrs. ¡No dejes de asomarte en tu próxima visita a Coyoacán!
José Ángel Araujo Corredor, amante de los perros y apasionado de la comida. Escribo sobre comida, viajes y estilo de vida. Mi historia de amor con la comida comenzó cuando apenas era un niño, observando a mi mamá volando en la cocina como un colibrí. Amo los viajes que me dejan con el corazón contento, y unos kilitos de más.
Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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