El bacanora se ha convertido por derecho propio en la bebida por excelencia de Sonora, siendo representativa de todo México y con más de 300 años de tradición artesanal.
Su elaboración comenzó en el poblado de Bacanora, ubicado en la región serrana del estado, considerándose uno de los mejores destilados del mundo, con un fino equilibrio entre lo ahumado y dulce, con todo el sabor cien por ciento orgánico del agave pacifica.
Dentro de esta tradición, la familia Contreras ha continuado su legado como productores de este trago durante más de cien años, pasando de generación en generación y convirtiéndose de paso en los primeros exportadores de este producto a tierras norteamericanas de manera completamente legal.
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“El rancho que tenemos es muy tradicional en el sentido ganadero, pero hay cinco puntos diferentes donde todavía están las vinaterías viejas donde trabajó mi abuelo y mi bisabuelo, se mantienen las ruinas donde ellos hacían el bacanora”, señaló en entrevista Roberto Contreras Navarro, quien encabeza la quinta generación de productores de esta familia.
El ahora maestro bacanorero egresó de la Universidad de Sonora en 2009 y regresó al rancho familiar situado en el municipio de Aconchi, donde sus antepasados se asentaron a mediados de 1800, para darle un impulso a la producción de estas tierras.
Años de prohibición
Durante la primera década del siglo XX se producían más de un millón de litros de bacanora en establecimientos localizados en la región de la sierra de Sonora, desde el municipio de Bavispe hasta Álamos que aportaban el 13 por ciento de la economía, según se lee en el blog de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en el sitio web del Gobierno de México.
“El General Elías Calles, en 1915, prohibió la manufactura y comercialización de bebidas alcohólicas en el estado y bajo este ordenamiento jurídico, conocido como Ley Seca, desaparecieron las plantas destiladoras, porque no sólo era ilegal producirlo sino quien lo hiciera era perseguido y colgado para sembrar el terror entre los valientes que intentaran darle continuidad a esta actividad”, continúa la anécdota.
Negándose a dar por terminada esta tradición, símbolo de su identidad, la familia Contreras continuó produciendo bacanora para consumo personal y establecieron varias destilerías escondidas en su Rancho Tepúa durante los 77 años de prohibición (1915-1992).
“En el rancho se hacía bacanora para regalar y para tomarse, no como negocio. Ya fue cuando mi papá lo tomó que lo empezó a hacer más comercial, y luego entré yo y le di todavía otro paso extra”, remarcó Roberto Contreras.
Evolución
Desde entonces el proceso de elaboración del bacanora de Rancho Tepúa ha ido evolucionando, ofreciendo un destilado en alambiques de cobre de mayor calidad y manteniendo el sentido tradicional con los hornos bajo tierra calentados con leña de mezquite.
Al año producen cerca de diez mil litros de este producto, el cual el 80% se comercializa en Estados Unidos y el resto en territorio nacional directamente con ellos.
Don Roberto Contreras, padre, mejor conocido como Don Lalo apuntó que lo que los diferencía del resto de los productores es que ellos mismos se involucran en el proceso, trabajando personalmente en la vinata y cuidando cada elemento de su preparación.
“Aprendí desde niño gracias a mi padre y le he enseñado los mismos conocimientos a mi hijo y él ha mejorado mucho el proceso”, destacó el mayor de los Contreras. “Tenemos una bebida auténtica, original y de muy buena calidad. Y gracias a dios nos tocó a nosotros abrir el mercado americano que no conocía el bacanora, conocían el mezcal y el tequila, pero el bacanora no y nosotros se lo enseñamos”.
Padre e hijo continúan siendo una referencia para nuevos consumidores, siendo testigos de primera mano sobre los últimos cambios que se han producido en la industria.
“Ahorita hay más apertura, ahorita la gente no te dice que no si le das a probar. La labor que hemos hecho nosotros es educar a la gente, en el sentido de hacerles saber que un bacanora bien hecho es un trago que no te va a hacer daño, pero tiene que ser un buen bacanora. En lo que hay que fijarse primero es en el aroma, si de entrada tiene un aroma raro ahí ya debes desconfiar. El sabor y los aromas deben ser limpios, en el vaso tiene que escurrir aceitoso”.
Probando el desierto
Otro de los productos estrella de Rancho Tepúa es la palmilla, como se le conoce en la región al sotol, bebida alcohólica elaborada a partir de la destilación de la planta homónima que se da en Chihuahua, Coahuila y Durango.
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“Sonora tiene sotol, pero no entró dentro de la denominación y la gente siempre le ha dicho palmilla, y nosotros empezamos a producirla. Si la gente pudiera oler o probar el desierto haz de cuenta que es la palmilla, es muy vegetal y terrosa, tiene un sabor rústico muy campirano y diferente al bacanora”, afirmó Contreras, hijo.
Esta y el resto de sus bebidas se pueden conseguir a través de las redes sociales de @bacanoraranchotepua, al teléfono 6622158729 y vía WhatsApp al 6623422291.
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