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Es difícil no impresionarse cuando se descubre que la Ciudad de México está asentada sobre un enorme cuerpo lacustre. Dista mucho de la imagen que tenemos de un entorno de concreto y edificios de todo tipo. Sin embargo, es una realidad que la capital del país era un verdadero corazón hídrico en el Valle de México. Además de lagos, varios ríos la atravesaban y traían agua dulce para sus habitantes. Uno de los más importantes era el río de la Piedad, el cual en temporada de lluvias nos recuerda que sigue vivo.
El pasado del río de la Piedad
En el presente somos poco conscientes de la importancia que ha tenido desde hace siglos el río de la Piedad. Este cuerpo fluvial nace gracias a la unión de los ríos Tacubaya y Becerra, los cuales llevan agua cristalina proveniente de las cadenas montañosas que circundan a la capital. Antiguamente corría sobre lo que actualmente son las alcaldías Venustiano Carranza e Iztacalco y desembocaba en el lago de Texcoco, a la altura del pueblo de Magdalena Mixiuhca.
En la época virreinal su curso atravesaba lo que era la villa de Tacubaya y las proximidades de la Alameda Central. Por eso no debe sorprendernos que este afluente fuera importante para proporcionar agua dulce a los habitantes de la urbe, junto a la que llegaba desde el Acueducto de Chapultepec. Además, varios de estos ríos también proporcionaban agua a los canales por donde buena parte de la población se transportaba a bordo de diversas embarcaciones. Un ejemplo de ello fue el Canal de la Viga, alimentado precisamente por la corriente del río de la Piedad.
La modernidad y el entubamiento
Con el pasar del tiempo, particularmente las primeras décadas del siglo XX, el río empezó a perder fuerza. Su envergadura se redujo considerablemente gracias a las urbanización y los diversos cambios que experimentaba la Ciudad de México. Además, empezó a ser contaminado gracias al aumento de la población.
Es así que el río de la Piedad terminó rodeado por la mancha urbana de la capital. Por eso se tomó la decisión de entubarlo. La obra inició en el año de 1945 y concluyó en 1949. En 1950 se construyó sobre su antiguo curso el Viaducto Miguel Alemán, una de las más importantes vialidades de la metrópoli. Tras contenerlo, se usó su curso para servir como drenaje de las aguas negras de la Ciudad de México junto a otros ríos con similar suerte, como el Churubusco.
Actualidad del río de la Piedad: entre el rescate y las inundaciones
En la actualidad, durante la época de lluvias el cauce del río de la Piedad se compone en un 80% de agua pluvial y en un 20% del drenaje de las zonas urbanas cercanas. Y es que precisamente, la gran mayoría de las inundaciones en el Viaducto Miguel Alemán suceden gracias a que el agua de las precipitaciones es conducida por este río, lo que satura el sistema del drenaje. Esto sobrepasa por completo su capacidad de desalojo. Además, la acumulación de basura en las coladeras y el uso de pavimento impermeable complican las cosas aún más. Es entonces que el río nos recuerda que sigue vivo y reclama su antiguo recorrido.
Por eso en años recientes se han implementado proyectos que buscan paliar la situación. Uno de ellos es el Ecoducto Río de la Piedad. Sobre el camellón central del Viaducto, donde corre entubado el cuerpo fluvial, se ha construído un auténtico parque. En él se han colocado diversas plantas que conforman un sistema artificial de humedales, los cuales se encargan de depurar las aguas residuales del río de la Piedad. Aunque aún es incipiente esto, puede que sea el primer paso para ver resurgir a este histórico cuerpo de agua en un futuro.
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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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