Alcaldes y gobernadores del propio partido del presidente de Estados Unidos buscan ayuda para los campamentos migratorios desbordados y los presupuestos escasos.
El presidente Joe Biden está bajo una presión cada vez mayor para frenar un número récord de migrantes que cruzan a Estados Unidos, no solo por parte de los habituales críticos republicanos, sino también de los alcaldes y gobernadores demócratas de ciudades ubicadas a miles de kilómetros de la frontera.
Lo que solía ser una lucha ideológica clara entre demócratas y republicanos se ha convertido en una exigencia bipartidista de acción, y parte de la presión más intensa sobre Biden proviene de lugares como Boston, Denver, Chicago y Nueva York, donde los líderes del propio partido del presidente están pidiendo ayuda a gritos.
De manera pública, los políticos demócratas han descrito crisis cada vez más graves en sus ciudades. En privado, están en contacto casi a diario con Tom Perez, director de la Oficina de Asuntos Intergubernamentales de la Casa Blanca, y otros funcionarios del gobierno. En su mayor parte, no piden el tipo de restricciones fronterizas severas que exigen los republicanos, pero quieren ayuda con los campamentos de migrantes desbordados, los refugios abarrotados y los presupuestos arruinados.
La presión dentro del partido ha trastocado las políticas migratorias al comienzo de un año electoral. Además, ha aumentado la probabilidad de que Biden y los legisladores demócratas aprueben concesiones migratorias a los republicanos que, hace apenas unos años, habrían parecido improbables.
Más de 36.000 migrantes han llegado a Denver en los últimos meses y 4100 todavía están en refugios de la ciudad. Cada día llegan más. En Boston, los migrantes han acampado en el aeropuerto. En Nueva York, más de 164.500 migrantes han colapsado los refugios desde abril de 2022 y muchos todavía viven en alguno de los 215 hoteles, edificios de oficinas modificados o campamentos de tiendas instalados para alojarlos.
“Es una crisis tanto humanitaria como fiscal”, dijo Mike Johnston, alcalde demócrata de Denver. “No nos vamos a quedar sentados mirando a las madres y a los niños de 6 meses en tiendas de campaña en las calles con una temperatura de menos 12 grados Celsius. Pero, al negarnos a hacerlo, podríamos gastar 180 millones de dólares el próximo año y tampoco podemos hacer eso”.
“Como alcaldes estamos muy frustrados”, añadió mientras señalaba que muchos de los migrantes que llegan a su ciudad deben esperar meses antes de poder trabajar en Estados Unidos de forma legal. “En realidad, este es un problema que se puede solucionar si tuviéramos permisos laborales, fondos federales y un plan de ingreso coordinado”.
El flujo de migrantes hacia las grandes ciudades ha sido todo menos coordinado.
La mayoría ha llegado de sorpresa, en autobuses o aviones enviados por el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien sostiene que las ciudades alejadas de la frontera deberían probar el flujo de migrantes en su estado. Los alcaldes demócratas han fustigado a Abbott por lo que califican como una maroma política en la que utiliza a seres humanos como accesorios.
Hasta ahora, la maroma parece haber funcionado, al enviar a migrantes –a menudo sin abrigos ni familiares en Estados Unidos– a las ciudades ubicadas más al norte.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, presentó una demanda el jueves contra 17 compañías de autobuses chárter, en la que pide 708 millones de dólares en compensación por transportar migrantes desde Texas a la ciudad sin pagar “el costo de la atención continua, en violación de la Ley de Servicios Sociales de Nueva York”. La semana pasada, el alcalde emitió una orden ejecutiva que exige que los autobuses con migrantes lleguen a la ciudad solo entre las 8:30 a. m. y el mediodía, de lunes a viernes o enfrenten multas y embargos. Ante esto, muchos autobuses han optado por desviarse a ciudades de Nueva Jersey.
En Denver, el miércoles, Johnston se encontraba en uno de los campamentos de migrantes de la ciudad, animado ante el hecho de que su equipo estuviera trasladando a todas las 300 personas, incluidos algunos niños, fuera del frío a refugios y apartamentos.
Pero incluso mientras ese proceso estaba en marcha, llegaron varios autobuses nuevos repletos de migrantes de la frontera, cortesía de Abbott.
“Literalmente se estacionaron mientras sacábamos a la gente de este campamento”, afirmó Johnston en una entrevista.
Según las Naciones Unidas, un número récord de personas en todo el mundo está huyendo de conflictos, cambio climático, conmociones políticas y dificultades económicas en sus países de origen, y las redes de contrabando han ampliado su alcance a Asia y África.
Casi 2,5 millones de personas cruzaron la frontera sur en el año fiscal 2023. En diciembre, en algunos días, más de 10.000 migrantes fueron interceptados en la frontera sur, una de las mayores cifras de la historia. Muchos de ellos se están subiendo a los autobuses de Abbott con la esperanza de encontrar vivienda y trabajo en las ciudades.
La ira contra Abbott —y la frustración por el tema— es compartida por los principales asesores de Biden, quienes regularmente arremeten contra el gobernador de Texas y otros republicanos. El miércoles, después de que el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y 60 republicanos de la Cámara Baja se reunieran en la frontera para criticar al presidente y sus políticas migratorias, la portavoz del presidente respondió.
Karine Jean-Pierre, secretaria de prensa de la Casa Blanca, calificó el viaje a la frontera como el más reciente de una serie de “maromas políticas” y acusó a los republicanos de bloquear “cualquier esfuerzo del presidente para gestionar la frontera. Es lo que hemos visto. Eso es lo que hemos visto del presidente de la cámara”.
Los funcionarios de la Casa Blanca afirman que han estado en contacto constante con los alcaldes y gobernadores demócratas para tratar de ayudarlos a lidiar con el impacto de los migrantes. Perez dedica cerca del 50 por ciento de su tiempo al tema, según un alto funcionario del gobierno familiarizado con sus esfuerzos.
“El presidente está concentrado en conseguir recursos adicionales”, dijo Pérez, “incluidos más agentes de la Patrulla Fronteriza, oficiales de asilo y jueces migratorios; más tecnología para detectar fentanilo, y más subvenciones para las comunidades que acogen a migrantes recién llegados”.
El gobierno federal ya ha entregado alrededor de 1000 millones de dólares a las ciudades más afectadas, incluidos alrededor de 50 millones de 150 millones prometidos a la ciudad de Nueva York. Biden también le ha solicitado al Congreso otros 1400 millones de dólares para ayudar a las ciudades de todo el país a lidiar con los inmigrantes, pero esa financiación de emergencia está inmovilizada por los debates en el Capitolio.
Los alcaldes y gobernadores dicen que de todos modos no sería suficiente.
Nueva York ya ha gastado 3100 millones de dólares en vivienda y alimentación para los migrantes. Massachusetts ha gastado 247 millones de dólares en viviendas de emergencia desde julio, y la mitad de los ocupantes actuales son migrantes. El condado de San Diego asignó 3 millones de dólares en octubre para un centro de día de transición para migrantes y otros 3 millones en diciembre. Denver, Chicago, Los Ángeles y otras ciudades del país también están gastando millones.
Desde agosto de 2022, más de 600 autobuses han dejado a migrantes en Chicago y sus suburbios circundantes, y durante meses, familias de inmigrantes han acampado en comisarías de policía o en tiendas de campaña en las aceras.
En las últimas semanas, la gestión del alcalde Brandon Johnson ha retirado en gran medida a los migrantes de las comisarías de policía y los ha trasladado a 27 refugios repartidos por toda la ciudad. Más de 14.000 migrantes se encuentran actualmente en refugios; Chicago ha recibido casi 30.000 migrantes en poco más de 14 meses.
En una entrevista en víspera del Año Nuevo, el alcalde Johnson atacó las acciones de Abbott, pero también renovó la presión sobre el gobierno de Biden para que envíe miles de millones de dólares a las ciudades afectadas.
“Esto es una crisis internacional y federal, y se les está pidiendo a los gobiernos locales que la subsidien, pero eso es insostenible”, dijo en el programa Face the Nation de CBS. “Ninguna de nuestras economías locales está en condiciones de poder llevar a cabo tal misión”.
En el Capitolio, sigue siendo difícil encontrar una solución al problema.
Los republicanos han aprovechado el momento para insistir en nuevas y severas restricciones al asilo y otras políticas migratorias a las que los demócratas se han resistido durante años. Los legisladores de ambos partidos dicen que quieren más fondos para la seguridad fronteriza, pero hasta el momento no han podido llegar a un acuerdo sobre cuánto y en qué se gastaría.
Algunas de las principales prioridades de la política exterior de Biden han quedado atrapadas en ese debate como la financiación militar para ayudar a Ucrania a resistir la agresión rusa, junto con fondos para Israel mientras lleva a cabo una guerra contra Hamás, tras los ataques terroristas del 7 de octubre. Los republicanos han retrasado ambas prioridades mientras continúan las negociaciones fronterizas.
Pero la presión sobre Biden está teniendo un efecto en las negociaciones legislativas. Los funcionarios de la Casa Blanca han señalado que están abiertos a cambios que harían más difícil para los solicitantes de asilo superar un obstáculo inicial, conocido como la entrevista de temor creíble. Si eso sucede, muchos serán regresados a sus países de origen con mayor rapidez.
Los negociadores demócratas, entre ellos Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, también se han mostrado dispuestos a discutir nuevas reglas que permitirán deportaciones más rápidas de migrantes que viven ilegalmente en ciudades de Estados Unidos que están lejos de la frontera.
Eso sería una gran desviación de las posiciones adoptadas por la mayoría de los demócratas en los primeros días y meses de la presidencia de Biden. Pero, como han dejado claro los alcaldes y gobernadores, la dinámica ha cambiado.
“Estados como Massachusetts necesitan desesperadamente más apoyo del gobierno federal para abordar este aumento histórico de llegadas de inmigrantes”, dijo la gobernadora de Massachusetts, la demócrata Maura Healey. “Necesitamos que el Congreso actúe sobre el presupuesto del presidente Biden, el cual incluye fondos cruciales para la seguridad fronteriza y para ciudades y estados como el nuestro”.
Julie Bosman colaboró con este reportaje desde Chicago.
Michael D. Shear es corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times y cubre al presidente Biden y su gobierno. Ha reportado sobre política durante más de 30 años. Más de Michael D. Shear
Miriam Jordan cubre el impacto de la migración en la demografía, la sociedad y la economía de Estados Unidos desde una perspectiva de base. Más de Miriam Jordan
#Sonora #Expresion-Sonora.com Tomado de http://nytimes.com/es/feed
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