Reindustrializar Europa: la hora de la verdad

Reindustrializar Europa: la hora de la verdad

Tomado de Ethic.es

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Borja Rebull

Fotografía

Limbo Agency

La Unión Europea ha despertado de su sueño idealista y ha descubierto que el mundo no se parece a Venus (estable, cooperativo y pacífico), sino que adopta cada vez más los rasgos de Marte, con un entorno marcado por el conflicto, la rivalidad y la lógica del poder. La vuelta a la realidad está marcada por una guerra comercial y tecnológica, por disputas por el territorio en varias geografías del planeta, una clara lucha por la autonomía estratégica y por ganar competitividad industrial y un cambio en la matriz energética ante un calentamiento global que parece no tocar techo. Aunque Bruselas ha comenzado a reaccionar, el club de los 27 aún está en una fase de profunda reflexión sobre su futuro, sus valores fundacionales y su papel en un contexto internacional cada vez más exigente. La UE ha edificado una sociedad con grandes logros sociales, protegida por altos muros, pero ahora necesita abrirse al mundo sin perder sus principios. 

Antonio Hernández (EY): «Apostar por las renovables fortalece la soberanía energética y reduce la dependencia fósil»

El replanteamiento no es sencillo. A pesar de que la economía europea representa el 17% del PIB mundial, esta muestra signos de estancamiento, con una excesiva dependencia energética del exterior y una clara debilidad industrial. Ya lo dice el informe de Mario Draghi o el de Enrico Letta: Europa pierde terreno frente a Estados Unidos y China. En respuesta a esta falta de dinamismo, la UE ha puesto en marcha iniciativas como el Clean Industrial Deal, una hoja de ruta que busca reforzar la competitividad industrial gracias a las energías renovables autóctonas y convertir así la descarbonización en un verdadero motor de crecimiento económico. Un dato ilustrativo de la situación: en los últimos 50 años, no ha surgido en Europa ninguna nueva empresa que haya alcanzado una capitalización bursátil superior a los 100.000 millones de euros, mientras que en Estados Unidos hay seis que superan el billón y que se forjaron en la última mitad de siglo. A eso, Alberto Martín, socio del sector de Energía de la división de Consultoría en PwC, lo ha llamado la «brecha de innovación». 

Energía limpia y asequible para garantizar la competitividad

Alberto Martín (PwC): «Pagamos entre cinco y siete veces más impuestos sobre la electricidad que nuestros homólogos estadounidenses»

«No tenemos empresas lo suficientemente grandes y, además, no tienen acceso a una energía barata», ha afirmado Martín García en el evento Reindustrializar Europa: la hora de la verdad, organizado por Ethic, al cual acudieron expertos, políticos y empresas relacionadas con el sector industrial. El experto, basándose en el informe Descarbonización y competitividad: el Clean Industrial Deal como motor europeo, ha mencionado dos factores determinantes que han ensanchado la brecha con EEUU. El primero: la potencia norteamericana tiene acceso a gas barato y a sus propias reservas. «Europa creyó que también tenía esta ventaja, pero la crisis con Rusia demostró que no era así», explicó. El segundo: las tarifas en Europa son más altas. «Pagamos entre cinco y siete veces más impuestos sobre la electricidad que nuestros homólogos estadounidenses. En parte eso financia el Estado del bienestar, pero quizá deberíamos repensar si tiene sentido que se apliquen tantos recargos». La clave para saltar este obstáculo, ha dicho el especialista, está en las renovables.

José Vicente Marí (PP): «Lo primero que nos dicen [las empresas] es que les quitemos papel de en medio: desburocratizar tiene un gran impacto positivo»

Hace falta una inversión integral en toda la cadena: desde las redes eléctricas hasta el almacenamiento y las tecnologías que lleven esa energía hasta el cliente final, en este caso, las empresas. «No puede haber una economía sin industria», ha subrayado Antonio Hernández, socio de Energía de EY. «Europa puede descarbonizarse y al mismo tiempo ganar competitividad si toma las decisiones adecuadas: apostar por las renovables fortalece la soberanía energética y reduce la dependencia fósil», ha señalado. Para lograrlo, destacó basándose en las conclusiones del informe Un “Clean Industrial Deal” eficaz y eficiente para Europa, es necesario reducir la burocracia y contar con un marco regulatorio que evite la fuga de carbono. Es decir, que las industrias se desplacen fuera de Europa buscando normativas ambientales menos exigentes. Hernández ha resaltado que la Comisión Europea, de la mano del Banco de Descarbonización Industrial, prevé movilizar más de 100.000 millones de euros, que significa un paso en la dirección correcta. «Aunque insuficiente si se comparan con los 820.000 millones anuales que, según el informe Draghi, requiere Europa para hacerse más competitiva». Sin embargo, se ha mostrado optimista al afirmar que con una pequeña parte del monto (50.000 millones de euros) se puede descarbonizar la mitad de todo el calor industrial europeo. 

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La industria avanza en reformas estructurales, como si rehabilitara una casa: mejora el aislamiento, instala placas y sigue al pie de la letra las instrucciones de la normativa. «Pero si en medio de este proceso sube la energía, pierdes empleo o financiación, se complica todo», ha asegurado Xavier Ribera, director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Sostenibilidad de BASF. En este sentido, ha sugerido la implantación de medidas similares a las que se están adoptando en otros países europeos para mitigar el riesgo de acometer la transición energética y romper la dependencia del gas mientras que parte de la competencia sigue usando este combustible. Esta empresa ha identificado tres grandes obstáculos para la competitividad industrial: el elevado coste energético (por la fiscalidad en Europa, algunas de las plantas triplican en importe de la factura frente a otras en EEUU y China) y la excesiva y lenta carga regulatoria (hay normativas con miles de páginas). «Necesitamos marcos jurídicos claros, seguridad normativa y velocidad, porque 2030 es mañana y 2050 pasado mañana», ha resaltado. 

Adriana Maldonado (PSOE): «Tenemos la oportunidad de demostrar que esa autonomía estratégica que España defiende tiene beneficios reales y no solo retóricos»

Jorge Julián Álvarez, director de la planta de La Felguera de Bayer, también conoce el sector industrial. Sabe que para avanzar no hace falta solo una hoja de ruta, sino pasos en firme. «En España, donde llevamos 155 años, trabajamos con tres grandes ejes: inversiones en tecnología, uso de energías renovables y alianzas estratégicas», ha expuesto. Además, ha dicho que la transición energética no está reñida con la competitividad, sino al contrario: es una oportunidad para la industria, tanto desde el punto de vista de precios como de autonomía energética para su producción. Álvarez ha puesto el ejemplo de la electrificación de todo el calor industrial en la planta asturiana que dirige, desde donde produce ácido acetilsalicílico (Aspirina) para todo el mundo. La firma ha desembolsado más de 600 millones de euros desde 2019 en toda la cadena de valor: desde la investigación de nuevas moléculas hasta la producción y distribución de medicamentos. «Hemos reducido en un 25% los residuos enviados a incineración en nuestra planta de Asturias, además de un 9% en el consumo eléctrico». Desde 2021, el 100% de la energía de esta instalación proviene solo de fuentes renovables gracias a un PPA (Power purchase agreement o contrato de compraventa de energía a largo plazo) con Iberdrola. Para Heineken, por su parte, la descarbonización es ya una realidad. 

«A nivel global, nuestro objetivo es que las 160 fábricas operen con energía renovable en 2030», ha explicado Sagrario Sáez, directora de Sostenibilidad en Heineken España, que lleva más de 17 años desarrollando esta hoja de ruta. Sus tres pilares principales son la eficiencia energética, la innovación tecnológica (de la mano de actores como Engie o Siemens) y la elaboración de casos de negocio que en su mayoría sean neutros en emisiones y que, aunque puedan no ser rentables a corto plazo, a largo resultarán beneficiosos. «Si no cuidamos el entorno, no habrá futuro para la industria cervecera», ha argumentado la directiva.

Hacia un marco normativo que favorezca la reindustrialización

La política debe adaptarse a la rapidez con la que se toman decisiones hoy, especialmente en temas económicos y fiscales, porque las empresas y la sociedad lo demandan, argumentó Adriana Maldonado, portavoz de industria del PSOE. «Tenemos la oportunidad de demostrar que esa autonomía estratégica que España defiende tiene beneficios reales y no solo retóricos». La representante política ha comentado que España, hasta 2017, no tenía una política industrial clara. «Fue entonces cuando se creó el Ministerio de Industria y comenzó la alineación europea». Ahora, ha añadido, es momento de avanzar en inversiones para fortalecer la colaboración público-privada y acompañar la transformación del sector, la formación y recualificación de los trabajadores y garantizar la justicia social en este proceso. «Tradicionalmente, la industria se concentraba en el norte del país, debemos cambiar eso», ha defendido.  

Para Manuel Lago (Sumar), el cambio de modelo energético representa una oportunidad histórica para llevar a cabo un proceso de reindustrialización masiva

Hacemos frente a una nueva estrategia industrial con una guía, como lo es el informe Draghi, que nos ha hecho mirarnos al espejo, abundó José Vicente Marí, portavoz adjunto del PP en el Congreso. «Ahora mismo tenemos en elaboración una nueva Ley de Industria, que consideramos poco ambiciosa. No aborda las palancas clave de la competitividad… apenas trata la cuestión energética ni aligera la burocracia y no impulsa de forma decidida la innovación», ha asegurado. El parlamentario añadió que en este contexto es fundamental mejorar las capacidades de la fuerza laboral. El representante político ha indicado que uno de los grandes reclamos del sector empresarial es la excesiva carga burocrática que conlleva la transición energética de sus negocios: «Lo primero que nos dicen [las empresas] es que les quitemos papel de en medio: desburocratizar tiene un gran impacto positivo». 

Las distintas fuerzas políticas coinciden en la necesidad de aumentar el peso de la actividad industrial en la economía. Hoy representa un 14,7% del producto interior bruto (PIB), sin incluir la construcción, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística (INE). «Estamos lejos de lo deseable», ha afirmado Alberto Rodríguez Almeida, diputado por Vox. «El Gobierno quería alcanzar un 20% del PIB, pero seguimos estancados». El legislador hizo una reflexión sobre el equilibrio de la descarbonización y la competitividad. «Creo que es un desiderátum, un deseo, sí, pero no una realidad». En Europa, ha agregado, hace falta transparencia sobre las decisiones que se toman. «Este pacto industrial, ¿en qué programa electoral venía?», cuestionó. Manuel Lago Peñas, diputado del SUMAR, replicó, con base en un informe de la Cámara de Comercio de España publicado en diciembre de 2024, que «el país está bien posicionado para duplicar el peso de la industria, alcanzando un 22% del PIB para el año 2035».

Alberto Rodríguez Almeida (Vox) subrayó que todavía estamos lejos de alcanzar el objetivo de que la industria represente el 20% del PIB nacional

Este último parlamentario ha explicado que el cambio de modelo energético es, sin duda, una oportunidad histórica para llevar a cabo un proceso de reindustrialización masiva. «España siempre ha sido un país dependiente de la energía, y siempre fue más cara que en Alemania… Eso nos lastraba y nos obligaba a competir con salarios bajos», destacó. «Hoy tenemos la posibilidad de competir con productividad y con empresas que aportan valor añadido». Para que esto sea realidad, es relevante ofrecer seguridad jurídica a las empresas, un marco regulatorio claro y una red eléctrica potente, así como medidas que ayuden a reducir el coste energético, ha agregado. «Estamos en un momento crítico», recordó Inés Granollers, la diputada de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). «El cambio climático ya no es una amenaza futura: está afectando nuestras cosechas, a nuestros ecosistemas y a nuestra economía en tiempo real», sumó. La diputada recordó que, aunque existe una misma convicción de sacar adelante al país, la falta de entendimiento entre partidos políticos hace difícil el diálogo y la concreción de acuerdos. «Cuesta mucho… El entendimiento es posible cuando se antepone el interés general al cortoplacismo». 

Para Inés Granollers (ERC), sería posible alcanzar acuerdos si se antepone el interés general al cortoplacismo

«Somos muchos los que nos resistimos a aceptar una Europa en decadencia», ha afirmado Pablo Blázquez, editor y fundador de Ethic. «Creo que hemos superado esa frase de Ortega que decía que ‘España era el problema y Europa la solución’». Esa visión, según Blázquez, ha perdido vigencia porque el país actual –fruto del consenso de la Transición– se ha convertido en un actor capaz de aportar respuestas al gran reto energético y medioambiental que afronta el continente. «Y como es lógico, en una sociedad plural nos encontramos con distintas sensibilidades, intereses e ideas». Pero lejos de ser un obstáculo, ha abundado, ese espíritu de disenso y debate enriquece, impulsa el pensamiento crítico y mantiene viva la conversación democrática.

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