Reconversión y rezago

Uno de los grandes retos que presenta una crisis es cómo reinventarse y emerger de ella sin profundizar la desigualdad ni excluir a los más rezagados. Estamos ante una crisis económica de magnitudes gigantescas que se produjo debido a una...

Uno de los grandes retos que presenta una crisis es cómo reinventarse y emerger de ella sin profundizar la desigualdad ni excluir a los más rezagados. Estamos ante una crisis económica de magnitudes gigantescas que se produjo debido a una pandemia y que debe entenderse en función a lo que pase con la salud. Y no solamente se trata de una crisis originada en otra crisis, sino que su alcance es global y no aislado, por lo que todos los países recibieron el golpe, aunque el impacto y la asimilación son desiguales.

Si América Latina es el subcontinente más desigual del mundo en el que hay un abismo entre las condiciones de vida de los que más tienen y los que tienen muy poco, con la pandemia pasamos de una situación de crisis endémica a una más viral y convulsiva, que en términos prácticos representa que millones de personas que ya vivían en condiciones de pobreza han empeorado su situación. La caída de los grandes indicadores, como el Producto Interno Bruto (PIB), el empleo y las inversiones hay que verla en la gente, en la disminución de sus ingresos, en el incremento de la pobreza alimentaria, en la insuficiencia de opciones para satisfacer necesidades básicas.

Con una contracción de 8.5 por ciento en el PIB, la pérdida y la precarización de millones de empleos, así como el incremento de la pobreza, la situación mexicana es compleja: debe impulsar una recuperación de su economía en medio de una pandemia, haciendo que dicha recuperación no signifique dejar atrás a los que ya están rezagados. Imaginen este contraste: con la pandemia se aceleraron los procesos de digitalización de la economía y el conocimiento de lo digital pasó de ser una necesidad a una urgencia. Pero, al mismo tiempo, cuando la educación se vuelve más vital, los niveles de deserción escolar se disparan. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 1.4 millones de estudiantes abandonaron sus escuelas debido a la pandemia.

La aceleración de los procesos de digitalización, los cambios en el comercio, la virtualización de la educación y de los servicios, la reconversión del consumo y la apuesta cada vez más fuerte por la inteligencia artificial son parte de una gran transformación que estamos viviendo. Pero, así como la oportunidad se muestra tentadora, también la desigualdad se muestra amenazante porque partimos de un escenario en el que una gran parte de la población se encuentra en condiciones de pobreza, de rezago y, por lo tanto, en una enorme desventaja para ajustarse a los tiempos de cambio.

No es la primera vez que la crisis dispara la desigualdad. Lo interesante sería plantear una recuperación más equitativa que incluya una capacitación acelerada para minimizar la brecha de habilidades, el combate a la deserción escolar, apoyo a los pequeños emprendimientos y una incorporación paulatina, desde la educación y el mismo mercado, al nuevo escenario de la economía: si el mundo va hacia lo digital, hacia allá debemos ir, pero no en un plan de sálvese quien pueda sino en uno de todos a bordo.

@hfarinaojeda

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