¿Qué es la USAID? la polémica agencia de EU detrás de Artículo 19

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La organización Artículo 19, aceptó a través de su director regional para México y Centroamérica, Leopoldo Maldonado, que han recibido financiamiento de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés).

Esta información era prácticamente desconocida hasta que en su conferencia matutina de este jueves, el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) la reveló, provocando el enojo de muchos. Maldonado reconoció posteriormente en una entrevista para la periodista Carmen Aristegui, que la organización recibe fondos de los mecanismos de cooperación de diversos países y fundaciones como es el caso de la Fundación Ford, Estados Unidos, Irlanda y la Unión Europea, entre otros.

Pero qué es la USAID, ¿Es una agencia de desarrollo o de operaciones encubiertas? De acuerdo con un artículo de la BBC Mundo, publicado en abril del 2014, la USAID fue acusada por el Gobierno de Cuba de haber financiado la red social ZunZuneo -conocida también como el “Twitter cubano”- como un proyecto de claras intenciones políticas.

“Se demuestra una vez más que el gobierno de Estados Unidos no ha renunciado a sus planes subversivos contra Cuba, que tienen como propósito crear situaciones de desestabilización para provocar cambios en nuestro ordenamiento político y a lo cual continúa dedicando presupuestos multimillonarios cada año”, denunció La Habana en aquella ocasión mediante un comunicado de su cancillería.

De acuerdo con la BBC, la USAID fue creada por una orden ejecutiva del presidente John F. Kennedy en 1961, luego de que el mandatario reconociera que hacía falta “una oficina que se encargara de administrar la ayuda a países extranjeros, para promover el desarrollo social y económico”, según se lee en su página web.

Sin embargo, cinco décadas más tarde, se comprobó que la agencia disponía menos del 1% del presupuesto federal que le asigna el Congreso para “prestar ayuda” a más de 100 países.

De lo que sí se le acusa a la agencia, es de intervenir en los asuntos internos de las naciones mediante la supuesta ayuda humanitaria. 

La revista Foreign Policy documentó que durante las décadas de 1960 y 1970, la agencia se asoció con la ahora clausurada Oficina de Seguridad Pública de la CIA, un departamento señalado de formar a cuerpos de seguridad extranjeros en “técnicas de terrorismo y tortura”. Aunque la USAID siempre ha negado participación en este tipo de actividades, en 1973 el Congreso decidió eliminar el programa, debido a que tales acusaciones estaban dañando la imagen pública de EE.UU.

“Cuando el programa fue cerrado, la USAID ya había ayudado a capacitar a miles de militares y policías en Vietnam, Filipinas, Indonesia, Tailandia y otros países que ahora son tristemente célebres por su trato a los disidentes políticos”, señala el artículo.

En épocas más recientes, las presuntas actividades de intromisión por parte de EE.UU. han sido denunciadas no sólo por Cuba, sino también por países como Venezuela, Bolivia y Rusia.

“Lo que ha hecho la USAID, al igual que otras organizaciones como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el Instituto Republicano Internacional (IRI), es proveer una especie de cubierta para que el Departamento de Estado financie directamente actividades de la oposición venezolana, incluso a organizaciones que estuvieron vinculadas con el golpe de Estado de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez”, dijo a la  BBC Mundo George Ciccariello-Maher, profesor de la facultad de Historia y Política de la Drexel University.

La misma académica mencionó a la BBC Mundo que  el IRI jugó un papel importante en la creación del partido opositor venezolano Primero Justicia, de donde salieron los dirigentes Henrique Capriles y Leopoldo López. “Con la llegada de Chávez al poder -que coincidió con la desintegración de los partidos políticos tradicionales- Estados Unidos se dio cuenta de que la oposición necesitaba un vehículo político y comenzó a financiar y organizar entrenamientos para perfeccionar a estos líderes”, asegura el profesor.

En 2009, las autoridades cubanas arrestaron al empresario Alan Gross que luego fue sentenciado a 15 años de prisión por “actos contra la independencia y la integridad territorial del Estado”, al intentar ofrecer acceso a internet a opositores como parte de un programa financiado por la USAID.

Tres años después, Rusia expulsó a la agencia de su territorio por “intentos de influenciar los procesos políticos a través de sus programas” y en 2013, el presidente boliviano Evo Morales acusó a la USAID de interferir en los asuntos internos y “seguir conspirando” contra su gobierno.

El expresidente de Bolivia, Evo Morales. Foto: Especial

Incluso se ha llegado a sugerir que la USAID funciona como un frente civil de la CIA que lleva a cabo operaciones secretas.

El portavoz Matt Herrick respondió  a esas acusaciones: “Somos una agencia de desarrollo, no de inteligencia. Trabajamos en todo el mundo para ayudar a la gente a que ejerciten sus derechos universales y para darles acceso a herramientas que mejoren sus vidas y los conecten con el mundo que está afuera, especialmente en lugares en los que la gente ha sido aislada del mundo”.

La intervención de Estados Unidos en América Latina ha sido documentada también por académicos. En su tesis para obtener el  Doctorado en Historia por la Universidad de la Habana, Loreta Tellería Escobar, analizó el caso de la injerencia estadounidense en Bolivia durante el mandato de Evo Morales en su obra a la que intituló La Diplomacia de la Intervención: Bolivia como estudio de caso.

De acuerdo con Tellería Escobar, la Diplomacia de Intervención es una innovadora forma de hacer diplomacia, “donde las habilidades de los embajadores o embajadoras y demás personal diplomático, está formado y forjado para intervenir, controlar y dirigir a un determinado país de acuerdo a los intereses del gobierno de Estados Unidos”.

Menciona además que “no importa si el contexto es favorable o adverso a sus intereses, la maquinaria de la intervención no deja de funcionar, se diversifica con aquellos gobiernos que desarrollan políticas nacionalistas y soberanas; mientras que se profundiza en aquellos que sintonizan con sus políticas neoliberales”.

El académico señala que históricamente, ese tipo de diplomacia ha sido el común denominador de las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y los países de la región latinoamericana, producto del elevado poder político, económico y militar que Estados Unidos desplegó, en toda su intensidad, a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Loreta señala que la Diplomacia de Intervención (DI) es el espacio donde en los últimos años, Estados Unidos ha jugado sus cartas, a través de la aplicación en varios países de lo que se ha venido en llamar, las “guerras de baja intensidad” o los “golpes suaves”, contra gobiernos adversos a sus intereses, tal es el caso de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia.

La DI, dice Loreta, administra una amplia diversidad de objetivos, actores, agencias y modos de actuación, pero su principal objetivo es “el dominio y control del territorio”. Menciona que se valen de actores internos y externos para cumplir sus objetivos. Entre los actores externos señala a organismos internacionales,  cuerpo diplomático de otros países y empresas transnacionales, entre otros.

“En este punto no se debe soslayar el rol que cumplen las grandes cadenas de comunicación, que en sintonía con los medios de comunicación internos, desarrollan un proceso de injerencia cultural, distorsión informativa y presión político-social”, precisa.

En su tesis doctoral, Loreta menciona a la USAID, la DEA y otras agencias como parte de esas extensiones de poder de la DI que se denominan agencias de cooperación, y todas, dice, buscan los mismos objetivos intervencionistas.

Foto: Especial.

“Ya sea con agencias gubernamentales o con la sociedad civil, ejercen agudos niveles de presión o manipulación, tal es el caso de USAID, la DEA, la NED, el IRI, el NDI, etc. En algunas oportunidades, incluso se ha llegado a utilizar estudiantes norteamericanos o miembros de los Cuerpos de Paz como mecanismos de inteligencia”, detalla. 

En lo que se refiere al caso de la DI en Bolivia durante el mandato de Evo Morales, resalta que los Estados Unidos escogieron a Philip Goldberg como su embajador en el país andino, quien tenía la misión de provocar una desestabilización.

El académico refiere que Goldberg conocía muy bien la región Latinoamericana, y además era experto en procesos separatistas como fue el caso de la desintegración de Yugoslavia, y tenía un amplio arsenal de contactos en el Departamento de Estado.

Más tarde, dice, los cables de WikiLeaks confirmarían que Goldberg llegó a Bolivia con la intención de provocar un golpe de Estado, pues el arribo de Evo Morales a la Presidencia, significó un cambio de timón en la conducción política, social y económica del país. 

“Los cables de Wikileaks, entre muchas otras cosas, revelan que el Embajador Goldberg tras su llegada a Bolivia, no hizo más que reunirse con los miembros de la oposición política, a quienes clasificó como «líderes indígenas y regionales, dinosaurios e irrelevantes»”, señala Loreta.

El 10 de septiembre del 2008,  tras la violencia desatada por la oposición y el intento de “golpe cívico prefectural”, el gobierno de Evo Morales tomó una decisión inédita. Por primera vez en la historia de Bolivia, un Embajador de Estados Unidos fue declarado persona non grata e invitado a dejar el país acusado de financiar, promover y articular los planes golpistas. Junto con Goldberg, fue expulsada la DEA y la  USAID.

Philip Goldberg, ex embajador de Estados Unidos en Bolivia.

Los periodistas norteamericanos Jean-Guy Allard y Eva Gollinger también documentaron los efectos de la intervención estadounidense en su libro USAID, NED y CIA. La agresión permanente (2009). En él, señalan que tanto la USAID como la NED “cuadruplicaron los fondos entregados a sus aliados en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba del 2002 al 2006. Solo en Venezuela, invirtieron más de 100 millones de dólares en ese tiempo para alimentar a los grupos de oposición, promoviendo actualmente la creación de más de 400 nuevas organizaciones y programas para filtrar y canalizar esos fondos”.

Ponen como ejemplo la financiación de la organización Súmate, un instrumento de la «sociedad civil venezolana» bien untado y engrasado por la USAID y la NED, que en 2002 instigó y apoyó el golpe de Estado contra Hugo Chávez.

“En las bambalinas de todos estos golpes blandos, encontramos siempre una maraña de aparatos de inteligencia norteamericanos, pero siempre uno en particular: la USAID”, señalan.

Algo similar se registró en Bolivia: entre 2005 y 2006, la USAID “reorientó más de 75% de sus inversiones” (más de 120 millones de dólares) en el país para financiar a los grupos separatistas de la región conocida como la Media Luna, la más rica en hidrocarburos del país, y cuya oligarquía criolla tiene vínculos especialmente intensos con EEUU. No es de extrañar que Evo Morales acabara expulsando en 2013 a estas agencias de Bolivia.

La actividad de la USAID también ha sido largamente denunciada por los gobiernos de Rafael Correa. En 2012, unas 26 ONG extranjeras debieron cesar las actividades en Ecuador tras comprobarse la falta de transparencia en sus procesos. También se detectó la promoción de tendencias separatistas en la región de Guayaquil.

De acuerdo con el sitio de web de Artículo 19, durante el 2019, el  86% de los fondos que ejercieron fueron para actividades de tipo restringido (es decir, etiquetados para desarrollar actividades previamente acordados con donantes), mientras que 14% fueron otorgados para brindar soporte general a la organización. En el portal no se menciona cuáles actividades se habían acordado previamente. 

“En 2019, 59.5% de los ingresos de la organización fueron concedidos por fundaciones privadas internacionales mientras que 40% fueron concedidos por parte de representaciones diplomáticas en México y agencias de desarrollo. Finalmente, en el rubro de otros ingresos fue menos de un 1%”, detalla la organización.

El mismo portal señala que estas fueron las organizaciones de las que recibieron recursos en el 2019. 

  • ACOS Alliance
  • Angelica Foundation
  • INDELA/Avina Americas
  • Böll Foundation
  • British Embassy to Mexico
  • Ford Foundation
  • Embajada de Irlanda en México
  • Embajada de Alemania en México
  • Embajada del Reino de los Paíeses Bajos en México
  • Google
  • Internews
  • John D. and Catherine T. MacArthur Foundation
  • Open Society Foundations
  • Overbrook Foundation
  • National Endowment for Democracy (NED)
  • Swedish International Development Cooperation Agency (SIDA)
  • United States Department of State (USDoS)
  • Unión Europea
  • United States Agency for International Development (USAID)
  • William and Flora Hewlett Foundation
  • Witness
  • Donantes individuales

Tomado de https://polemon.mx/