septiembre 14, 2025

Productividad

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En cualquier país, el valor de la producción agregada depende de cuatro factores: los servicios que provea el capital con el que cuenta la economía, los servicios de la utilización de mano de obra, la utilización de insumos intermedios (energía, materias primas, etc.) y la productividad con la cual se utilicen todos estos factores, la cual depende de la tecnología que se utilice en cada proceso de producción. En términos algebraicos está se puede expresar por la función agregada de producción y = f (K, L, II), donde “f” indica como es que se combinan los factores productivos (K, L, II), es decir la tecnología.

A partir de lo anterior, hay tres fuentes de crecimiento económico: mayor inversión neta en capital (inversión fija bruta menos la depreciación física del capital existente), una mayor cantidad de mano de obra ajustada por el capital humano que ésta posea (habilidades y conocimientos) y primordialmente, de un aumento en la productividad de los factores de la producción, misma que depende principalmente de los cambios en la tecnología que se utilice en los diferentes procesos de producción, es decir la modernización tecnológica.

El Inegi publicó la semana pasada, para el periodo 1991 – 2020 cuál ha sido, para cada año, la contribución de cada uno de estos elementos (servicios del capital, servicios de la mano de obra, utilización de insumos intermedios y la productividad factorial total) al crecimiento del valor de la producción. La información que se nos da a conocer nos permite ver que el desempeño por demás mediocre de la economía mexicana (el valor de la producción solo aumento en promedio para este periodo en 2.21%) estuvo determinado tanto por una muy baja tasa de inversión en capital y, sobre todo, por el estancamiento de la productividad factorial total, la cual para el periodo señalado, cayó a una tasa anual promedio de 0.45%. Si excluimos del cálculo los tres años de profunda caída de la producción (1995, 2009 y 2020), la productividad factorial total solo aumentó, en promedio, 0.5% anual.

Aquí es donde vuelve a ser relevante la existencia de estos “dos Méxicos” a los que me referí en artículos pasados. Por un lado tenemos un sector de la economía moderno que ha introducido de manera continua avances tecnológicos en los procesos de producción y que por lo mismo ha incrementado su productividad junto a otro amplio sector que opera con tecnologías obsoletas y con una muy baja escala de producción por lo que su productividad no solo es muy baja sino que además está estancada o inclusive cayendo; un pesado lastre al crecimiento económico.

Ejemplos de esto último abundan. Tenemos un sector de la agricultura que sigue produciendo con tecnologías del siglo XVIII (un campesino arando una pequeña extensión de tierra con un arado jalado por una yunta de bueyes, sin riego, sin semillas mejoradas y sin fertilizantes), empresas comerciales al menudeo que siguen operando como la tienda de mi abuelo en 1960 (sin tecnologías modernas de control de inventarios y registro de ventas), tianguis y mercados sobre ruedas, talleres de confección que siguen utilizando máquinas de coser del siglo pasado; los talleres mecánicos tipo los de “el Tuercas”, fondas y, como no resaltar, los productores de jugo con un trapiche.

Todas esas unidades de producción que no han modernizado su tecnología, que utilizan mano de obra con bajos niveles de capital humano, que operan en muchos casos en la informalidad y con una muy baja escala de producción tienen, por lo mismo, una muy baja y estancada productividad y no contribuyen al crecimiento de la economía. Es claro que mientras este tipo de unidades de producción persista, la tasa a la cual crecerá la economía en su conjunto seguirá siendo, en promedio, muy baja. Se requieren, en consecuencia, profundas reformas institucionales que promuevan la incorporación de un amplio sector de la economía a la modernidad, esa que el presidente desdeña.

Leales lectores, les deseo un próspero 2022. Nos vemos en enero.

Twitter: @econoclasta

Economista y profesor

Punto de vista

Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

Tomado de https://www.eleconomista.com.mx/