1
En la emisión del domingo 12 de noviembre de Operación Mamut, transmitida por Canal Once, Ernestina Godoy, titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, expresó respecto del combate a la corrupción que ella ha implementado en su ámbito:
—Uno de los puntos torales que tomamos fue la lucha contra la corrupción, tanto interna de una institución abandonada durante muchos años como externa. La corrupción no es un derecho, sino es un delito y se persigue. Quienes se consideraban intocables, me parece que están azorados.
Y no le falta razón a la servidora pública: la corruptela era un hábito endémico en el país, al grado de ya no distinguirse como un rasgo mal pergeñado sino como una circunstancia autóctona.
Y a pesar de escuchar decir al presidente, una y otra vez, de la eliminación de esta calamidad política, continúa, para nuestra desgracia, en los rincones menos esperados del servicio público: las bases, o las jefaturas de mediano alcance, se resisten a dejar atrás esta vieja práctica sencillamente porque no conviene a sus bolsillos.
“Uno de los puntos torales que tomamos fue la lucha contra la corrupción”, dijo Ernestina Godoy, pero no en todos los estratos federales fue permitida, o autorizada, o respaldada, esta necesaria fumigación social, como en la Agencia Notimex, por ejemplo, centro de prensa tomado por años como refugio de desembolso corruptor por los que habitaban dicho espacio, evidencia que —al designar el obradorismo a Sanjuana Martínez, la primera directora de este recinto informativo—desencadenara, primero, una huelga y, después, un triunfo atronador sindicalista al matar, de una vez y para siempre, a la única agencia informativa del Estado mexicano al privilegiar, éste, a sus trabajadores en paro que no querían ver modificado su sistema burocrático establecido por ellos, a su exquisita manera, ni perjudicados sus emolumentos salariales monumentalizados sin menoscabo del deterioro periodístico, tal como se dio en el poco más de medio siglo que durara esta dependencia oficial beneficiando a cada una de las personas que pasó, que pasaron (todos los implicados, no necesariamente periodistas, aunque ésta debió de haber sido la cualidad esencial para ingresar a dicha redacción federal), por sus pasillos, siempre a las órdenes del contexto gubernamental, nunca del oficio periodístico.
A Sanjuana Martínez, simplemente, no le dieron acceso, tal como sí se la otorgaron a Ernestina Godoy, a su motivación emprendedora de sacudir las viejas prácticas corruptoras afincadas en la agencia que dirigiría.
Curiosa repartición de los poderes: a unos sí se les permitió la cancelación de los males, como en la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, y a otros no, como ocurriera en Notimex donde, incluso, los huelguistas que la mataron recibirán componendas millonarias a diferencia de los trabajadores que entraron durante este sexenio morenista, desempleados abandonados hasta por el mismo gremio periodístico que, en esas paradojas del oficio, clamaba en un principio por la supresión del visible soborno en ese centro oficial de información pública, donde trabajaba prácticamente toda la parentela del líder sindical pues así se acostumbraban las cosas. No tenía que venir a decirnos Sandra Cuevas sobre las numerosas peticiones de puestos con salarios que le exigieron los líderes políticos tradicionales (y que nunca lo habría confesado, denunciado, si hubiera conseguido, ella, sus fines políticos, pues la traición en la política sucede justamente después de otra traición) como para que no supiéramos que las costumbres corruptoras se han hecho leyes naturales en la política nacional.
Y después de este cierre intempestivo de la agencia de noticias Notimex, el gremio periodístico mira con indiferencia hacia otros lados sin importarle un gramo el destino de sus colegas —aquí no me refiero a los huelguistas, que el gremio veló por ellos como si se hubiera tratado de víctimas inocentes en manos de victimarios indecibles, atroces, parcializadores, sino a quienes arribaron a tal institución en el sexenio obradorista con la tarea de desempolvar el periodismo guardado en las gavetas de la burocracia—, desamparados (los periodistas de buena fe que entraron a la agencia del Estado con la gana de exhibir que se podía crear información imparcial desde las venas del gobierno) por la jubilosa victoria de los privilegios sindicalistas que consiguieron, debido a su ímpetu insultante y desmoralizador, matar el único centro informativo escritural (la televisión y la radio continúan impolutas, incluso recibiendo premios nacionales de periodismo) del Estado mexicano, orgullo inigualable en la historia de la mezquindad periodística nacional.
2
En la Cofepris, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, en palabras de López Obrador vertidas el miércoles 29 de noviembre, había un “cochinero” a consecuencia del bandidaje corruptor, como en efecto esta natural enfermedad se extendía a otras numerosas dependencias oficiales, como en la agencia Notimex, saturada de engranajes corruptores que tocaban las fibras íntimas de sus trabajadores que sólo miraban sin mirar los enjuagues políticos sencillamente porque convenía a sus intereses monetarios, acaso sin querer, o queriendo, cómplices o capciosos simuladores de las triquiñuelas sustentadas en esa agencia noticiosa, casa de reposo económico de mucha gente que era o se creía periodista.
¿No era Notimex también un cochinero donde se alojaba indiscretamente la corrupción?
¿Qué otro periodista había tenido los arrestos de limpiar ese medio público?
3
Cada periodo político, a su manera, posee sus particulares prerrogativas, concesiones o dispensas, cada una de ellas con sus lícitas inmunidades para preservar un cierto orden social, de modo que, siendo adustos comprensivos del entramado unívoco democrático, todo partido político conserva para sí sus peculiares preeminencias denominadas privilegios, panvilegios o morevilegios, según el partido aposentado en el poder presidencial.
Son asuntos que no pueden diluirse con prontitud en las altas esferas del comodato político porque convienen, finalmente, a las estrategias regulatorias de cada mandato ejecutivo.
De ahí que podamos apreciar, estupefactos, nepotismos (apellidos de figuras en el gabinete que se filtran por doquier sin que nadie, ni nada, pueda evitar estos desenlaces felices de parientes en la cima económica), compensaciones (como el dulce financiamiento millonario a los que mataron a la agencia Notimex, asesorados cuidadosamente por el padre de la secretaria de Gobernación), canonjías (a diversas alcaldías que se niegan a abandonar la actividad corruptora para no verse perjudicados en sus bolsillos), discrecionalidades (a unos medios y a determinados periodistas otorgarles dinero del erario mientras a otros no, váyanse a saber las razones de circunspecta decisión) y prebendas similares que no pueden ser desterradas en las atmósferas de los poderes políticos.
4
Mi libro Contestaciones, entregado desde finales del año 2022 a la Editorial Cofradía de Coyotes, porque a Paco Ignacio Taibo II, sencillamente, no le interesó ni siquiera mirarlo cuando mi amigo Eduardo Monteverde, ese ilustre médico y novelista (o novelista y médico), le dijo que yo estaba interesado en publicar en el Fondo de Cultura Económica (porque siempre he sido de la idea que en el sello editorial del Estado merece estar todo aquel que sabe escribir o tiene cosas que decir literariamente), casa editora donde yo no he podido publicar un solo libro por hermetismo y desdén burocráticos… pero resulta que Taibo II no quiere saber nada de mí, tal como acontecía, para mi desgracia, en los tiempos priista y panista, desgracia mía basada en algún punto de mi escritura que no es recibida con agrado en las huestes políticas, vaya uno a saber por qué motivos, circunstancia, como ya he referido varias veces, que no me hace mella en mis convicciones políticas ni tampoco me hace colocarme en un sitio opositor de la prensa que anda desesperada buscando cómo ubicarse en la línea obradorista para recibir discretamente dineros de la publicidad oficial… decía, digo, que mi libro Contestaciones, de manera inusual en un editor ilustrado como el poeta Eduardo Villegas Guevara, no ha salido de la imprenta ni el editor ya responde a mis llamados ni a mis correos ni a solicitudes de entrevistas ni mensajes que le he enviado por interpósitas personas, lo cual me tiene perturbado: si por lo menos recibiera una sola razón de ese extravío literario, entendería el motivo, o los motivos, de aquella supresión editorial.
Y, por otro lado, me queda claro que Taibo II no me quiere en su catálogo literario en el Fondo y punto, eso es todo, para qué moverle, para qué angustiarme, para qué buscar explicaciones, para qué andar en caminos prohibidos para Víctor Roura, aunque, para mí, y por eso escribí desde hace más de año y medio Contestaciones, la existencia de material literario periodístico —no entregado a la baratura de las mentiras impiadosas, de las altanerías opositoras, de las sevicias acomodaticias editoriales— refuerza caminos, construye puentes, debate ejercicios del pensamiento teórico para la buena prensa mexicana, ahora tan quebrantada o aparatosamente eufemística donde unos parecen lo que no son y otros, que son, viven anulados y descalificados por autoridades con nada más buenas intenciones pero absolutamente ignaras sobre la honorabilidad periodística, hoy confundida y simuladora en la creencia de que halagar o denostar conceptos políticos son las únicas dos vertientes posibles del entramado informativo.
5
Ni privilegiado en épocas priistas, ni panvilegiado en etapas panistas, ni morevilegiado en el periodo morenista, trifactorial ínclito que, acaso, sólo puede a mí hincharme de orgullo porque, evidentemente, a los demás los tiene sin cuidado esta dignidad personal.
Me saluda, en la calle, un viejo amigo periodista a quien no había visto en más de tres lustros, razón por la cual, en un principio, lo desconocí por completo. Y me cuenta la triste historia de un dibujante que trabajara conmigo, una larga temporada, en El Financiero, hombre cuya labor, en la Secretaría de Bienestar (Secretaría de Desarrollo Social, antes del morenismo), era atender a los beneficiados del obradorismo entregando y repartiendo la tarjeta respectiva, pero por alguna inexplicable razón, o porque a algún mando superior simplemente no le agradaba su presencia (la del dibujante, no la de sí mismo obviamente), fue despedido de la noche a la mañana otorgándole un finiquito en lugar de una liquidación, dinero que aceptara el modesto dibujante quien, tal como le decían sus amigos, no quiso demandar a este gobierno porque es un creyente innegable de López Obrador, a quien el dibujante eligió en las pasadas elecciones presidenciales.
—Fue echado a patadas —me dice mi amigo el periodista—, ¡pero él dice que no quiere meter en problemas a Obrador!
Gana su convicción política, aunque él salga perjudicado de esta desaseada contienda. A diferencia, digamos, de los huelguistas de Notimex que, sin ser un ápice obradoristas, consiguieron montos millonarios por su intrépida decisión de matar a esta agencia noticiosa sin haber perdido uno solo de sus antiguos privilegios y panvilegios, siendo también morevilegiados por su desalmada actitud opositora.
Paradójicas situaciones, sin duda alguna.
6
En su conferencia matutina del martes 28 de noviembre de 2023, el presidente López Obrador vertió elogios para la todavía titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, explicando así por qué se han dado negativas para ratificarla en su cargo por parte del bloque opositor en el Congreso:
—Ernestina Godoy se metió a investigar y castigar a quienes hacían actos de corrupción con el manejo de uso de suelo en la alcaldía Benito Juárez.
Y aunque aún no ha sido ratificada como fiscal en la Ciudad de México debido justamente a sus pesquisas de las corrupciones que ha indagado con inusual persistencia, pistas a las que los panistas, por ejemplo (afectados directamente por ser ellos los precursores del cártel inmobiliario, asunto por cierto benéfico para las autoridades de las otras quince demarcaciones citadinas), han denominado “persecuciones políticas” por ese mismo argumento que descontextualiza el robo tomándolo como un alimento natural del acontecer político en lugar de una insidiosa confabulación que atenta contra la moralidad ciudadana, factor éste, el de la corrupción, que se disfraza de distintas maneras para poder proseguir en su victoriosa carrera, a veces caminata, de las gozosas preeminencias inmunes… y aunque aún no ha sido ratificada como fiscal en la Ciudad de México debido justamente a sus pesquisas de corruptelas, Ernestina Godoy ya ha corroborado —ante los ojos de la ciudadanía— su honradez política, como lo hiciera, ya —ante el despecho incluso de varios singulares periodistas— la directora Sanjuana Martínez.
7
El martes 28 de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Decreto que extingue a la Agencia Notimex, lo cual fue motivo (¡luego de tres años de ausencia periodística de esta agencia informativa!) para que personajes como Margarita Zavala tuitearan, sin ningún conocimiento de causa, acerca de dicho tema con lo que uno confirma, desconsolado, la azarosa suerte con la que se abandonaban a las dependencias oficiales, como esta agencia informativa que servía, únicamente, como fuente de respaldo gubernamental valiéndoles, a los “afortunados” trabajadores que en ella residían de manera en este caso panvilegiada, el oficio periodístico, labor que, por fin, ansiaba rescatar Sanjuana Martínez. Así, la esposa de Felipe Calderón —protegido en su momento por los disciplinados sindicalistas de esta cómplice agencia noticiosa— aplaudió una intervención de la también diputada panista María Elena Pérez Jaen; el breve tuit de la ex primera dama retomó la participación de su compañera de bancada: “En contra de la desaparición de Notimex, en defensa de sus trabajadores y denunciando a la ‘pseudo periodista’ [entrecomillado vaya uno a saber por qué] que se prestó a todo [refiriéndose a Sanjuana Martínez]”.
Menos de media hora más tarde, Sanjuana Martínez respondió sin cortapisa ninguna, sin alterarse por la medianía lanzada en aquel mensaje: “Sra. Zavala, no me ofenda. Soy periodista profesional. Comprendo que esté enojada desde que publiqué mi libro La Señora Calderón donde documento sus corruptelas y las de su familia. La extinción de Notimex era necesaria desde que su marido la convirtió en órgano propagandístico”.
Punto.
8
La corrupción se halla acomodadita hasta en las personas que menos uno se imagina. Sandra Cuevas, malhumorada y ardida por no haber sido designada candidata por los partidos unidos opositores, se refirió el martes 21 de noviembre a los indignos actos de los líderes de diversas asociaciones políticas, entre ellos a Ricardo Monreal quien, sin importar aquella denuncia, fue incorporado casi de inmediato en el equipo de precampaña de Claudia Sheinbaum, porque se entiende que en la política lo de menos es lo de más (o lo de más es lo de menos, según la apreciación de quien lo evalúa) y lo que no estuvo registrado en papel alguno no está, por lo tanto, circunscrito a ninguna polémica, de donde se desprende, por lógicas maquiavélicas, que autores de estafas maestras puedan gozar de especiales libertades económicas sin ser sancionados como delincuentes porque la suposición en política nunca es un acto ilegal al no percibirse como cosa concreta, a diferencia de la suposición mediática que ahí sí aunque la información no sea verídica es una prenda ilegal por lucrar con la tentativa.
En este momento, a esta hora, no se sabe si Ernestina Godoy continuará en el puesto o, como Sanjuana Martínez, será vilipendiada por haberse atrevido a tocar a los intocables: a veces los propios transformadores del sistema, véase si no la caída libre de Notimex sin que nadie se molestara en intervenir para recuperarla, son capaces de darles la espalda a los que proponen un verdadero cambio estrujando de raíz los males corruptores que aquejan y dañan a la sociedad entera. A Sanjuana, por ejemplo, le decían —sus propios compañeros del gabinete presidencial— que se fuera con tiento, de a poco, lentamente, paso a pasito, no de golpe, juzgándola incluso de imperativa o dominante, tal como, en baja voz, se está sentenciando a Ernestina Godoy por su decisiva y valiente actitud.
Así están, o así son, las cosas en este mundo nuestro.
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Last modified: 4 diciembre, 2023Tomado de https://lalupa.mx/
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