La semana pasada, las operaciones militares en curso de EE. UU. contra presuntos narcotraficantes en aguas internacionales se intensificaron. Estos asaltos a embarcaciones no identificadas en el Mar Caribe y el Océano Pacífico, a las que la administración Trump ha calificado de “narcoterroristas”, no tienen precedentes en la historia militar estadounidense. Sin embargo, el paralelo más cercano —la campaña de ataques con drones de la década anterior contra presuntos miembros de células terroristas en Asia Central y otras regiones— sirve como un sombrío precursor del actual esfuerzo no regulado.
Similar a la serie de asesinatos ilegales de Trump, la iniciativa de «signature strike» permitió al ejército infligir bajas a objetivos incluso cuando sus identidades no estaban completamente confirmadas.
El presidente Donald Trump ha afirmado que estos ataques son parte de un conflicto en curso contra los carteles de la droga que importan fentanilo a Estados Unidos. “Cada barco mata a 25.000 personas en promedio — algunos dicen más”, declaró en septiembre a los líderes militares. “Ves estos barcos, están apilados con bolsas de polvo blanco que es principalmente fentanilo y otras drogas también.” Esta retórica se repite en toda la administración al defender los ataques, a pesar de la falta de pruebas que respalden las afirmaciones de que los barcos transportaban drogas o se dirigían a EE. UU.
Además, como <a href="https://www.washingtonpost.com/world/2025/10/Tomado de https://feeds.nbcnews.com/msnbc/public/news
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