octubre 23, 2025
Péguese mi lengua

Péguese mi lengua

“Péguese mi lengua es una novela bella, profunda, triste. Su autor está en plena madurez creativa, dueño de los recursos narrativos que ha ido puliendo desde que fue becario del Centro Mexicano de Escritores, discípulo de su tutor Juan Rulfo”....Tomado de https://morfemacero.com/

El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

  1. Fernando Solana Olivares

Es un escritor. Bajo esa palabra sagrada, se asoman múltiples oficios: subdirector del Museo de Arte Moderno en la época de Teresa del Conde, director de La Jornada Semanal y del suplemento y sección diaria de cultura de El Nacional; director del MACO en Oaxaca, activo editor en la Casa del Tiempo de la UAM, miembro fundador de Canal 22, profesor universitario en los Altos de Jalisco, ensayista y novelista sin par.

Como ensayista, Solana posee una voz única porque a la vez que describe y analiza obras literarias tiene, al mismo tiempo, una mirada proveniente de su profundo conocimiento del budismo y de autores que se han cuestionado donde comienza la realidad. 49 y nueve movimientos es un libro extraordinario que describe los distintos estados de conciencia; Luna roja y Casandra se desvanece dialogan con la obra de Eduardo Subirats, porque, efectivamente, como diría Francisco Sánches, a plena luz caminamos a ciegas.

En cuanto a las novelas, Parísgótica nos da cuenta de los recorridos físicos y literarios del narrador por la ciudad Luz; sus novelas oaxaqueñas nos remiten a su terruño y a sus orígenes; Hormiguero es una obra polifónica en la que, como en un coro griego, escuchamos las voces -disonantes, dolorosas, agresivas, conmovedoras- de los miembros de una comunidad cuyo eje es la violencia…

Ahora nos entrega su más reciente novela.

  1. Péguese mi lengua

Miguel Miramón fue uno de los niños héroes. Fue también el presidente más joven en gobernar nuestro país. Fue fusilado junto con el emperador Maxilimiano.

Surge la pregunta indispensable: ¿fue un traidor a la patria?

El narrador de la novela señala: “Técnicamente Miramón era un traidor; técnicamente Miramón no era un traidor”.

Y es que el mismo hombre que apoyó a Maximiliano se negó a regresar con extranjeros para reconquistar México y dijo antes de ser fusilado en el Cerro de las Campanas: “¡Mexicanos! Protesto por la nota de traidor que se ha querido arrojarme para cubrir mi asesinato. Muero inocente de este crimen”.

Miramón era un conservador y, como tal, conbatió al ejército liberal de Benito Juárez. Fueron los conservadores los que lo llevaron a la Primera Magistratura y… el resto es historia. Fue también una lucha entre el juarismo y la masonería yorkina y Maximiliano y la masonería escocesa (otra lectura del conflicto).

En la novela aparece también Juárez, quien utiliza tácticas orientales para su resilencia: no moverse es la mejor estrategia. Y no se mueve ni conmueve ante los ruegos de Concha Marimón.

Aparece el emperador Maximiliano- -ese inocente que creyó que sería admirado, aclamado y bienvenido por un pueblo extranjero- y su amante indígena, cuyo cuerpo recuerda, como en el poema de Cavafis, los amores que tuvo con “su Max”.

Aparece por supuesto Carlota y su infinita peregrinación con las autoridades civiles y eclesiásticas -Napoleón y el Papa- para suplicarles que utilicen su poder para recuperar el Imperio. Pero la geopolítica ha cambiado y México ya no será un botín sino un problema. La negativa abre las puertas a la sinrazón. Así la describe Solana: “Esa noche se abrió el infierno. La rodearon trasgos entarascados con largas narices y hocicos de aves rapaces. Abrieron paso a una presencia que se anunció como el señor de la Disolución”. A partir de ese momento, Carlota y su locura sobrevivirían todavía muchos años en el castillo de Miramar. Será recordada por la canción que compusiera Vicente Riva Palacio: “Adiós, mamá Carlota, adiós mi tierno amor”.

Aparece también la conciencia indígena, tan diferente a la nuestra: “Para los binnizá el tiempo descansa sobre una triada: el orden mensurable del movimiento, una esfera que todo lo abraza como imagen móvil de la eternidad; también era un movimiento que la conciencia intuía, de ahí su ritmo profundo, casi detenido, lentísimo: ahora es antes y también será después; y asimismo era la matriz que sostiene las posibilidades de lo existente, el espacio donde la conciencia actuaba sin saber por qué”.

    Aparece en la novela, como figura deslumbrante, Concha Miramón. Después del fusilamiento de Miguel, malpasó el resto de su vida y a los 81 años, 54 después de la muerte de su esposo, decidió escribir sus memorias. El narrador señala: “¿Cuántas veces se va representando la propia vida en un mapa cuyo diseño aparece desde el comienzo pero solamente se entiende hasta el final?

Las últimas palabras de Concha Miramón fueron “Me voy acercando, alma mía”. Nunca lo olvidó. De allí viene el título de la novela de Fernando Solana Olivares: un amor sin olvido.

     Dice Pura López Colomé en el prólogo: “Si como dice Solana ‘un símbolo es aquello que se lanza para unir’, esta sangre verdadera también nos mueve a comprender al otro y compadecerlo, padecer con él. Llámese Maximiliano, Juárez o Miramón. Llámese Lear, enorme creación shakesperiana que sobrevuela esta novela, capaz de alzar la voz para conmover al universo: ‘Rómpete corazón, te lo suplico’”.

    Péguese mi lengua, de Fernando Solana Olivares, es una novela bella, profunda, triste. En la comparación con la icónica Noticias del imperio de Fernando del Paso, yo prefiero la novela de Solana. Me parece mejor. Sin embargo, mi opinión subjetiva es intrascendente. Lo que es cierto es que Solana está en plena madurez creativa, dueño de los recursos narrativos que ha ido puliendo desde que fue becario del Centro Mexicano de Escritores, discípulo de su tutor Juan Rulfo. Fernando Solana Olivares es un escritor mayor. Esta obra lo demuestra con creces. ¡A leerla!

P.D. Péguese mi lengua será presentada el viernes 24 de octubre por Jorge Pech, Eduardo Subirats, José Antonio Lugo y el autor, a las 1900 horas, en el Museo de la Pintura Oaxaqueña de la ciudad de Oaxaca. Están cordialmente invitados.

Tomado de https://morfemacero.com/