Obra conversada: Krauze, Spinoza… y sus lectores – Julio Figueroa

Cinco voces singulares, libres las palabras, enriqueciendo una obra enciclopédica literaria biográfica universal que será y ya es un clásico de las letras hispano-mexicanas-latinoamericanas de nuestro tiempo.

     Spinoza y Krauze no es sólo el libro del año 2022, sino la obra de nuestro tiempo: el recorrido político cultural por el siglo XX occidental y el despunte del XXI, a pesar de que se queda en el emblemático año 1984.

     Fecha singular por el libro de Orwell, sobre el totalitarismo, y porque el autor de Por una democracia sin adjetivos (1984), pasa de ser un simple testigo a un decidido protagonista intelectual político y cultural, hasta nuestros días, con su crítica al poder único, presidencial y patriarcal.

Spinoza en el Parque México (México, Tusquets, septiembre 2022, buen aparato crítico, 772 pp) es la obra conversada y enriquecida con múltiples encuentros, y continuará enriqueciéndose con las distintas conversaciones de sus lectores, como las cinco voces propias de su presentación en El Colegio Nacional (México, martes 25-X-2022), más la de Enrique Serna hace poco tiempo (“Biografía de un biógrafo”, Milenio, 14-X-2022). Sus primeros buenos lectores.

En el Colegio…

    

… y en el parque. Palabras en libertad

¿Qué es conversar? Escuchar con atención al otro y pensar con honestidad nuestras concordias y discordias, dudas, puntos de vista, antes de hablar. Escuchar, guardar silencio, suspender el juicio, comprender, no hablar sin haber entendido con claridad, con lucidez. Conversar es recibir y dar. Si no tenemos nada que dar y no soportamos recibir, no hay conversación. Conversar es un intercambio franco de ideas, emociones y reflexiones con los otros y con nosotros mismos.

     El río verbal de Enrique Krauze, claroy lúcido, es el libro político de nuestra generación, los nacidos entre los años 40 y 50 del siglo pasado, y su corriente fresca llega hasta nuestros días de la edad luz, oscura y revuelta. Los totalitarismos, mesianismos y populismos, la experiencia de la libertad y los combates por la democracia, ¿revolución o democracia?, la crítica al poder absoluto, la herencia familiar, historia, política y literatura.

     Comienza la presentación sin protocolos enfadosos.

Krauze y los cinco presentadores

Veo al palabrero sentado a tres asientos de Carlos Slim, sin nadie que proteja al pobre palabrero. La amplia sala apenas medio llena (poco a poco se llenó discretamente), con un público expectante y silencioso.

     No podía haber sido mejor la apertura de la presentación de una obra extraordinaria y entrañable para quienes ya la estamos leyendo (yo ando sobre las 400 páginas del librito de más de 700).

     Palabra por palabra, idea tras idea, miradas y reflexiones, en un recorrido en espiral que subía y bajaba por el libro, y con una voz maravillosa, bien pausada y de una claridad sonora, la apertura sinfónica de Malva Flores trazó la radiografía frondosa del libro en cuatro cuartillas, nos prestó sus ojos para ver mejor.

     Malva ve muy bien la vida de Krauze en el espejo de los otros. Las ideas y los hechos sometidos a la prueba de la historia. Los libros de su biblioteca que definen al historiador. La diáspora judía y el joven Krauze familiar. Judíos y no judíos, ortodoxos y heterodoxos, revolucionarios y anarquistas, socialistas y liberales. Las revistas hispanoamericanas, Plural y Vuelta, y la lucha de las ideologías. Amigos y contrarios, dialogando y disputando, ásperamente a veces, sin sacarse el corazón; nadie es sacrificado en el templo mayor, en la plaza de las tres culturas o en el oscuro palacio de la santa inquisición.

Malva Flores

     El diálogo bien templado por la reflexión no es la guerra fratricida.

     El pasado se hace presente y la presencia del pasado alumbra el mundo. Pero la historia no tiene libreto. 

     Como bien decía el poeta, si la literatura no salva al mundo, al menos lo hace visible.

No importa que los justicieros descalifiquen a nuestro autor como historiador, político y literato.

     Las conversaciones, los libros y los autores familiares; especialmente las pláticas del joven con su abuelo Saúl en el parque, Spinoza al fondo.

     Palabra por palabra, idea tras idea, la agradable voz de Malva Flores y su narración fue encantadora.

     Enrique estiro su larga mano y tomó la de Malva y la besó. El palabrero quería llorar. Versión libre a partir de los hechos.

Krauze es varios historiadores en uno. Biografía, cultura, política, historia. Dijo de entrada el historiador Javier Garciadiego.

     Con el arte de la conversación en la mano, y no de ahora. ¿Cuál es la diferencia entre conversar y entrevistar? La entrevista informa, es fría; la conversación forma y calienta.

     Nuestro historiador dialoga, no firma sentencias. Con documentos bien asentados y digeridos. No son palabras por palabrear. Son conocimientos precisos, que pueden discutirse. Comprender, no profetizar.

Javier Garciadiego

     Aunque les duela a muchos y lo descalifiquen, Krauze es un empresario cultural que es parte de la cultura y la conciencia histórica de México. ¿Cómo es eso? ¿Por qué? Porque pone atención en los personajes y hechos constructivos, más que en los destructivos.

     El historiador es legión de ideas e historias, saberes y testimonios. Que desde luego pueden y deben debatirse, ampliarse, contradecirse.

     El libro que hoy se presenta, es el itinerario espiritual de su vida.¿Cómo escribe sus libros? Practica el don de la empatía. (A pesar de padecer la antipatía de muchos). Busca el sentido de los otros, no el propio. Es un punto de llegada y partida. (Errores y omisiones al margen, valoraciones aparte, idealizaciones incluidas).

     Bajo esta convicción: pasado y presente se iluminan mutuamente. La historia sin embargo sigue siendo imprevisible. Cada uno hace su historia.

     ¿Historia, para qué? Para tratar de saber y comprender, en primer término; no para legitimar a unos gobiernos y atacar a otros.

Para Jesús Silva-Herzog Márquez el libro es extraordinario y sorprendente por la amplitud y hondura de sus temas. Además, porque brota de la conversación y se escribe a cuatro manos. Clara muestra de que la cultura es conversación, como ha dicho Gabriel Zaid. Encuentros, pláticas, discusiones, polémicas, peleas, lecturas, revelaciones. Diálogo con los vivos y los muertos, con los propios y los extraños, con los maestros y los contrarios.

Jesús Silva-Herzog Márquez

     Krauze ha puesto el núcleo de la conversación en el centro de la historia y la política. Honra la tradición de la gratitud. El reconocimiento sin mezquindad de los otros. En su recogimiento nos muestra el impacto benéfico de la soledad. Como fue el caso de Baruch Spinoza.

     Nadie se hace a sí mismo.

     En el diálogo crece la razón en libertad.

 Sólo el hombre libre sabe ser agradecido.

     Los esclavos de sus ambiciones no saben agradecer.

     El libro de las conversaciones es varios libros porque son múltiples los temas abordados y los personajes estelares. A cada quien da lo suyo. Personas e ideas en la enramada de la historia y la cultura.

     Uno de esos libros es el de un liberalismo denso y complejo, plural, que con gran temple recoge varias corrientes de autores entrecruzados. No en un esquema abstracto. Es un liberalismo vivo y palpitante. ¿Contestatario? Tiene una profunda convicción democrática frente a todo autoritarismo.

     Libro poroso, sensible al anarquismo y al socialismo. No es un libro feroz. Es una obra democrática porque le interesa dialogar con los otros. Comprender y exponer con claridad. Sin ser un especialista, Krauze se sumerge en la concepción filosófica, religiosa y política de Spinoza. La recoge de su abuelo, la hace suya y la comparte.

     Krauze nada en su agua más personal entre la heterodoxia judía. Spinoza, Heine, Marx. Abre un baúl lleno de ideas vivas, sin retórica. De judíos y no judíos, seguidores y modernizadores de una vieja tradición de ideas en libertad, no de una fe. Sin dogmas.

     No hay relevo de saberes que cancelen otros. Una anécdota fresca puede ser la más vieja, una buena pista puede estar en tierra lejana.

Traza y construye con amor y libertad su mirada al mundo, con simpatía y tolerancia. Lleno de asombro. No levanta una muralla de conceptos, sino el gozo intelectual del pensador en el mundo. Con gratitud.

–Como le dijo Octavio Paz, Krauze nos debe su Vasconcelos.

     Entre una gran legión de personajes mexicanos extraordinarios, representativos todos del siglo XX, pienso que José Vasconcelos y Octavio Paz, cada uno a su manera, iluminan y dominan el siglo, con sus rayos y centellas, sus vientos huracanados. Vasconcelos en la primera parte y Paz en la segunda. No van solos, por supuesto. Van con los otros, entre los otros, frente a los otros. (Nota personal al margen).

     Mexicano de origen cubano, Rafael Rojas, dijo el presentador Christopher Domínguez.

Rafael Rojas

     Como soy el último, tendré que repetir algunas cosas que ya se han dicho aquí. Obra enciclopédica y amena, gozosa. La noble memoria que recuerda sin vergüenza. No es un libro confesional sino un diálogo múltiple.

     El reino de la infancia y la adolescencia. La pasión por el pasado y el presente. El pasado vuelto presente. El presente alimentado por la historia.

     Sus tributos a los profesores de la UNAM y El Colegio de México, y a otros mentores y amigos fuera de la academia o de otras áreas lejanas y cercanas. Honrar, honra.

     Spinoza, Heine y Marx en el centro, como ya se dijo.

Marx y Spinoza son los más citados, porque es el diálogo crítico de un liberal con el marxismo. Piensa el palabrero: ¿Dialoga la izquierda con los liberales? ¿Dialoga o descalifica, juzga, condena en bloque? Enrique dialoga con los afines y los contrarios. ¿Sus adversarios dialogan con él? ¿Tienen ideas nuevas los revolucionarios? Pensadores en libertad, no bajo consigna.

     Las polémicas sin descalificaciones absolutas nos enriquecen. Y el libro de Krauze es también un libro de confrontaciones, presentando con honestidad y limpieza las partes opuestas. ¿Simplifica, idealiza, omite?

     Por ahí se dio y se fue la provechosa conversación entre los primeros lectores y el público presente y el diálogo silencioso. Es la conversación de nuestro tiempo mexicano, y de una buena parte del siglo XX occidental. ¿Cómo resumirlo? Fluyen muchas corrientes diversas que se cruzan y enlazan en el libro krauzeano: el socialismo de los abuelos y el liberalismo de Spinoza, los totalitarismos y las dictaduras, la libertad, las batallas por la democracia,múltiples personajes y hechos históricos, empresas culturales y la empresa familiar, la literatura y la política, biografía e historia. Bajo un admirable estilo bien pausado que hace claras las ideas complejas. Sin maniqueísmos. Es un libro de ideas, vivencias, testimonios. Una obra viva y honesta de un hombre reflexivo,rebosante de pasión intelectual y amorosa. Reflexiona el siglo XX y ayuda a entender el XXI.

     Hay que leerlo sin prejuicios para saber y conocerlo y, llegado el caso, refutarlo con fundamentos, sin eslóganes ni etiquetas fáciles y bobas.

     Christopher Domínguez Michael comentó brevemente a los ponentes y agregó por sus parte dos tres cosas. (El palabrero mete su cuchara).

La más cercana a Domínguez Michael, Malva Flores y la lucha por la libertad sin adjetivos. Su excelente paseo por todo el libro, subiendo y bajando por sus rincones y plazas, escudriñando aquí y allá, y la tristeza al llegar a las últimas páginas, como una gran novela que no se quiere abandonar. Libro de ideas, pasión y devoción. ¡¿Es la novela política cultural histórica de nuestro tiempo?! ¡Enrique, falta el último tramo de cuarenta años!

     El historiador Javier Garciadiego puso el acento en la obra cultural constructiva del otro historiador, no un destructor ideológico. Es la síntesis creadora de complejas historias. El público lo sabe agotando los libros del autor y admirando el material fílmico producido por la empresa culturalClío. Es la historia para contar, saber y comprender, antes de enjuiciar.

     JSHM y el olvidado asombro de ver a Spinoza absorto ante la belleza de la vida y las ideas, el milagro del pensamiento, la sabiduría de la soledad, la pluralidad y la tolerancia, la serenidad. A pesar de las penas y el destierro sufrido. Spinoza y Krauze puliendo lentes para ver y entender mejor el mundo, antes de cobatirlo. Como hizo Marx, ni más ni menos.

     Rojas, la pasión amorosa junto a la pasión crítica de Krauze. El amor a la tolerancia y la pluralidad que es riqueza, agradecimiento a México, tierra benigna para infinidad de migrantes y exiliados. Krauze y la confrontación de ideas con civilidad. Un estadista ciudadano, frente al poder y la incomprensión, escribió Zaid, como Paz, como el propio Zaid.

     La cultura es conversación, encuentro, abrazo, disputa, confrontación, tradición y ruptura. Conversar es humano y democrático, enriquece, aun en las diferencias, si no se hacen agravios personales.

Christopher Domínguez: La humildad del libro, en un medio tan vanidoso. Cercano a Enrique desde hace décadas, sabía de sus múltiples intereses intelectuales, pero desconocía la intensidad y hondura de sus pasiones. Un judío no judío y su batalla democrática y cosmopolita en el siglo XX. Batalla con civismo intelectual y su centro en México. Un clásico de la Biblioteca mexicana, concluyó Christopher.

Christopher Domínguez

     Cada uno de los cinco participantes recibió una merecida ovación por el público presente. Estas pobresy revueltas palabras escritas no expresan la  riqueza de sus intervenciones. Un acto sin ceremonias, sin protocolos chabacanos, sin rollos oficiales.

     Al principio del evento, desde el estudio de grabación, una voz nos advirtió al público unas breves recomendaciones en caso de una contingencia, un sismo por ejemplo, que obligara a salir del edificio. Un bello y noble edificio a un paso de San Ildefonso y atrás del Templo Mayor de los aztecas y la Catedral metropolitana de los católicos.

     Al final habló el autor. Un Enrique Krauze Kleinbort (México, 16-IX-1947) visiblemente conmovido. Estoy a poca distancia. (Carlos Slim, quien entró a la sala a las 6 en punto, está en la primera fila y yo estoy en la cuarta; pude sentarme en la segunda, preferí más distancia). Conmovido y agradecido con sus primeros buenos lectores: “Agradezco muchísimo a estos cinco generosos amigos”. Ya vendrán los lectores terribles señalando de buena o mala manera sus faltas y omisiones. Gratificadopor el público presente y sus lectores invisibles. Lleno de gratitud hacia sus mentores con los cuales ha podido dialogar, los muertos y los vivos, sus abuelos en primer término. Gratitud hacia México. “Este país de figuras intelectuales y personajes entrañables, poder acompañarlos, dialogar con ellos, ha sido un gran privilegio. Me abrieron ventanas y puertas al mundo universal”.

Contó una anécdota que relata en el libro. Cuando trabajaba como secretario de Vuelta, su incredulidad cuando le hablaba Octavio Paz para darle instrucciones y platicar. Dice que se decía a sí mismo, “¡De veras me está hablando Paz!”. No lo podía creer, oír su voz al teléfono.

Octavio Paz

     Cada 75 años habría que hacer un resumen de vida, dijo Enrique bromeando. (¿Llegaremos?). Relajado, pausado, risueño. Recordó su entrada a El Colegio Nacional, a Alejandro Rossi quien le dio la bienvenida, lo llevó a Vuelta y lo acercó a Zaid. Muy agradecido desde luego con José María Lasalle y sus pláticas durante siete años; Lasalle le propuso escribir su biografía y Krauze prefirió conversar. Los libros leídos y escritos son su biografía vital. Agradecido con su esposa Andrea Martínez, historiadora, quien diario lo cuestiona. (En su libro también cita fraternamente a su primera esposa, Isabel Turrent, ensayista y periodista, con quien vivió tres décadas).Con su amigo FGR, su lector y corrector de varios libros. Con Christopher Domínguez, su cercano colaborador y editor de Letras Libres.

En una palabra, un Krauze agradecido. Un constructor de ideas y empresas culturales.Diferencias incluidas y prejuicios aparte. ¿Qué hacer por México? Sin rollos. Pasión crítica y amorosa pasión. “Se siente muy bien llegar a los 75 años”. (¿Llegaremos nosotros los otros?). Gracias.

     Cuando terminó el libro, y el libro ya estaba dentro de él, fue a su archivo y encontró un poema, él que no escribe poemas, escrito a lápiz y dedicado a su abuelo Saúl. El título de esas hojitas sueltas: “Spinoza en el Parque México”.

“Un judío / no judío

     Un hereje / inofensivo / doméstico

Excomulgado por sí mismo

     ¿Qué hiciste de tus años?

     Yo acumulé vida / tú esperanzas de vida

     (…)

     Los viejitos regresaban / indigestos

     A contar el dinero / a pensar en la muerte

     ¿Quién piensa en el mesías cuando hay libros?

     Un mesías lector / un lector mesiánico

     El mesías no tiene tiempo de venir

     Está leyendo…”

     El historiador mexicano K ha cumplido de la mejor manera el deber de recordar y el placer de conversar. Memoria, conciencia y testimonio. 

Ha encontrado su pertenencia en la cultura mexicana judía universal, con la voluntad de combatir al poder absoluto.

     Su obra conversada es su tributo y legado al mundo, su amor a la vida.

     Así abre el libro de Krauze sobre Spinoza en el parque:

     –He vivido fascinado por la vida de los otros, por comprenderla y narrarla, sin sentir deseo alguno de contar la mía propia.

     Hora y media duró la presentación y luego vino la firma del libro por el autor, en manos de sus lectores. Una fila discreta en la librería del colegio.

     Observé un rato. Pienso que la conversación abierta y silenciosa nos ha enriquecido a todos. A los lectores de buena voluntad y a los adversarios terribles, si pulen bien sus lentes, como Spinoza, y leen sus naturales diferencias sin anteojeras ideológicas. Yo estoy agradecido de haber estado allí-aquí.

     Llegué al colegio pasaditas de las 5 de la tarde y fui el segundo en llegar siguiendo a una chamaca de rojo con el libro de Krauze en los brazos. Era parte de la organización. Pude ver entrar a Enrique Krauze a las 5:21. En el patio del colegio habíamos menos de veinte personas. Un Krauze relajado, seguro, un poco seco. Con el volcán adentro, quizá. Lo saludé personalmente con el puño cerrado contra su puño. Luego él me dio una fuerte palmada en la espalda. Manos grandes, pies grandes, hombre blanco grande. Una persona trajeada se acercó y requirió su atención. No pude decirle lo que pensaba, que había escrito el libro político de nuestra generación, los nacidos a la mitad del siglo veinte. Lo vi caminar de espaldas balanceándose suavemente, un poco arqueado, cargado de espaldas, cargado de vivencias, pesan sus 75 años.

     Durante la firma de libros, me fui agradecido y bendito de El Colegio Nacional. Ligero de equipaje, no llevé su libro, está muy gordo. Salí y me fui por el centro oscuro de México. Caminé sin rumbo. Quería rumiar lo que había escuchado. Di algunas vueltas por ahí, pensando, y me comí dos quesadillas al paso. Luego me encerré en mi hotelito, muy cerca de la Plaza Santo Domingo, punto de referencia de mi círculo andado. Escribí mis notas en un cuaderno blanco.

     La obra conversada de Krauze crecerá poco a poco hasta volverse punto de referencia y controversia. Todo es mejor que la lápida del silencio y el ninguneo. El mordisco y el piquete, sin lectura ni ideas. Ojalá ya la tengan en sus manos los amigos y adversarios, es una obra edificante, palabra de palabrero ambulante. ¡El clásico que hubiera querido escribir Rossi y no escribió, lo escribió su joven amigo!

¿Se leerá en las facultades y escuelas de ciencias políticas, sociales y humanidades de nuestras universidades o pasará inadvertido? La humildad y la soberbia, la búsqueda de saber, la búsqueda de poder y la potencia creadora.

     Guste y disguste Krauze es un punto intelectual central del México contemporáneo, entre otros, no es el único. Alguna vez JEP dijo que no era su historiador favorito, pero lo quería y admiraba. ¿Qué Inventario habría escrito José Emilio sobre Krauze y Spinoza en el Parque México? El historiador escribió el obituario del poeta en su funeral en enero de 2014.

     México no es Tenochtitlan ni la Ciudad de los Palacios. Es la enorme capital de los pedos y los bisnes en la edad luz. Ciudad que es muchas ciudades en cada zona, sobrepuestas y conviviendo unas con otras. Ciudad donde los mestizos enjundiosos, los indígenas hormigas y escarabajos, al lado de los blanquitos, trajeados y rotos, la sostienen, la hacen, la deshacen y la reinventan día con día con su trajín, trabajo, poder, potencia creadora, necesidad y amor por la vida y al país. Gente de todas partes y de todos colores, credos religiosos y políticos.

     En su Viaje al centro de México (FCE, 1975) Fernando Benítez y Edmundo Flores vieron desde “endenantes” que México sería “una Calcuta de seres irritados y temibles”. No de gente resignada y fatalista. Una ciudad con cáncer, y sin embargo festiva. Y Julio Scherer adelantó que en México la cultura del narco ya era parte del tejido social del país, como la cultura de la transa y la corrupción.

     Una tierra abigarrada y desnuda en sus miserias y riquezas expuestas sin ningún pudor.

     En mi viaje al centro de México yo veo en la colmena humana un México vital, luchón, desmadrosoy doliente. Indiferente y afanoso en lo suyo. El vaivén humano junto a sus parias echados a piedra suelta.

     La ciudad de los pedos y los pecados, la pura transa carnal y las carcajadas soeces.

     Y de pronto al paso la solidaridad y la humanidad más inesperada.

     Amo este puto amor a la vida, con toda su porquería. Y sus prodigios.

Gracias, Lic. RLV
Qro. Qro., Presidentes, octubre-noviembre 2022.

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Last modified: 5 noviembre, 2022Tomado de https://lalupa.mx/