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El peso mexicano actual tiene su origen en una decisión técnica y simbólica tomada a inicios de los años noventa, cuando el país enfrentaba una economía marcada por la inflación y la necesidad de reorganizar sus cifras monetarias.
En 1993, el llamado nuevo peso mexicano sustituyó oficialmente al sistema anterior, con ello marcó un antes y un después en la manera en que los mexicanos contaban, percibían y usaban el dinero. Más allá de los argumentos oficiales, este cambio fue también una respuesta al desgaste del signo monetario, una forma de reconfigurar la relación cotidiana entre la población y su moneda.
Aunque su implementación fue presentada como un paso hacia la modernidad, ocurrió en un entorno de desconfianza económica que terminaría por agudizarse poco después.
¿Qué motivó el nacimiento del nuevo peso mexicano?
Durante los años ochenta, México vivió una de las décadas más inestables en términos económicos. La inflación alcanzó niveles récord, con aumentos de precios que superaron el 100% en 1982 y casi el 160% en 1987. Debido a esta crisis económica el l dinero perdió valor con rapidez. Por ello se implementaron reformas que pretendieron solucionar dicha inestabilidad.
El 1 de enero de 1993, entró en vigor el cambio: las nuevas monedas y billetes comenzaron a circular con la leyenda nuevos pesos y el símbolo N$. La conversión fue directa: un billete de 20,000 pesos pasó a ser uno de 20 nuevos pesos. El viejo sistema y el nuevo coexistieron durante un tiempo, en lo que se completaba la transición.
A diferencia de otros cambios monetarios en la historia del país, este fue acompañado por una campaña masiva de comunicación encabezada por el Banco de México (Banxico). Para ello se produjeron comerciales para radio y televisión, carteles en el Metro, anuncios en tiendas públicas.
Además, se difundió folleto popular que explicaba de forma clara cómo interpretar la nueva unidad. Ese tríptico fue distribuido en todo el país y traducido a lenguas indígenas como náhuatl, maya, tzotzil, chol y zapoteco.
Esta campaña fue clave para mitigar la confusión. Se explicaban temas como el redondeo, la desaparición del tercer decimal, el destino de los billetes antiguos y cómo debían expresarse los precios y salarios durante el cambio.
Tres etapas para transformar el dinero
El rediseño monetario del que nació el peso mexicano actual se llevó a cabo en tres etapas:
- Preparación (1992): se fabricaron las nuevas piezas y se difundió la información en todo el país.
- Circulación (1993): comenzaron a usarse los nuevos billetes y monedas, y se inició el retiro progresivo de los anteriores.
- Simplificación (1996): se eliminó la palabra “nuevos” y el símbolo N$; desde entonces, la moneda volvió a llamarse simplemente “peso”.
Aunque hoy damos por sentado que el símbolo $ representa al peso, por varios años la convivencia entre ambas denominaciones generó cierta confusión, sobre todo entre personas mayores, en zonas rurales y en contextos con poca alfabetización financiera.
Una reforma técnica con implicaciones sociales
Si bien el cambio de unidad monetaria no alteró el valor real del dinero —un nuevo peso mexicano valía lo mismo que mil del sistema anterior—, sí transformó la percepción del valor en el imaginario colectivo.
De pronto, ganar 5 mil pesos al mes dejó de ser un signo de estabilidad para convertirse en un sueldo de apenas cinco nuevos pesos. Las cantidades que antes lucían robustas se vieron reducidas a cifras más pequeñas, aunque en esencia el poder adquisitivo siguió enfrentando desafíos.
Apenas un año después de la entrada en vigor del nuevo peso, México vivió una nueva sacudida económica: la crisis de 1994, conocida como el error de diciembre, trajo consigo otra devaluación. El rediseño monetario, por tanto, no fue una solución estructural, sino una estrategia de orden técnico y comunicativo para facilitar la operación del sistema financiero.
Fue útil para simplificar cifras, pero no detuvo los efectos de un modelo económico en plena transformación.
¿Qué queda del nuevo peso mexicano?
Aunque hoy ya no circulan monedas con la leyenda “Nuevos Pesos”, algunas piezas de aquellas series aún pueden encontrarse en bolsillos o cajones olvidados. Cuando estas llegan a los bancos, se retiran de circulación sin volver a ser entregadas al público.
El peso mexicano actual es, en muchos sentidos, descendiente directo de esa reforma. Las familias de billetes y monedas que usamos hoy evolucionaron desde aquel rediseño de los años noventa, marcando un parteaguas entre el sistema monetario de mediados del siglo XX y la nueva era económica.
El nacimiento del nuevo peso mexicano fue una forma de enfrentar —sin nombrarlo del todo— el deterioro acumulado de la moneda nacional. En vez de anunciar una devaluación, el sistema fue reformado en silencio, buscando orden y claridad ante el caos inflacionario de las décadas anteriores.
A más de 30 años de distancia, el peso mexicano actual sigue siendo el reflejo de aquel ajuste simbólico que, más que resolver, reorganizó la manera en que medimos el valor del dinero en nuestras vidas cotidianas.
Conoce aquí cuáles son los tesoros que resguarda el Banco de México
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–>Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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